“La Generación Z”

“La Generación Z”

Parte II

En estos pasados quince días, Píndaro ha estado acompañado de Pigli y Carlos mientras viajan en su descapotable por el país llegando hasta Rancho Arriba… La maravilla de la naturaleza les ha permitido seguir ‘filosofando’… Píndaro mete la cuchara y les cuestiona: “¿No creen ustedes que esta llamada Generación Z está creciendo ignorando la esencia de trabajar en equipo?”… Pigli, entonces reflexiona: “Soy padre de tres hijos de la generación Z y, también doy clases en un colegio en el que trato con jóvenes entre los 12-18 años y puedo darme cuenta de que el potencial es enorme… Si están dirigidos, pueden entender el trabajo de equipo, incluso mejor que otras generaciones pues se especializan más en cosas puntuales en vez de ser competidores por la máxima posición…”.
Sentado en el sillón trasero del convertible, Carlos exclama: “Estos jóvenes son capaces de trabajar en equipo con altísima eficiencia; pueden ser jugadores de equipo, sabiendo que juntos van a lograr más y que esto favorece tanto el logro del grupo como el suyo propio… No son individuos que buscan desaparecer en el grupo y escudarse en la masa para, supuestamente, participar pero sin responsabilizarse… No… Más bien, buscan insertarse en los equipos para aportar su individualidad… y crear sinergia… aunque, posiblemente no se dan cuenta todavía de esta realidad y sus implicaciones…”.
“Parece que el olor a pinos frescos de nuestras montañas les ha afilado el cocote… ¡¡¡Qué chulería de razonamiento!!!” –grita Píndaro, mientras los mira fijamente y les inquiere: “¿No creen ustedes que su actitud les llevará al aislamiento poblacional en sus países?”…
Pasándose las manos por su incipiente barba, Pigli comenta… “Yo creo que criticamos a esta generación, proyectando lo que nosotros hemos soñado ser para cuando cumpliéramos nuestros 40 y tantos… Esta generación, no va a esperar tanto… son poco pacientes porque están acostumbrados a que los problemas se resuelven de forma rápida… Creo que las organizaciones son las que van a mutar, cada vez con menos procesos, menos pérdida de tiempo, más efectividad…”.
Con el frescor de la brisa, y su cabeza reclinada en la recogida capota, Carlos sentencia: “Al mundo no lo cambian las masas… Al mundo, lo cambian individuos con fuertes convicciones y claridad de propósito, que son capaces de crear resonancia en grupos e individuos que se suman a sus iniciativas y les dan fuerza y cuerpo…. Ellos quieren ser sus propios jefes, porque no han encontrado una generación de jefes sintonizada con sus expectativas, su velocidad y su visión del mundo, más conectada que la de generaciones anteriores…”.
En este momento, Píndaro mete la cuchara de nuevo y se atreve a preguntarles: “El hecho de que los integrantes de la Generación Z sean de actitudes privadas y de incógnito… ¿No deja campo abierto a los gobernantes de los países a que, conocedores de la individualidad de esta generación, están dispuestos a manipular sus ideas?… Recordemos que “divide y vencerás” es la máxima por excelencia de los políticos para ellos preservar la unión de sus enclaves de control…”.
Carlos vuelve y remacha: “No me parece que sean actitudes de incógnito… Tampoco tan privadas, como se dice… El problema está, en que la generación que se ha encargado de estudiarlos y etiquetarlos (como si fueran animales de laboratorio) lo hace desde un paradigma distinto, fundamentado en la creencia de que la conexión interpersonal se da únicamente en el contacto personal directo…. A través de los nuevos medios, estos jóvenes han creado vínculos multidimensionales; tienen no uno ni dos, sino tres, cuatro, diez grupos de amigos, según diferentes intereses. O sea, están más conectados que nunca… ¡con más gente que nunca!… Y, eso los etiquetadores no lo comprenden, porque están viendo al mundo con los lentes del etiquetador, no del etiquetado (cuando no debería haber ni lo uno ni lo otro, quizás simplemente ser observadores, no para etiquetar sino para comprender nuestras propias realidades y fallos, y dejar de ver “lo raro” que son los otros)…”.
Mientras Carlos hace su reflexión, Pigli pasa se su mano derecha por su cabeza… varias veces… y, de súbito, parece entrar a tocar un aspecto neurálgico para muchos de nosotros… “Creo que esta generación tiene unos valores sociales muy importantes –dice-… Creen que las guerras no brindan soluciones, que las vacunas deben estar al alcance de todos y gratis, que el Internet les da una plataforma para atacar a los malos sin depender de medios de comunicación controlados por estados, corporaciones o grandes capitales… que la información, debe estar al alcance de todos y que los corruptos deben ser expuestos (ya vemos algunas cosas como Assange y su equipo o los Panamá Papers)… Por esta razón, será difícil dividirlos… Son demasiado inteligentes y enfocados en la búsqueda de un bien común”.

En ese preciso instante, irrumpe un rugido de gran cilindrada que viene conducida por Jochito –‘El Poeta de la Motocicleta’ y gran amigo de Píndaro, quien, al verlo, le sonríe y le saluda con un “¡Quiúbole, aquí, filosofando sobre la Generación Z!”… Su comentario no se hace esperar: “¡Los nativos digitales, son ya muy distintos a nosotros… Tienen, a decir verdad, déficits y superávits existenciales!” –sentencia-…Y, devolviéndoles la sonrisa a estos filósofos del patio, acelera y, con su sabia sonrisa, sigue su ruta alejándose estos tres que creen ‘echaron a Pedro en el pozo’…

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