Por Iban Campo
En el mundo empresarial actual, las organizaciones se encuentran ante un desafío constante: la retención y atracción del talento. Cada vez más, se hace énfasis en la importancia del «salario emocional», un concepto que ha ganado relevancia en América Latina durante la última década. Es una tendencia impulsada por una nueva generación de profesionales que buscan oportunidades de crecimiento en un entorno laboral que valore, tanto su bienestar y desarrollo personal, como su contribución a la sociedad.
La percepción que los colaboradores tienen de sus empleadores se ha convertido en un factor crítico que influye en el éxito de las empresas, pues, gracias a la digitalización, las redes sociales se han convertido en el patíbulo para medir, evaluar y juzgar las funciones, políticas y conductas de una empresa.
En ese sentido, LLYC en su informe sobre “El Colaborador Social”, basado en el acceso y análisis de big data por medio de herramientas basadas en Inteligencia Artificial, generó una base de más de 680,000 menciones en México, Panamá y República Dominicana que estudia la conversación de los colaboradores en sus entornos de trabajo.
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Según los hallazgos, la constante en los tres países es que las cargas de trabajo son el principal motivo que detona opiniones negativas con respecto al empleador. En la muestra estudiada en República Dominicana, específicamente, el colaborador prioriza las condiciones de trabajo antes que el sueldo, exigiendo un ambiente laboral estable y las posibilidades de hacer carrera dentro de la empresa como prioridad.
Retando la situación actual
De acuerdo con el estudio global realizado por Gallup “State of the Global Workplace: 2023 Report” se observa un incremento en la tasa de colaboradores comprometidos en el periodo 2021-2022 en comparación con datos desde 2009. Sin embargo, es importante destacar que, a pesar de este aumento en el compromiso laboral, también se registra un nivel más alto de estrés entre los colaboradores. Las regiones que muestran los niveles más altos de compromiso son el sur de Asia (33%), seguido por Estados Unidos y Canadá (31%), y América Latina y el Caribe, que también alcanzan un nivel del 31%.
Los colaboradores no son simples trabajadores; son embajadores de la empresa. Su satisfacción, su bienestar y su compromiso no solo afecta a la productividad y la calidad del trabajo, sino que también impacta en la reputación de la empresa y su capacidad para atraer nuevos talentos.
El reto al que se enfrentan las empresas es claro: deben promover iniciativas que fomenten una distribución equitativa de tareas, dinámicas de integración, programas de desarrollo personal, atención a la salud mental y esquemas de beneficios complementarios a los básicos. Estas medidas no solo atraen a nuevos talentos, sino que también retienen a los colaboradores existentes, creando un ambiente de trabajo más saludable y productivo.
La generación emergente
Los jóvenes profesionales recién egresados son los que están liderando el cambio hacia el salario emocional. Estos individuos no solo buscan un salario competitivo, sino también oportunidades para desarrollarse como un sentido de propósito en su trabajo. Las empresas que pueden proporcionarlo tienen una ventaja significativa al atraer y retener a estos colaboradores altamente motivados.
Los jóvenes profesionales de hoy desean trabajar en empresas que abrazan la diversidad, la sostenibilidad y el compromiso social. Valorar el salario emocional no solo les brinda una experiencia laboral más satisfactoria, sino que también les permite desarrollar su potencial y contribuir a un impacto positivo en la comunidad.
En un mundo donde la percepción de los colaboradores es clave, y donde el bienestar emocional es un activo empresarial, las empresas están llamadas a adaptarse y liderar este cambio. El futuro del éxito empresarial radica en comprender y satisfacer las necesidades de una fuerza laboral que valora no solo lo que hacen, sino cómo se sienten al hacerlo.
Por Iban Campo es director general de LLYC en República Dominicana.