La gramática oculta del golpismo (2 de 3)

La gramática oculta del golpismo (2 de 3)

FABIO RAFAEL FIALLO
En la primera parte del presente artículo, decíamos que hasta el momento de la contienda de abril del 65 y de la ominosa intervención norteamericana, Bosch había atribuido la responsabilidad del golpe de Estado de 1963 a “los políticos que habían perdido la elección”, y en particular a mi abuelo Viriato Fiallo, de quien Bosch dijo que “cargará toda su vida con la mayor responsabilidad de este golpe”.

Bosch añade en ese momento que “la obra del doctor Fiallo” produjo así “su fruto amargo y venenoso” (ver su artículo “La gramática parda del golpismo”, en Life en español, 11 de noviembre de 1963).  Al mismo tiempo, y en múltiples ocasiones, Bosch eximía a Estados Unidos de toda participación, directa, indirecta o remota, en el golpe que lo derrocó.

Años después de la intervención norteamericana de 1965 que le impidió acceder de nuevo al poder, añadíamos, Bosch realiza un giro de ciento ochenta grados y atribuye la responsabilidad del golpe, ya no a políticos dominicanos en general ni a Viriato Fiallo en particular, sino al gobierno de John F. Kennedy y a la misión militar norteamericana de 1963, a pesar de que la retirada de la misión diplomática y de la ayuda de Estados Unidos había sido previamente interpretada por el propio Profesor Bosch como una señal inequívoca del rechazo de Estados Unidos al golpe de Estado y de la no participación de aquel país en el mismo. En la nueva versión de Bosch, los militares dominicanos que lo derrocaron habían sido “instrumentos inconscientes de la misión militar norteamericana”.

Bosch afirma entonces que el golpe tuvo su origen en una tentativa del presidente Kennedy (según Bosch) de utilizar el territorio dominicano, sin el conocimiento de nuestro jefe de Estado, para derrocar al presidente haitiano Francois Duvalier. Al temer que el jefe de Estado dominicano descubriese y denunciase esa violación de nuestra soberanía, prosigue Bosch, el gobierno norteamericano decidió dar el golpe de triste recordación. (A propósito de aquel viraje, ver el artículo del Listín Diario del 27 de septiembre de 1976 intitulado “Bosch culpa EU caída de su régimen”; así como dos artículos de Bosch intitulados respectivamente “La historia secreta del golpe de Estado de 1963” y “La intervención yanqui en el golpe de 1963”, publicados en el Listín Diario los días 25 y 29 de septiembre de 1981).

Algunos elementos de la tardía conversión de Bosch en lo que respecta a la responsabilidad del golpe de Estado dan motivo a pensar que la acusación proferida previamente en contra de mi abuelo Viriato Fiallo no había obedecido a una auténtica certidumbre de parte del Profesor sino a consideraciones esencialmente tácticas o coyunturales.  Veamos por qué. En los artículos antes mencionados, Bosch no solamente admite su viraje interpretativo y la nueva atribución de responsabilidades que se deriva del mismo, sino que lo explica y justifica aduciendo: “tardé mucho tiempo en conocer la verdad, porque el golpe del 25 de septiembre estuvo rodeado de un gran misterio”.  En el primero de esos dos artículos, añade sin embargo que, ya en la época del golpe, él “tenía sospechas bien fundadas de que había una relación directa” entre el golpe y una crisis que existió en ese momento relacionada con Haití. Bosch relata entonces varios incidentes anteriores al golpe, que tendían según él mismo a reforzar las sospechas que rondaban en su mente ya en esos tiempos.

De esto emerge, repentinamente, una intrigante contradicción: si ya en la época del golpe de Estado Bosch abrigaba “sospechas” de que dicho golpe estaba o podía estar vinculado al caso haitiano, caso con el que Viriato Fiallo obviamente no tenía ni podía tener nada que ver, ¿por qué, amable lector, a pesar de aquellas sospechas que debieron inducirle a buscar la responsabilidad del golpe en otras personas en vez de en Viriato Fiallo, se aventura Bosch a lanzar categóricamente, sin dejar traslucir tan sólo un asomo de duda, su infamante acusación contra mi abuelo?  ¿Por qué, como mínimo, no matizó Bosch su acusación con algún tipo de reserva, dejando la puerta entreabierta para anular aquella acusación en el caso de que las sospechas que tenía ya entonces a propósito de un vínculo posible entre el golpe y el caso haitiano resultaran fundadas, como el propio Bosch dijo más tarde que lo fueron?  En otras palabras, ¿no era cuestionable verter oprobio sobre un rival político que, si las susodichas sospechas se comprobaban, no podría cargar de manera alguna con la responsabilidad del golpe de Estado que Bosch le atribuyó?

