La gran batalla de El “kólokol”

La gran batalla de El “kólokol”

POR LUIS O. BREA FRANCO
Cuando Herzen llega a Londres en 1852 e intenta recomenzar con sus batallas, trae consigo gran experiencia y las relaciones que se había procurado en sus combates revolucionarios en el continente europeo durante cuatro años.

Entonces el pensador ruso estimaba que sería muy difícil realizar la revolución en Occidente; dudaba, además, sobre la posibilidad de efectuar cambios revolucionarios de forma violenta; comprendía que se necesitaría comenzar a trabajar teniendo planes más modestos, puntuales, específicos; finalmente, tras la muerte de Nicolás I, se convenció de que debía emplear todas sus energías enfocado en abrir una brecha que permitiera avanzar en la transformación y apertura de Rusia hacía la libertad.

Fue, sostenido en estas convicciones, que decidió fundar en Londres, la “Libre tipografía rusa”, para “quebrantar el cerco creado por el miedo”. La primera pregunta que se formula desde sus páginas es: “¿Por qué [los rusos] estamos tan callados, es que no tenemos nada que decir?”.

Decir lo que era necesario, reavivar el espíritu de la “inteligentzia” para que cumpliera con su misión orientadora de la opinión pública; crear conciencia entre los más abiertos y liberales miembros de la nobleza de su deber para con las masas campesinas, es la primera tarea que decide emprender.

Lo más importante en esos momentos –consideraba- era unificar a los defensores de la libertad personal con los promotores de la liberación de los siervos y el mantenimiento de las tradiciones campesinas.

La política editorial de El “kólokol” –La campana, suplemento del periódico “Estrella polar”, que comienza a publicar la editora- se concentró en elaborar un programa que incluyera libertad de expresión para los intelectuales y tierra para los campesinos. Es así como sustentados en el lema de “tierra y libertad”, aparecen en Rusia los primeros desarrollos de las ideas “populistas”.

¿Qué llegó a significar en Rusia, en la segunda mitad del siglo XIX, el término “populismo”? En primer lugar, algo muy distinto de lo que nosotros entendemos con la devaluada palabra del vocabulario político latinoamericano.

El término se refería a los principios y finalidades de una lucha que reuniría en una misma orientación política, matizada por múltiples diferencias, a quienes aspiraban a que se estableciera la libertad y la vigencia de un Estado de derecho, que se dotara de tierras al campesino ruso, que se evitara a Rusia tener que pasar por el capitalismo para lograr su ingreso a la modernidad, y que se traicionara, en la implementación de esta transformación, su identidad histórica, tener que destruir sus raíces y tradiciones milenarias.

El “kólokol” se dedicó al desarrollo de la opinión pública, replanteando de nuevo todos los viejos problemas desde perspectivas más amplias y actualizadas. Herzen retomó las ideas de cambio y libertad desarrolladas en Rusia desde la conjura de los decembristas hasta los inicios de los años cincuenta, contribuyendo de esta manera a reunificar las generaciones entre sí. Consecuencia de ello fue que “la opinión pública dio pasos de gigantes y la literatura rusa creció diez años en solo dos”.

La intensa actividad editorial y su actitud abierta y expectante tuvieron como resultado que la fama del escritor creció en toda Rusia, y mediante ella adquirió gran influencia; empero, también, contribuyó a precipitar la situación provocando un proceso acelerado de decantamiento y recomposición de la “inteligentzia” respecto a posiciones específicas, así como sobre aspectos ideológicos y generales.

Comienza, entonces, a tomar forma una facción que se autodenominaría liberal, pero que será esencialmente conservadora, cuyos más destacados representantes serían los juristas Konstantín Kavelin y Boris Chicherin; por el otro lado, la revista fundada por Pushkin, “Sovremennik” –El contemporáneo- que había sido el vocero de los liberales occidentalistas durante el reinado de Nicolás, y que permanecía como la publicación más importante y difundida de la nación –llegó a tener ediciones de 6000 ejemplares- pasó bajo la orientación de dos jóvenes intelectuales radicales que tendrían una influencia decisiva en el desarrollo de las ideas y posturas revolucionarias en los años siguientes: Nicolai Gravrílovic Chernishenski y Nicolai Aleksándrovic Dobroliúbov.

Konstantín Kavelin -descendiente de una antigua familia noble, se había graduado en Moscú y enseñaba en San Petersburgo derecho, había sido compañero de Herzen y occidentalista- inició el proceso señalado, al escribir una carta pública a Herzen, donde lo incitaba a permanecer, en el debate sobre la liberación de la servidumbre, dentro del marco de la legalidad y a renunciar a sus ideas socialistas. Herzen publicó la correspondencia, pero no compartió la perspectiva.

La importancia histórica de la comunicación de Kavelin a Herzen estriba en que en ella se esbozaban algunas ideas que luego articularían en la visión de los liberales conservadores.

Su autor señalaba que nadie pretendía ni deseaba la limitación del poder de la autocracia. Para él ser liberal consistía en aspirar a crear una opinión pública que permitiera al emperador orientarse en torno al pensamiento y aspiraciones de los súbditos. No pretendía actuar mediante organizaciones políticas, o aspirar a convocar a una asamblea constituyente que pretendiera limitar o compartir el poder del soberano. Por ello, su posición, más que liberal, era la de  defensores de un nuevo tipo de despotismo ilustrado.

Kavelin compartía la tesis de los eslavófilos que recalcaban que una de las más importantes tradiciones de Rusia era que la “fuerza”, el poder, estaba por entero en las manos del zar, mientras que la opinión estaba en la de los súbditos, y que ambos atributos debían permanecer separados e independientes.

Para Herzen, en cambio, se iniciaba un período revolucionario “que no necesariamente tendría que desenvolverse según el esquema francés”. Señalaba: “somos personas profundamente convencidas de que las actuales formas de Rusia no satisfacen a nadie y preferimos con toda el alma la vía del pacífico desarrollo humano a la del desarrollo sangriento, aunque con igual sinceridad prefiramos el desarrollo más tempestuoso y desencadenado al estancamiento del estatus quo…”; finalmente, promete su apoyo “a los que liberan y mientras liberan”.

Para el editor era esencial, en este momento de transición, romper la inercia, que la sociedad ganara mayor transparencia, y que la publicidad estuviese presente en todos los actos del poder; sabía que el problema fundamental era la liberación de los campesinos “con la tierra” y para ello no tenía métodos, estrategias o modalidades preferidas, lo esencial era lograr el objetivo.

La posición de Herzen quedaba clara cuando, dirigiéndose a los nobles les recordaba: “Creemos aún en vosotros, en el pasado habéis dado prendas de virtud, nuestro corazón no lo ha olvidado. Por ello no nos dirigimos aún directamente a nuestros infortunados hermanos para hacer con ellos recuento e las fuerzas –que no conocen-, para mostrarles los medios –que no adivinan-, para explicarles vuestras debilidades –que no sospechan-, para decirles: vamos, hermanos, es hora de coger las hachas”.

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