La «Gloria y el Calvario» En «Espera de penumbras en el viejo bar» NOVELA DE ROBERTO MARCALLÉ ABREU

La «Gloria y el Calvario» En «Espera de penumbras en el viejo  bar»  NOVELA DE ROBERTO MARCALLÉ ABREU

Al comenzar a escribir sobre esta novela “Espera de penumbras en el viejo bar.” [Editorial MC, Santo Domingo, 2016] y que gracias a esta segunda edición tenemos en nuestras manos, tengo una sonrisa dilatada de satisfacción que deviene de ese placer fundamental que todo texto bien argumentado debe dejar. Palabras e ideas se complementan de una manera admirable.
Lo primero es que, con esta historia, el narrador y novelista reafirma su calidad y su bien logrado sitial en las letras dominicanas (Premio Nacional de Literatura 2015) entre otros laureles. Es, definitivamente, como el ‘Rey Midas’ de la literatura dominicana: todo lo que toca (escribe) se vuelve oro puro.
La novela “Espera de penumbras en el viejo bar” está matizada de dramáticas descripciones hiperrealistas sin descartar un agudo sentido poético. La prosa se viste del verso y este desnuda al narrador. Y en lo humano ese aire existencial, fatalista y anárquico, que puede ser considerado un signo general de ese lapso que recrea a la perfección el autor, y cito:
“(…) era una vida pobre y estúpida, sin mayor sentido del que le daba la rutina, lo normal, lo evidente, lo fehaciente”. pp.32
La novela debe retratar una época como ningún otro género y es ahí que se definen y conforman los proyectos narrativos. Marcallé Abreu posee ese don mágico para plantear no solo el aspecto psicológico de sus personajes, sino las situaciones latentes en la sociedad. Por ejemplo, ese juego intertextual con temas musicales románticos que, como metáfora, nos habla de la angustia y el desasosiego que experimenta su protagonista –René-; pero igual cualquiera de nosotros. Y, por otro lado, la dejadez, la manipulación y el juego amatorio que probablemente sea inconsciente en Irene, que se perfila como ‘chica light’, otro aspecto socio-temporal del periodo o tiempo espacial. Estamos inmersos en una época de cambios socio- políticos que involucran tanto el país como la región, pero más que eso, de un despertar a libertades y formas de vida que permanecían en las penumbras.
Y como segunda lectura ese aire imperante del neobarroco de constructor de recursos semánticos, nostalgias de ese existencialismo o angustias a lo Kierkergaard, por no decir como el Gabriel de Kafka, que sufre René, sin el recurso de la metamorfosis física pero si en su evolución sentimental. Esto sin abundar mucho sobre el discurso de Jacques Lacan que el autor cita en labios del sufrido René cuando esboza su ‘dolor que no cesa’… Porque, créanme, esta novela revela y retrata profundidades filosóficas en ese juego dialéctico y manipulador que ocurre entre los protagonistas.
Dada la riqueza de contenido del texto podemos abordar varias aristas, pero para mí, el discurso central lo define la siguiente terna de vocablos: AMOR-PASION-ESPERA, en la disyunción René-Irene como personajes principales. Ovidio mismo, en “las Cartas de las heroínas”* dice que «El amor es cosa llena de angustias y de miedos», y justamente es el calvario que sufre nuestro protagonista, René, en la espera agónica de su amada.
De modo que la novela es un juego de manipulación en el campo del amor o relaciones pasionales donde la aventura, la novedad y ese –tequiero- pero –notequiero- son mecanismos de seducción y determinan la sal y permanencia o durabilidad de la relación con obtención o no del sujeto deseado-a.
Aunque las feministas me maten, y siendo objetiva con lo que leo, el autor recreó perfectamente esa maniobra femenina cuando se trata de trastornar a su pretendiente; obviamente porque las razones de ambos no se fundamentaban en el ‘amor’ platónico… pero sí en el deseo por lo prohibido. Irene lo manipuló todo el tiempo. Debo afirmar además que los hombres también controlan y manipulan aunque este no es el caso.
La segunda palabra o grupo que para mí cobra mucho valor estético, casi como personaje o metonimia es PENUMBRA. Y con ella como figura literaria podemos encontrar innumerables ejemplos. Penumbra define la obsesión del protagonista. La oscuridad mental, el desasosiego, la niebla, la oscuridad.
Otra connotación semántica de la obra es el nombre del bar ‘GLORIA’. Y lo es porque René pretendía una supuesta “felicidad” o más bien un renacer de su vida atávica, recurrente y empobrecida desde adentro hacia afuera. Bar Gloria pretende ser su ‘cielo’ pero se convierte en lo contrario… un infierno donde encuentra angustia, desesperanza y martirio, mejor dicho, se convierte en un calvario.
“(…) desde la penumbra de la entrada al bar Gloria, bar de recuerdos, bar de tristezas, bar de Eros y de Baco, bar de tu recuerdo, mujer…” pp.22
El autor nos cuenta una anécdota o leyenda urbana sobre un presidente, pero muchos conocemos que se trata de Balaguer, no como apología de la prostitución pero sí como elemento ético o crítica social obviamente a la doble moral de Palacio. Al parecer la corrupción no se detenía en la puerta de su despacho.
Lo que me impacta de Roberto son sus habilidades plásticas narrativas, dado todo lo demás. Coloca a sus lectores en la piel de cada personaje y nos hace vivir la historia. En fin, esta historia no es más que una reminiscencia de aquellos años, que los merengueros, o sus manejadores llaman en nuestro país los ‘años dorados’, y yo no digo que solo del merengue sino de la balada, de las costumbres, del buen vivir; aun para aquellos que vivimos esas nostalgias, esa música disco o motown. Esos sinsabores y ese regustarse en el dolor porque sí: la música, los tragos, los bares, discotecas, etc; como si ser existencialista fuera una moda o boom de ese momento.
Un retrato de la sociedad minucioso y exhaustivo. Coincido totalmente con el inquisitivo y versado crítico literario Giovanny Di Pietro cuando dice sobre Roberto Marcallé-Abreu:
“(…) Algún día, la obra de Marcallé habrá que estudiarla a fondo como una preclara ilustración de todas las facetas de una sociedad en franco descalabro”.
Nota bibliográfica.
J. Lacan, seminario Los escritos técnicos de Freud (1953–1954). Trad. de Juan Granica, Rithee Cevasco y Vicente Mira Pascual. Barcelona, Paidós, 1981, sesión del 17 de marzo de 1954, p. 173.
Ovidio, Cartas de las heroínas. Trad. de Ana Pérez Vega. Madrid, Gredos, 1994, p. 28.

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