Ayer, al mirar hacia la ventana, vi cómo un par de nubes grises sorprendían a la madrugada. Pensé que llovería y, por un instante, dudé en salir de casa. Luego recordé que el día anterior el cielo había estado nubladísimo pero no llovió. Bajé. Al salir al parqueo, la sorpresa: ¡un menguante, muy hermoso, brillaba junto a las estrellas! ¿Y las nubes? Estaban sólo en mi ventana; el resto del cielo… ¡bello!
Así, como esas nubes que vi a través de la ventana, es la visión de los partidos políticos y la gente que se ha fanatizado con/en ellos: está reducida, sesgada, porque sólo observan lo que está frente a sus ojos. No buscan, porque no salen de su zona inmediata y de confort, una visión universal que les pueda permitir empaparse de toda la realidad.
Por ello, en realidad, es que no aceptan los resultados de la encuesta Gallup-Hoy: sólo son capaces de ver lo que les interesa, jamás van a más. El Gobierno, por ejemplo, olvida que la gente está harta de vivir en un país donde no se puede andar por la calle sin miedo (a menos que uno sea muy osado), donde comer y transportarse está más caro cada día y continúa siendo una suerte, y no un derecho, tener un empleo que le pague con qué sobrevivir.
En el caso del bando de Luis Abinader han perdido de vista que es difícil creer en su discurso anticorrupción cuando se han aliado a un partido de muy dudosa reputación y tiene algunos candidatos de infarto (el PLD tampoco se queda atrás en ese punto). Por otro lado, dice que es la cara del cambio y anda con dinosaurios del patio. Si a eso se sumamos la tanda extendida y otros cheverismos del Gobierno, es fácil entenderlo todo.