La gala del carnaval, abierta al pueblo

La gala del carnaval, abierta al pueblo

POR MARIVELL CONTRERAS
A las ocho y media de la noche del sábado antepasado dirigí mis pasos a la Plaza España. Era allí donde debía escenificarse el anunciado espectáculo “Abriendo el Carnaval”. Me recibió una imponente tarima a lo lejos y en los bares, en las aceras y en las escaleras gente pasando el momento y a la expectativa de lo que allí habría de pasar.

Increíblemente, lo digo porque las autoridades suelen llegar con mucho retraso a sus compromisos, la primera persona relacionada con el acto que vi y saludé, fue al mismísimo secretario de Cultura, licenciado José Rafael Lantigua.

Todavía habría de pasar un tiempo más antes de que el engranaje empezara a funcionar. Primero se empezaron a escuchar unos tambores y a vislumbrar a un grupo de bailadores que se movian idénticamente al compás de la música.

Se encendieron las luces, pero no en el escenario, sino abajo, y ahí estaban ellos, los Alí Babá, todos de blanco dando sus marciales pasos que eran proyectados en las gigantes pantallas que estaban a cada lado del escenario.

Arriba, esperaban las cachuas venidas del lejano Cabral, con sus látigos en las manos dispuestos a asustar y alegrar con el sonido de sus látigos a los presentes.

Solo cuando cesó la música abajo y el perseguidor se fue hacía ellos, empezaron a bailar y a sonar con toda la fuerza los latigazos. Ya entonces todas las miradas de las muchachas –y los muchachos de todas las edades– estaban dirigidas hacía ese lugar del que empezaron a salir luces de fuego que explotaron llevándose la modorra y preparando aún más, el ánimo para disfrutar.

Así empezó la gala de carnaval del pueblo. Es la primera vez, lo dijo José R. Lantigua, que se le da la oportunidad al público de la capital de tener este tipo de actividad antes del tradicional desfile de carnaval que fue el domingo 6 y que podía ser visto, como siempre, por todo el país.

Este crédito, idea, trabajo, se le debe a Jesús Nova, asesor de folclor de Cultura, que con sus condiciones de locutor y animador dio la bienvenida al evento y presentó al primer artista de la noche.

Se fueron sucediendo unos y otros, entrelazados por la belleza mulata de Karina Pereyra y el periodista –y parece que también humorista– Milciades Pichardo.

Canciones de carnaval y artistas populares del carnaval. Los más folclóricos –sin necesidad de ser apostólicos ni romanos– estaban allí.

Dentro de este relato no pretendemos hacer una reseña actuación por actuación, porque fueron muchas y todas buenas. Abrió la gala del pueblo, Diómedes interpretando el tema oficial del carnaval 2005 y luego su tradicional “Esto se encendió”.

Cada actuación tenía un grupo de baile, de diablos cojuelos, de robalagallina, de indias, dependiendo de lo que tratase. Así fueron sucediéndose en el micrófono y la escena Marcos Caminero, Maridalia Hernández y José Duluc, Xiomara Fortuna y Roldán Mármol, Manuel Jiménez, Luis Días y Fernando Villalona.

Xiomara vino como siempre descalza y cantarina y se ganó el aplauso caluroso del público. Marcos Caminero le puso batey a su actuación y se llevó lo suyo. Encandilaron y sorprendieron juntos la bella Maridalia y José Duluc, dos estilos tan diferentes y que sin embargo encajaron tan bien.

Manuel Jiménez siempre arrolla con su Güerembé y su Santo Domingo Carnaval y Roldán se la roba con su “Ahí viene Pipí” y sus robalagallinas (Canillita incluida).

Uno de los momentos memorables fue cuando entró Luis Días, a interpretar su “Baila en la calle”, porque El Terror es un ídolo del público inteligente y ahí había mucho.

Pero aún más cuando subió Jesús Nova y le pidió que presentara al artista que venía a continuación, era Fernando Villalona y Luis Días lo presentó como “uno de los artistas más queridos del país”. Se abrazarón y el público celebró esa anhelada reconciliación.

No habían alcanzado las dos estrofas cuando empezaron a llamar y a subir todos los artistas que habían participado en el evento y cantaban y bailaban todos juntos, eso era una maravilla que se movía como energía de paz y de unidad desde el Alcazar hasta el imponente puente.

Todos bailábamos, aplaudíamos y nos uníamos en ese abrazo sin brazos que se extiende entre los cuerpos cercanos con la satisfacción que da estar en un lugar donde se exalta una condición que nos es entrañable y común a todos: ser dominicanos.

Me sentí feliz esa noche, primero porque estaba ahí y porque mientras sonreía y coreaba cada una de las canciones que fueron alguna vez oficiales de nuestro carnaval pensaba en lo democrática y plural que es esta decisión de que el pueblo tenga su propia gala, abierta y gratuita. Y, por la certeza, de que la próxima vez, el próximo año en que la gente vea u oiga una promoción de “Abriendo el carnaval”, no se la querrá perder…

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