Pero eso no es todo.  En sus precitados artículos de 1981 Bosch declara que, si bien “tardó mucho tiempo en conocer la verdad”, él finalmente llegó a descubrirla. Como acabamos de señalar, esa nueva verdad hacía responsables del golpe de 1963 a los Estados Unidos y a la misión norteamericana en el país, y ya no a Viriato Fiallo (contrariamente a lo que Bosch había afirmado en su artículo “La gramática parda del golpismo” del 11 de noviembre de 1963).  Y ahí surge una segunda contradicción del posicionamiento del Profesor con respecto a mi abuelo: ¿por qué, en ese caso, tan pronto como él descubrió la ?verdad?, no se retractó públicamente de tan injusta acusación?  ¿Por qué, entonces, no le pidió excusas a mi abuelo por haberlo acusado de algo de que, ahora, el mismo Bosch cesaba implícitamente de imputarle la responsabilidad?  En resumen, ¿por qué no retiró pública y abiertamente su acusación contra Viriato Fiallo una vez conocida la dichosa “verdad” que modificó radicalmente su visión de las causas del golpe de Estado?

Esto es una simple cuestión de lógica, caro lector. O bien la acusación de Bosch contra mi abuelo, de quien dijo que habría de “cargar toda su vida con la mayor responsabilidad de este golpe”, debía permanecer en pie, en cuyo caso la nueva interpretación de Bosch, que atribuía la culpa del golpe al gobierno de Kennedy y a la misión militar norteamericana, caía por su propio peso. O bien fue el presidente Kennedy y la misión norteamericana los que habían instigado e instrumentado el golpe, como Bosch afirmó en su segunda versión, en cuyo caso existía el deber moral de suprimir la acusación lanzada previamente en contra de mi abuelo. O bien, finalmente, si después de su viraje de ciento ochenta grados Bosch hubiera en realidad pensado que de todas formas, además de Estados Unidos, Viriato Fiallo tenía alguna cuota de responsabilidad en el hecho, habría tenido en ese caso que decir y demostrar que hubo connivencia entre Viriato Fiallo y Estados Unidos, lo que en ningún momento él osó ni siquiera insinuar en su nueva interpretación.

Todo el mundo tiene derecho a equivocarse, más aún a desconocer de buena fe la verdad a propósito de un acontecimiento cualquiera. Y ese derecho le asistía por supuesto al Profesor. Ahora bien, cuando uno descubre finalmente la “verdad” de algo, lo menos que debe hacer es enmendar la plana y reparar los daños morales que dicho error ocasionó. Y es precisamente por ello, porque Bosch no admite abiertamente que se equivocó al acusar con nombre y apellido a Viriato Fiallo de “cargar toda su vida con la mayor responsabilidad de este golpe”, ni menos aún pide excusas públicamente, es por ello, repito, por lo que razones no faltan para pensar que dicha acusación pudo estar motivada eminentemente por consideraciones coyunturales de pura conveniencia política.

Como es fácil imaginar, no fueron pocos los amigos y actores políticos allegados a mi familia que, conscientes plenamente de que mi abuelo no había ni apoyado ni tomado parte en el nefasto golpe de Estado, manifestaron estupor ante la infundada e injusta acusación lanzada por Bosch y trataron de comprenderla buscándole un móvil o motivación a la misma.  Para ellos, no había otra explicación posible: Bosch decidió denigrar a mi abuelo con el propósito de roer el prestigio histórico que Viriato Fiallo, su adversario político, había adquirido como símbolo de la resistencia interna al dictador, luego de haber enfrentado resueltamente y en primera fila la ocupación norteamericana de 1916-1924. Esto explica, según esos compatriotas cercanos a la familia, por qué incluso después de incriminar por el golpe al presidente Kennedy y a los Estados Unidos, el Profesor no elimina la acusación impropiamente lanzada contra su antiguo contendiente electoral, sino que la deja en el aire sin retractarse formalmente, logrando de esa forma que (dicho en los términos acuñados por el propio Bosch) la misma continuase produciendo “su fruto amargo y venenoso” en contra del prestigio moral y el sitial en la Historia de su rival político, Viriato Fiallo.

No me corresponde a mí, como nieto de Viriato Fiallo, pronunciarme sobre el carácter bien fundado o no de esa interpretación. Aquí me limito simplemente a compartir datos y argumentos con el lector dominicano a fin de que sea él, con elementos de juicio y conocimiento de causa, quien se forje por sí mismo su opinión. En la tercera y última parte de este artículo veremos que existen otras contradicciones interesantes entre el artículo de Bosch de noviembre de 1963, de un lado, y los publicados después de la intervención norteamericana, del otro, contradicciones que tienden a apuntalar los argumentos que presentamos aquí.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas