La palabra Gastrosofía puede definirse como: “la ciencia de los apetitos y de los placeres de la mesa”. Es una atractiva frase de Brillard Savarain, quien también escribió: “convidar a alguien a cenar es encargarse de su felicidad mientras esté con nosotros”. Estas fueron las palabras del abogado y buen amigo Wenceslao Vega agradeciendo la presentación de una nueva edición de la novela “Anadel” de la autoría del también abogado Julio Vega Batlle, su padre. El prominente psiquiatra Dr. Enrique Silié y su esposa Yamira me obsequiaron el libro “Sobremesa de Anadel” y al entregarmelo me expresaron “te va gustar Anadel, su estilo se parece a como escribes”; cuando les pregunté el por qué, me respondió que su inteligente autor era como tú: “un inglesado, culto personaje, colector de recetas y un consumado sibarita”. Fue así como empecé a conocer la novela “Anadel”. En ella se describe la vida de un joven cocolo de ojos claros que vivió en la hermosísima playa Anadel de Samaná el solitario Trigarthon Rymer, hasta que arriba en su yate el multimillonario francés Charles Croiset con un séquito de aristócratas. Comenta las culinarias más exquisitas del mundo (la belle cuisine), así como la historia de los grandes banquetes, etc. La obra es más que un tratado del buen comer, tiene mucho de geografía y de historia dominicana.
El autor, el doctor Vega Batlle intelectual de grandes luces, a decir de su hijo: “guardaba todos los menús que podía recoger en Europa y Estados Unidos y el mismo tenía un fichero con sus platos favoritos, en su casa preparaba sus platos y enseñaba a familiares y amigos a hacerlos”. En verdad que acepto honroso la similitud, pues ciertamente el autor y yo hemos hecho lo mismo en lo culinario, pero además ambos coincidencialmente fuimos por igual diplomáticos en el hermoso Londres. Pensé en los menúes míos, mis coleccionados van desde: el Buckingham Palace y el Ritz en Londres, el Guy Savoy de París, el Drolma de Barcelona, etc. En unos días viajo a Los Ángeles, California, y espero conseguir reservación en el famoso restaurante japonés Wrasawa. La obra “Anadel” de agotada edición, tuvimos la suerte de conseguirla en la Biblioteca Nacional por diligencias ante el atento amigo Lic. Diómedes Núñez Polanco y por su eficiente asistente Zoila, gentileza que agradecemos.
El placer alimentario es una necesidad fundamental del animal evolucionado y la importancia de la demanda en complejidad crece con el grado de evolución de las especies. Un neurobiólogo epicurista, Jean-Didier Vincent, afirma que el hombre ha nacido para el placer; todos lo sabemos no hacen falta pruebas. El placer de todos los mamíferos, aun de la bestia, está ligado a la actividad de estructuras cerebrales primarias, el hipotálamo con más precisión. Pero el soñar, la socialización en una mesa gratificante, el complejizar las comidas, el amor mental, son debidos a la presencia de la corteza cerebral privilegio del que solo disfruta el hombre, que genera las fantasías propias en cada individuo. El hombre como tiene el córtex cerebral logra establecer la diferencia entre el comer por necesidad primaria y el de disfrutar plenamente y con elegancia en una buena mesa. Por una parte está el apetito natural que pertenece a una necesidad primaria; y por otra el apetito de lujo, que pertenece a un deseo complejo ya más excelso gracias a los órganos de los sentidos que manipula el cerebro y recíprocamente.
El gusto es claramente uno de los sentidos más importante en la elección de la alimentación y el placer que este ofrece. Según Voltaire en su “Diccionario filosófico”, escribe: “El gusto, ese sentido, ese don para distinguir nuestros alimentos, ha producido en todas las lenguas conocidas la metáfora que expresa, por la palabra gusto, el sentimiento de las bellezas y los defectos en todas las artes”. Esta novela es un verdadero homenaje al buen gusto y a lo refinado, lo que nos es muy común. Soy de opinión que para usted ser un elegante anfitrión, se necesita mucha “inteligencia” y finura. El autor de la novela Anadel es abogado, diplomático, artista polifacético, de igual modo había sido actor y autor teatral, músico, poeta, novelista, cuentista, director de dos revistas, “Anarkos (1923) y “Hélice (1934-35). El nombre de Julio Vega Batlle, será cita obligada en la novelística dominicana. La recomendamos, a Anadel, la cual hemos disfrutado plenamente; la vida de ¡El solitario del mar!