DR. JOSÉ A. SILIÉ RUIZ
Recientemente estuve de nuevo frente a la enigmática sonrisa de la Gioconda o la Mona Lisa en el museo del Louvre de Paris. Al regresar al país y revisar la prensa nacional, deber que disfruto grandemente, encuentro la grata sorpresa de un reporte del Congreso Europeo de Percepción Visual, donde la neurobióloga Margaret Livingstone de la Universidad de Harvard , plantea la teoría de que lo enigmático de la sonrisa lo crea nuestro propio cerebro por la forma de visión óptica, pues tenemos una visión central y una periférica, siendo la primera la parte a la que ponemos mayor atención y por tanto una visión mas clara y definida.
En lo personal siempre la he visto desde tres o cuatro ángulos y doy fe de que en verdad resulta enigmática y por igual, en una muy agradable coincidencia encuentro en mi escritorio la obra , Interpretación Psico-Filosófica de la Mirada, de la autoría del eminente médico dominicano Dr. Carlos Dante Heredia García quien ha desarrollado su vida profesional en Barcelona, España, publicada por nuestra Academia de Ciencia y con palabras de presentación de su presidente, el Dr. Nelson Moreno Ceballos a quien felicitamos públicamente por la buena labor de conducción de la institución que agrupa a hombres y mujeres dedicados a la ciencia del país, por lo que los frutos del esfuerzo se están haciendo presentes.
Al parecer, el autor como experto en el campo del sentido de la luz, no ha escapado a la fascinación de la enigmática modelo y ya en el 1983 en italiano había publicado un trabajo de investigación sobre el tema. Dedica el Dr. Heredia como eminente especialista de la visión, en la pagina 18 unos comentarios que compartimos plenamente, pues a todos nos pasa, cuando leemos algo y los juicios coinciden con los nuestros, tomamos posesión irreverente y los hacemos nuestros, por eso lo citamos: ?Solamente la Gioconda, llamada afectuosamente Mona Lisa por sus contemporáneos, en el museo del Louvre en Paris, cuyo autor es el conspicuo, polifacético italiano , genio del renacimiento, Leonardo da Vinci, ha podido confundir a los expertos, no se sabe si son sus ojos o su boca los dominantes de su fina y compleja sonrisa.
Tampoco ha logrado dilucidarse si era la esposa del florentino Francesco del Giocondo o si se trata de una bella dama española, la duquesa de Francavilla. Su enigmática sonrisa ha sido considerada por los otorrinolaringólos, potestad de una afección que encaja perfectamente dentro de los linderos de su especialidad. Los alergólogos se consideran necesariamente reclamados con la no dilucidada sonrisa. Los odontólogos alegan la existencia de una gravidez. Los psiquíatras atribuyen la sonrisa a una alteración en su campo y los más cautos afirman que la dama sonríe maliciosamente al conocer la existencia de tantos diagnósticos dispares?
Plantea la neurobióloga norteamericana, que para ver la sonrisa del cuadro más famoso del mundo, era necesario que se enfocase otra parte del cuerpo para que la sonrisa quedara en lo que se llama visión periférica del cerebro, de la que se tiene menos conciencia. Aprovechemos esta oportunidad para describir como el cerebro ve, pues los ojos nuestros no son mas que receptores, no vemos con los ojos vemos con la corteza visual en el lóbulo occipital, situado en la parte posterior del cerebro.
La mejor experiencia es la vivida y en esto coincido con la Dra. Livingstone. Nos paramos frente a la hermosa dama en tres posiciones diferentes y fueron cada vez aspectos disímiles que percibimos, fuera que insistiéramos en los labios, en los ojos o en el paisaje fondo de gran perspectiva en profundidad.
Cuando miramos una imagen, se inicia en la retina un estímulo hasta la corteza visual donde se produce un mapa de la imagen, esa imagen tendrá un componente de buena visión que es a lo que ponemos atención, es esa la visión central de gran calidad y una que estará alrededor la visión periférica con menos calidad en su imagen. Los componentes de la imagen color, forma, orientación están separados y después procesados a lo largo del lóbulo temporal donde se genera la forma del objeto, para superponerse las dos imágenes de nuestros ojos en una sola que es la que el cerebro lee.
De acuerdo a nuestra humilde experiencia y por ser un admirador de la genialidad de este italiano, lo que pudimos apreciar en esta visita al Louvre, es que tiene unas líneas imperceptibles debajo de los labios de la hermosa dama, que de acuerdo al ángulo de la visión periférica se apreciara al máximo su enigmática sonrisa y en esto coincidimos totalmente con la neurobióloga, en el hecho de que si uno fija la mirada solo en los labios de enigmática modelo, se pierde el encanto de la dulce sonrisa. Cuanta genialidad que aún en éste siglo no hemos podido descifrar sus encantos.
El Dr. Silié Ruíz es neurólogo