Cuarenta y nueve años atrás, un grupo de valientes dominicanos superó las dificultades y riesgos enormes que suponía conspirar contra el más cruel tirano de América y logró ajusticiarlo en la avenida George Washington. Rafael L. Trujillo, perverso y sanguinario en grado sumo, sojuzgaba a la nación a través de una maquinaria militar, política y propagandística que le perrmitió imponerse durante 31 años para llevar luto y dolor a una sociedad que fue dejada en condiciones que llenaron de dificultad el objetivo de lograr en el corto plazo el restablecimiento del orden democrático.
De ahí que casi medio siglo después de la desaparición física del tirano, República Dominicana presenta debilidades en las instituciones llamadas a contribuir de manera más efectiva al desarrollo y bienestar de las mayorías. Además, la pobre enseñanza de la historia y la frustración de generaciones posteriores al horror de la Cárcel de la Cuarenta han dado en ocasiones oportunidad para exaltaciones al poder absoluto como pretendida opción a la falta de orden y seguridad y a las deficiencias del Estado. Incluso el país ha sido testigo últimamente de burdos e hirientes intentos de desconocer la contundencia de los hechos que caracterizaron la ignominiosa Era de Trujillo! Esfuerzo fallido! el repudio ha sido instantáneo y vigoroso. No hay espacio para la mentira como tampoco lo habría para el retroceso.
A las madres, a unas en especial
Muchas madres dominicanas merecerían algo más que felicitaciones y expresiones de buenos deseos. Además de las demostraciones de amor de los hijos, un sector numeroso de esas madres son acreedoras de un trato más justo de las leyes y de las políticas en uso. Tengamos presente a muchas de nuestras mujeres que son madres solteras; y de todas ellas hagamos mención de las que en alto índice ingresaron a la maternidad sin haber alcanzado madurez física y emocional.
Visto el alto desempleo reinante, deduzcamos que numerosas madres no tienen trabajo ni acceso a la seguridad social o dependen de precarias informalidades para obtener ingresos. En el Día de las Madres debe preocuparnos el futuro incierto de las marginadas, entre las que aparecen muchas que reciben una ayuda social que en verdad no da más dignidad a sus vidas y otras que sufren por la incapacidad del Estado para repartir un desayuno escolar seguro.