La gran idea que no resolverá el problema bancario de Europa

La gran idea que no resolverá el problema bancario de Europa

Los bancos de Europa vienen teniendo un año difícil: los precios de sus acciones cayeron tan bajo que algunos observadores se preguntan si son viables en su forma actual.

Sin embargo, la solución propuesta con más frecuencia —una verdadera unión bancaria— también tiene grandes defectos.

El sistema bancario de la zona euro enfrenta numerosas dificultades. Entre ellas, un crecimiento económico cuya lentitud parece permanente, una moneda común que castiga a los países de baja productividad, tasas de interés bajas o negativas que están socavando la rentabilidad y nuevas normas de recapitalización interna que imponen pérdidas a los acreedores justo cuando la economía está más vulnerable.

El malestar llevó a que resurjan los pedidos de completar un proyecto iniciado por la zona euro en 2012: una unión bancaria, en la cual los Estados miembros asumirían la responsabilidad conjunta de supervisar las instituciones financieras, rescatar a aquellas de mala salud y asegurar a los depositantes, como hace la Federal Deposit Insurance Corporation para los bancos estadounidenses. La idea es que al compartir los riesgos, los Estados miembros protegerían a las economías más débiles del tipo de crisis económicas que tienden a perjudicar a todos.

Sin embargo, el proyecto no avanzó mucho, y no por imprevisión. Más bien es que una unión bancaria tiende a evolucionar en alguna forma de unión fiscal, en la cual se puede llamar a los contribuyentes de un país a ayudar a los de otro. Es una idea impopular, y casi imposible de vender a los votantes de los países más ricos de la zona euro.

Imagínese una versión paneuropea de la FDIC, en la cual países o bancos aporten a un fondo que asegura los depósitos de toda la zona euro. Al volver a los depositantes indiferentes a los riesgos asumidos por los bancos, la garantía terminaría extendiéndose a otras partes de la economía. Por ejemplo, un Gobierno en problemas financieros podría presionar fácilmente a los bancos para que compren sus valores, apoyándose efectivamente en el seguro para respaldar una conducta fiscalmente cuestionable.

Si ese Gobierno terminase en impago, los contribuyentes de otros países serían responsables de compensar a los depositantes. No es exactamente lo mismo que una unión fiscal, pero se acerca bastante.

La experiencia sugiere que esto es completamente posible. Por la época de la crisis de la deuda soberana de 2011, los bancos europeos estaban muy cargados de títulos de Gobiernos, en parte porque los Gobiernos locales con debilidades fiscales habían alentado su compra. Algunos comentaristas compararon esa disposición a dos borrachos apoyados uno contra otro sin un poste de luz a la vista. Los incentivos para una dependencia tan peligrosa serían todavía más fuertes si los depósitos bancarios estuviesen garantizados por la zona euro.

Los Gobiernos también podrían aprovechar los seguros para depósitos de forma más directa, a través de los bancos estatales. . Asegurando los depósitos, básicamente la autoridad de la UE estaría garantizando una emisión de bonos del Gobierno portugués, a pesar de que se canalizarían los fondos por un banco. No sería una garantía fiscal para el presupuesto entero del Gobierno portugués, pero podría apuntalar gastos al margen.

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