La función ignorada del monte

La función ignorada del monte

Ya no hay cuenta del número de veces que alguien ha dicho que nuestros montes se mantienen inútiles, improductivos y abandonados. Éste es uno de los argumentos que ha sido más utilizado en estos días de lucha contra el proyecto de ley sectorial de áreas protegidas aupado por el Senado de la República. No el que envió la Secretaría de Medio Ambiente, sino el que prohijó el Senado de la República, que fue uno muy distinto.

Solo quien ignora totalmente los principios elementales de las funciones de la naturaleza puede decir que un monte es inútil e improductivo. Solamente quienes ignoran de dónde procede el agua que se toman, con que se bañan, con que cuecen sus comidas y combinan sus bebidas, pueden decir semejante sandez.

Los montes son una especie de procesadora del agua que viene de las lluvias. El monte incorpora al agua de lluvia elementos y minerales que nuestro organismo necesita. El monte funciona como dosificador del gran torrente de agua que cae en la superficie. Sin esa función dosificadora todo torrente de agua no sería más que arríete líquido contra toda forma física en huída hacia el mar.

El agua de las cavernas, por ejemplo, entra a éstas procedente de un tinglado de dosificadores y filtros naturales. Ya en el subsuelo se nutre de minerales de las rocas, toma la temperatura de éstas y continua un lento curso hacia las zonas submarinas de desembocadura al mar.

Durante su paso, estas aguas son aprovechadas de diferentes formas, siendo la más utilizada su extracción mediante pozos tubulares y artesianos, cuando éstas no se muestran espontáneamente, como ocurre en La Toma, de San Cristóbal.

Esta posibilidad de utilización de las aguas subterráneas se debe al despreciado monte de algunas personas, porque sin la presencia del monte las aguas arrastrarían tierra, arcilla y piedras hacia el subsuelo, haciéndose luego imposible su recuperación y utilización.

El monte tiene una función que ninguna maquinaria humana puede realizar. Solamente si se piensa en un instrumento de mil kilómetros cuadrados para el procesamiento de las aguas provenientes de las lluvias, construido por el hombre, ahí mismo queda descartada toda posibilidad. Solamente la naturaleza y sus montes son capaces de semejante trabajo.

El Parque Nacional del Este, por ejemplo, es uno de esos portentosos instrumentos. El procesamiento de las aguas que llueven sobre esta zona y que bajan desde otros montes, como los situados al pie del monte de la Cordillera Oriental, hace posible el establecimiento de todos los hoteles de Bayahibe, los que utilizan las aguas de las Cuevas de Padrenuestro, otra de las zonas excluidas por la mutilación del Proyecto de Áreas Protegidas.

Las aguas que caen sobre el Parque Nacional de los Haitises pasan por un “instrumento” dosificador, purificador y mineralizador de unos 1,600 kilómetros cuadrados, antes de alimentar los acueductos de muchas zonas en su derredor, muchas zonas de siembra y, lo que resulta muy importante para Santo Domingo, antes de constituirse (como lo será) en la principal reserva de agua para la Capital.

En adelante, las opiniones en torno a las funciones del monte deberán analizar lo aquí expuesto antes de calificar al monte como inútil, baldío, abandonado, improductivo o cualquier otro calificativo despectivo de los utilizados por los políticos, comentaristas de televisión, diputados, senadores o simplemente de los ignorantes de las funciones de su entorno natural.

Ya no se puede seguir embruteciendo a la gente, porque eso a la larga causará grandes pérdidas económicas, algunas de ellas irreparables, porque cuando se pierden recursos naturales es para siempre.

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