La gran Mamá Catalina Encarnación de Ogando

La gran Mamá Catalina Encarnación de Ogando

(A doña Margarita de Fernández, Primera Dama de la República).

Comienzo manifestando cual es mi objetivo, al dedicarle a doña Margarita, la esposa del presidente Fernández, la página bajo el epígrafe de: “La gran mamá Catalina Encarnación de Ogando”. Pues sencillamente el objetivo es que doña Margarita, mujer de maravillosas bondades, y que se empeña en prodigar honores y homenajes merecidos. Tome en cuenta y le dedique un pequeño homenaje, a Catalina Encarnación la mujer de Juan Ogando. Pues bien, enseguida veamos por qué…

Esta patriótica pareja, en su humilde hogar de la Loma de Pedro Corto, frente a la Sabana de Santomé en las lindes de San Juan de la Maguana, trajeron al mundo catorce hijos, de los cuales doce fueron varones y dos resultaron hembras.

Los doce hijos varones de Mamá Catalina Encarnación, se metieron en la Guerra de la Independencia, que duró desde el 1844 hasta el 1856. Al final de la dura y ruda lucha, de los doce valientes, por la naciente patria, seis habían caído.

Mamá Catalina no se afligió, ella no era plañidera. Y en el 1863 a los seis varones que le quedaban, los mandó a la Guerra de la Restauración, por culpa de Pedro Santana, el gran almonedero de la hija predilecta de Juan Pablo Duarte. Cuando terminó la lucha contra España en el 1865, los seis hijos de Mamá Catalina, felizmente habían quedado con vida.

Hay que decir que la matriarca de Pedro Corto, era del mismo temple de Mariana Grajales, la jefa auténtica de la tribu bravía de los Maceo Grajales, de Cuba.

Doña Catalina impertérrita siguió predicándole a su heroica prole. Le predicaba y le inculcaba que morir por la patria es vivir, que los que mueren con honor, esos siguen eternamente vivos.

El tiempo pasaba, y así llegó el 1869, cuando Buenaventura Báez pretendía entregarle la nación a Ulises S. Grant, el “whiskero” enérgico del Potomac.

Entonces en la Loma Panzo, de Neiba, comenzaron la lucha titánica Timoteo Ogando y Pablo Mamá. De tierra extranjera llegó José María Cabral. El héroe de Santomé vino a dirigir la lucha que arropó todo el sur y se convirtió en la Guerra de los Seis Años. En esa guerra entre los azules (los patriotas) y los rojos (los anexionistas) en el reñido combate de Rancho Mateo mataron a Andrés Ogando.

Resultaba difícil rescatar el cuerpo sin vida del valiente caído. Pero desplegando maestría y bravura lo logró el bravo coronel de Puerto Plata, de nombre Ulises Heureaux Leberty (Lilís). Con esta hazaña, el entonces coronel Lilís se ganó el amor de Juana Ogando Encarnación, una de las dos hijas de “mamá Catalina”. Terminamos diciendo que el general Cabral, que siempre sabía lo que decía, expresó: “La mujer que en Santo Domingo para un muchacho que llegue a ser un hombre más guapo que Andrés Ogando, se le secan los ovarios”.

La piadosa doña Margarita de Fernández, a nombre de su “nombre” que significa perla, debe tributarle un pequeño homenaje de justicia y de remembranza, a esa súper mamá que fue Catalina Encarnación, la mujer de Juan Ogando.

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