La globalización

La globalización

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Radhamés Virgilio hizo cosas que me hubiera gustado hacer. Una de ellas es un artículo donde señalaba situaciones de personajes que acompañaron desde la infancia a varias generaciones. Estaba frente a la Casa Rosada, en Buenos Aires, cuando atisbé el edificio donde fue celebrado el Cabildo abierto, origen a la independencia Argentina y me percaté de que no estaba completo.

La respuesta me indignó y aún me molesta: mutilaron el edificio histórico para dar paso a una amplia y bonita avenida, pero manque. La historia no se irrespeta, la historia se aprende para disminuir las meteduras de pata que nos tocan.

Eché un berrinche con el funcionario que me daba la explicación. Y pude hacerlo, porque soy de la generación que bebió en Billiken una parte de la historia de Argentina y de la cultura mundial.

Los argentinos tenían a Mangocho, Misia Pepa, personajes tan interesantes como Don Fulgencio, el hombre niño, el capitán Maravilla, Avivato y otros antecesores de Mafalda, con los cuales se hizo frente a la invasión norteamericana que trajo a Superman, el Fantasma, Benitín y el señor Flores de Apodaca (Enéas), Dick Tracy, entre otros.

Hubo, pues, una resistencia que trazó una raya divisoria entre los muñequitos, cómicos o paquitos (como se les llamaba) que pensaban y actuaban en inglés norteamericano y los personajes que pensaban y actuaban en criollo.

Luego los mexicanos crearon una gran industria de los muñequitos y tradujeron algunos y crearon otros como Tskub Baloyan ¿se escribe así? Que servían para enseñar a los niños valores humanos imperecederos como el honor, el amor, el valor, la honradez, la solidaridad con el débil, la obligación de socorrer al oprimido.

Entonces los muñecos eran muñecos de juego, ahora los personajes que manejan los niños son monstruos, llenos de maldad, asesinos, ladrones, terroristas persiguiendo a la reina de Inglaterra o asaltando la Casa Blanca de los Estados Unidos, enseñan a matar a la reina y al presidente, a destruir la autoridad, que es fácil penetrar donde están los mandatarios y que se pueden matar, porque en los juegos son muertos por los tiros que se disparan con la computadora o con el control de un Game Cube o de un Play Station 2 o qué sé yo que otro instrumento empleado para la destrucción.

Radhamés Virgilio Gómez Pepín preguntaba entonces si alguna vez se casarían Diana Palmer y el Fantasma, si finalmente Mandrake el mago y su bella novia Nadia irían al altar, si habría alguna vez hijos de Superman y Luisa Lane y todos quedamos invitados a esas bodas aunque no todas se celebraran.

La unión de dos de los monstruos que fabrican los asesinos de la inocencia infantil producirían un engendro de maco y cacata como algunos que ha parido, en mala hora, la política nacional.

Se les enseña a los niños  a ser terroristas y asesinos, a robar bancos y a matar autoridades: presidentes, reyes, policías.

¿Y si esa es la enseñanza principal a los niños, qué se espera que sean mañana?

El problema es de cada padre, de cada madre, de cada pareja de abuelos.

Pero la globalización es tan fuerte que a cualquiera le amarga el azúcar.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas