La frontera, una zona olvidada
y asediada por la ilegalidad

La frontera, una zona olvidada<BR>y asediada por la ilegalidad

Aunque la frontera es sinónimo de miseria, el embajador Radhamés Batista no oculta que muchos se han enriquecido a través de  distintas formas de  contrabando.

POR LEONORA RAMÍREZ
La frontera  es más que una zona   marginada de las políticas de desarrollo social y económico, es un territorio de nadie donde en algunos campos  la población joven consume drogas, la depredación forestal crece con el silencio cómplice de ciertas autoridades, y el tráfico de armas y de personas se añaden a una lista de graves problemas.

Así se resumen las declaraciones de  Radhamés Batista, presidente del Consejo Nacional de Fronteras, quien entiende que si no se controla esa zona la República Dominicana colapsará como país.

Sus aprensiones no provienen del azar, es que haber nacido en Villa Jaragua, Neyba, le permite saber cómo se sobrevive en la frontera e identificar de dónde proceden los viejos contubernios cuando de ilegalidad se trata.

Sus juicios parecen extremistas, sobre todo cuando plantea que en un futuro podrían ocurrir enfrentamientos entre dominicanos y haitianos a causa del espacio.

Pero hace la advertencia, al tiempo de lanzar un grito de alarma por el deterioro de los recursos naturales a causa de la tala indiscriminada de árboles, de la que responsabiliza a dominicanos que, teniendo apoyo político o militar, contratan a haitianos para depredar las áreas boscosas.

El drama sigue hacia los controles migratorios, pues según él, en la frontera hay menos de 20 agentes de Migración, lo cual es una fatal demostración de la debilidad en la aplicación de la Ley Migratoria.

Pese al oscuro panorama que presenta el embajador,  asegura que las autoridades trabajan para revertir esa situación, y que de hecho, la creación de una Guardia Nacional de Fronteras sería el punto de partida para la implementación de verdaderos controles.

EL OBJETIVO DEL CONSEJO

El Consejo Nacional de Fronteras tiene como finalidad fortalecer las políticas de seguridad y desarrollo de la zona fronteriza.

 Pero de la teoría a la práctica es muy poco lo que se ha hecho desde que se fundó esa entidad en 1967, pues hasta 1997 no se le asignaban recursos.

Precisamente, fue durante el primer gobierno del presidente Leonel Fernández que se le otorgó un presupuesto de RD$1.4 millones, y en ésta  administración se ascendió a RD$26 millones.

“En estos momentos, después de 20 años de ostracismo, hemos retomado el tema especialmente en el área de identificación nacional, o sea, mostrar claramente donde comienza y donde termina la frontera.

Nueva vigilancia

El Consejo Nacional de Fronteras trabaja en la creación y puesta en funcionamiento de una guardia fronteriza especializada en el manejo de la seguridad nacional, con énfasis en problemáticas como el contrabando de armas, droga y personas.

Las Fuerzas Armadas están directamente involucradas en ese proceso, y de acuerdo con Batista, es probable que a partir de agosto de este año empiece  a operar ese contingente de alrededor de 500 miembros.

El embajador consideró que esa “Guardia Nacional de Fronteras” fortalecerá los programas de seguridad ya existentes, para tratar de revertir lo que han sido más de 45 años de abandono secular de la frontera en todos los órdenes.

“Por más que se haya hecho en estos últimos 3 años, históricamente se perdieron los controles en esa zona, y eso se relaciona con la llegada de la democracia en 1961, en el sentido de que se detuvieron en la frontera todas las medidas que olieran a Trujillo, se mal interpretó el problema de la seguridad con la represión, y se dejó la frontera a todo lo malo que podía entrar por ahí”.

Batista destacó que son diáfanas las relaciones con el presidente haitiano René Préval; pero como no siempre ha habido interlocutores válidos esa situación provocó que la frontera sea el punto por donde entran los tres componentes que generan la violencia en el país: una inmigración masiva, el tráfico de armas y de drogas.

Corrupción al acecho

Aunque la frontera es sinónimo de miseria, Batista no oculta que muchos se han enriquecido a través del contrabando, y que esa ola de corrupción ha salpicado a las Fuerzas Armadas.

¿Podrá la nueva guardia fronteriza cambiar esas prácticas?

“Lo que se espera es que sus miembros  sean hombres comprometidos con un proyecto de nación, educados en el nivel patriótico de defensa de la frontera”.

¿Y se puede asimilar esa  teoría con salarios de miseria que vulneran el amor a la patria?

“Esperamos que sean mejor atendidos en el aspecto económico, pero  ser o no honesto con relación al salario es un asunto de principios, pero admito que se es más vulnerable cuando se gana poco”.

¿Y esos guardias vivirán de manera miserable como es común en la frontera?

“No, en la frontera no se vive  miserablemente,  el término miserable es la excusa para el mal manejo, lo que pasa en la frontera dominicana es lo mismo que ocurre en otros países fronterizos, lógicamente con una enorme pobreza.

“El problema de la frontera es la percepción que tiene el soldado de sus mandos, si estos perciben que son corruptos entonces también se corrompen, entonces hay que mandar señales desde  arriba de no  permitir eso”.

 MISERIA  CÓMPLICE

Sólo  con la aplicación de una política de desarrollo se pueden enfrentar las complicidades que se esconden en la miseria, a juicio de Batista, quien entiende que se debe invertir más en la zona, porque una frontera abandonada no le duele a nadie.

Dos entidades públicas están jugando ese rol: la Secretaría de Educación y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI).

Pero  falta menos politiquería y más labores reales para que se enfrenten con efectividad los problemas, destacó.

“Sin embargo, debo decir que en esta ocasión hemos sido escuchados y comprendidos en el gobierno de Leonel Fernández”.

En adición a las iniciativas gubernamentales se requiere el incentivo a las pequeñas empresas locales y al desarrollo turístico, a juicio del embajador.

DE POLITICA Y CONTRABANDO

Batista no plantearía  que la frontera  está totalmente vigilada  porque sería pecar de iluso, aunque expresó  que se  trabaja  para cambiar esa situación,  porque ahora hay voluntad política para mantener y aumentar los controles.

Pero existe un elemento perturbador que, a su juicio, muchas veces impide que los propios militares controlen el contrabando: se trata de los vínculos políticos.

“Yo he visto cómo un militar llega a la frontera imbuido con una orden especial de controlar los problemas de contrabando mínimo, como el caso del tráfico de arroz.

“Pero cuando aplica las medidas las autoridades políticas van en ayuda de los contrabandistas, porque el contrabandista de la frontera cambia de color como cambian los gobiernos”, aseguró el funcionario diplomático.

Sin carreteras

La línea divisoria entre Haití y República Dominicana es la carretera internacional, que como tal ni existe a fuerza de su acumulado deterioro. Tan precaria es la comunicación vial por esa área que hay poblaciones, como Pedernales y Jimaní, que tienen fácil acceso a comunidades haitianas, mas no así con zonas dominicanas.

No todo es oscuro, porque se tiene en proyecto la construcción de un tramo carretero en la frontera Sur para que los poblados puedan comunicarse entre sí.

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