La generación del silencio

<p>La generación del silencio</p>

UBI RIVAS
Hay, hoy, en la aldea planetaria, una emergente, difusa, amplia generación del silencio, inmersa en el mundo de la informática, la autopista de la información, asidos de la computadora, lap-top, dividí, juegos computarizados por pantalla, que ha desertado de los entretenimientos seculares saturados de bulla, para adentrarse sigilosa, en el mundo del silencio.

Es la generación del silencio, que simplemente ha anulado el marco referencial de los juegos tradicionales de trúcamelo, papá y mamá, yoyo, trompo, a las escondidas, a diez, libertad, yaz, detective, bazares, sacar cacatas con un jarrito de agua y un cuchillo, saltao, topao, estos dos últimos con canicas o bellugas, muñecas Marilú o Barbie.

Clases de bordar y rellenar diseños encartados en revistas, de tela, crucigramas, clases de piano y ballet y cocina.

Todo ese barruntar de entretenimiento ha sido ignorado, diezmado por la indiferencia o simplemente por el atractivo irresistible de la era de la informática, punta máxima del éxito científico más notable del siglo XX, la comunicación, que aportó la radio, tv, primero el telégrafo y luego el teléfono, la tv por cable que refirió para la posteridad el escritor canadiense Marhsall McLujan en su ocurrencia superba de “la aldea global”, cuando la tv por cable submarino conectó a los continentes.

La era de la comunicación que condujo a Neil Armstrong a la superficie selenita por primera vez en la historia en 1969, comunicándose con el presidente Richard Nixon en la Oficina Oval, a 380 mil kilómetros de distancia, fuera de la superficie terrícola.

Ya los atractivos de los circos, con los caballitos de madera de policromía impactante rodando un tío vivo los simios montando bicicletas y perforando un aro envuelto en candela, no son atractivos para esta generación de imberbes y niñas, adolescentes y teen-egers. Tampoco los zancos, el frú-frú con tapas de lata batidas con una gangorra, ni volar chichiguas y cajones en cuaresma, San Andrés el 30 de noviembre, panquear en los ríos, ir al monte con un tirapiedras a tirarle a los pajaritos. Todo eso se modificó por los resorts con todo “incluido”, las vacaciones en Miami o en crucero.

Pero sobre todo eso, esta es la generación del silencio, donde por horas, los niños y adolescentes, y hasta más allá, permanecen en silencio, observando los juegos de nintendo y dividí, hurgando conocimientos y curiosidades en la computadora en el mundo fascinante de Wikipedia, donde en un tris, y como al conjuro de una lámpara de Aladino, surgen las respuestas y satisfacciones culturales de todo el variopinto conocimiento humano, sin volver páginas, “de ahí a ahí”, fácil.

Este fascinante universo informativo lo completa el HI-FIVE, donde fluyen cantidades impresionantes de personas con rápido acceso y contactos iniciales que concluyen en infinidad de casos en horcas caudinas.

De manera que El Pozo de la Dicha, el Juego de los 7 Errores y hasta los horóscopos, han quedado relegados ante la avalancha de modismos que delínean los convencionalismos de la generación del silencio.

Periquita, El Fantasma, Dick Tracy, que hace medio siglo pronosticó los celulares de pulsera que los de mi generación incluíamos en los devaneos oníricos de la serie de Flash Gordon, Doctor Merengue, Benitín y Eneas, Daniel el Travieso, El Pato Donald y su tío Rico Mac Pato, Popeye, Félix el gato, Tom y Jerry y hasta las salas de cine, son en cierto modo piezas de museos en el gran entretenimiento de la gente menuda.

La contrapartida y esperanza en la generación del silencio que depositamos los mayores es que aprovechen las suculencias del saber y no deriven ni descaminen el universo informativo cultural por los vericuetos de los contravalores del sexo, la violencia y las drogas.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas