La gramática oculta del golpismo (2 de 2)

La gramática oculta del golpismo (2 de 2)

FABIO RAFAEL FIALLO
Las esperanzas de Bosch y sus partidarios con respecto a un eventual apoyo norteamericano permanecían intactas incluso un año y medio más tarde, en los inicios del estallido militar de abril de 1965.  En efecto, tan pronto como dimite el gobierno de Donald Reid Cabral el 25 de abril, el PRD de Bosch pide una “presencia de Estados Unidos” que facilite o coadyuve a la toma del poder de Juan Bosch (ver el informe presentado por el senador William Fulbright, presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado de Estados Unidos, reproducido parcialmente en el libro de Marcel Niedergang, La Révolution de Saint-Domingue, pp. 212-3, y mencionado en Google, Senator Fulbright: Appraisal of US Policy in the Dominican Crisis, September 15, 1965.  La afirmación contenida en el informe aquí aludido, dicho sea de paso, no fue desmentida ni rechazada por Bosch ni su partido).

Analizaré a su debido tiempo esos pedidos de ayuda norteamericana, que acabo de mencionar, con el fin de extraer hasta sus últimas consecuencias las enseñanzas e implicaciones políticas de los mismos.  Aquí basta con señalar que los pedidos en cuestión ayudan a comprender por qué Bosch dejaba en esos tiempos a Estados Unidos fuera de toda sospecha con respecto a la participación eventual de ese país en el golpe de Estado que lo derrocó.

Por otra parte, como político avezado que era, Bosch no tenía interés tampoco en descargar el grueso de su furia en contra de nuestros cuerpos castrenses, ya que, como ocurrió de hecho más tarde, a él le convenía ganarse el apoyo, o por lo menos disminuir la resistencia, de nuestros militares o de una parte de los mismos a la eventualidad de un movimiento insurreccional a su favor.  Así pues, en la misma entrevista televisada a la que aludimos más arriba (El Caribe del 7 de octubre de 1963), Bosch declara que los militares dominicanos no empezaron la conspiración y anticipa una lucha por el poder entre dichos militares.

Por ello resulta comprensible que, en su precitado artículo “La gramática parda del golpismo”, Bosch haya tratado de restar responsabilidad a nuestros cuerpos castrenses, afirmando que la política había sido llevada a las fuerzas armadas “por líderes de minorías oligárquicas animados de odio al pueblo y de una necesidad incontrolable de poder”.  (Mencionemos de paso que Bosch hacía de esa forma caso omiso del espaldarazo que le brindó su propio “Borrón y cuenta nueva” a una jerarquía militar heredada de Trujillo y politizada por el dictador, que no tenía por vocación respetar un poder surgido de la voluntad popular.  De hecho, veintiocho años después, Bosch define el golpe de Estado como “la última acción importante del trujillismo”, reconociendo así la influencia decisiva del trujillismo en dicho golpe.  Ver artículo en el diario La Noticia del 26 de septiembre de 1991 titulado “Bosch: país supera época golpes de Estado”).

Volviendo a los tiempos del golpe de Estado, era pues más ventajoso políticamente en esos momentos dejar de lado a Estados Unidos, y reducir en términos relativos el papel que en el golpe jugaron los militares dominicanos, para atribuir la responsabilidad esencial del mismo a los dirigentes políticos de la oposición, y en particular a un Viriato Fiallo que no tenía volumen de tiro (a diferencia de los militares), ni peso internacional (a diferencia de Estados Unidos) ni tan sólo un despacho o cargo alguno relacionado con el poder.

Más aún, a causa de su oposición resuelta a la ocupación norteamericana de 1916-1924 y a la dictadura de Rafael Trujillo (que combatió desde dentro del país), Viriato Fiallo se había ganado un prestigio moral que hacía mella a sus enemigos políticos y que, por consiguiente, éstos tenían gran interés en tratar de mermar, y por qué no, demoler.  Presentarlo como el responsable del nefasto golpe de Estado era, por tanto, una acusación repleta de ventajas políticas para sus detractores.  ¿Para qué, en esas circunstancias, buscar las verdaderas responsabilidades del golpe de Estado, si achacárselas a Viriato Fiallo redundaba en un considerable beneficio político?

Bosch reproducía así, en cierta medida, el mismo escenario táctico que tanto provecho le había procurado a raíz del ajusticiamiento del tirano.  Recordemos que el “Borrón y cuenta nueva” le había permitido granjearse entonces el no desdeñable apoyo de la poderosa red de trujillistas que temían más que nada un triunfo electoral de Viriato Fiallo.  Así, de la misma manera que el famoso “Borrón” le permitió obtener la simpatía y el apoyo de la maquinaria trujillista en las elecciones de 1962, de esa misma manera, en el período 1963-65, era políticamente útil para Bosch no lacerar las susceptibilidades norteamericanas, e incluso, al menos hasta cierto punto, las de nuestras fuerzas armadas, con el fin de hacer viable un retorno ulterior al poder.  Esto dejaba como blanco ideal, o más bien como chivo expiatorio, a un Viriato Fiallo objeto de las horrendas e injustas acusaciones contenidas en el precitado artículo de la revista Life en español.

Las expectativas de Bosch variaron no obstante radicalmente después de la contienda de abril del 65 y de la ominosa intervención norteamericana que tuvo en ese momento lugar.  A partir de ese momento queda claro para todo el mundo que Bosch no podría contar con la benevolencia norteamericana.  El Profesor realiza finalmente un giro de ciento ochenta grados y atribuye la responsabilidad del golpe de Estado, ya no a políticos dominicanos en general ni a Viriato Fiallo en particular, sino al presidente Kennedy y a la misión militar norteamericana de 1963 (a pesar de haber previamente interpretado el retiro de la misión diplomática y de la ayuda de Estados Unidos al gobierno surgido de aquel golpe como una señal inequívoca del rechazo de Estados Unidos al golpe de Estado y de la no participación de aquel país en el mismo).  Afirma además en varias ocasiones que los militares que derrocaron su gobierno en 1963 “fueron instrumentos inconscientes de la misión militar norteamericana”.  (Ver a este respecto el artículo del Listín Diario del 27 de septiembre de 1976 intitulado “Bosch culpa EU caída de su régimen”; así como dos artículos de Bosch intitulados respectivamente “La historia secreta del golpe de Estado de 1963” y “La intervención yanqui en el golpe de 1963”, publicados en el Listín Diario los días 25 y 29 de septiembre de 1981).

Las implicaciones de esa milagrosa conversión de Bosch serán el objeto de la segunda parte del presente artículo.  Hasta pronto, amables lectores.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas