La gran mentira

La gran mentira

POR JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOS
La fuerza de la mentira, no admite discusión, se impone en todas las ocasiones que el poder se ejerce sin tomar en cuenta las opiniones de las mayorías empobrecidas de cualquier país, no importa las circunstancias. Los argumentos del poder siempre lucen como verdades aunque se trate de arrasar a las masas haciendo valer dictados de los más poderosos, aunque dichos actos signifiquen la pérdida de votantes y mientras tanto la mentira se asienta con descanso en la actualidad política y económica.

Es que la mentira siempre tiene sus grupos de corifeos en todos los bandos. Ya hace muchos años, Mahoma señaló en el Corán que “será preciso mucho tiempo para distinguir a los embusteros de aquellos que dicen la verdad”. Esto sin dejar de recordar que “la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”.

Aquí en Dominicana, la mentira es una industria en pleno desarrollo, porque la memoria que es el sustento de la vida, viene desapareciendo y si llegamos a perderla será peor que morir. Sin memoria, la mentira se convierte en el gran poder de los políticos, en estos tiempos tan difíciles, en que sería de gran valor recuperar la memoria histórica de los dominicanos, porque aún así llegáramos hasta la pérdida total de nuestra memoria, la gran mentira se alojará definitivamente en la mejor almohada que existe para dormir bien: el patrimonio de la memoria almacenada pacientemente, día a día, a lo largo de nuestras vidas.

La mentira es el día a día, de nuestros políticos y sobre todo el mayor argumento de nuestros gobernantes, que con su verbo Erizado de Sofismas nos quieren inyectar sus falsedades, principalmente a esa sociedad silenciosa y sufriente que vive su drama de pobreza por culpa de un pasado difícil, fruto de la decadencia a que han sometido al país los gobernantes que se han sucedido: ineficaces, deshonestos y perversos.

La estrechez y los apuros de la inmensa mayoría de los dominicanos, han marcado con una manera de ser nuestra sociedad, ha sido el modo de estar en el mundo, que le ha tocado vivir, lo que no explica las muchas contradicciones ideológicas de nuestra historia.

Aunque se dice que vivimos en un Estado moderno, debemos ser conscientes que necesitamos ser muy cautos a la hora de iniciar nuevas acciones, porque la verdad, tiene diversas caras y cada sujeto dice tener su propia verdad o por lo menos, poseer parte de la verdad.

Cuando decimos que estamos en presencia de una gran mentira, es porque los líderes políticos que intervienen en el proceso nacional, como están manifestándose, jamás le han dicho al pueblo dominicano lo que en realidad sufrirán con las medidas económicas recién adoptadas, jamás se han expresado sobre la explotación a que están sometidos nuestros obreros y empleados, porque nuestros políticos han creído que sólo ellos tienen la razón y como, cuando logran alcanzar el poder creen que son los únicos que pueden situarse en una posición de superioridad, pueden permitirse el lujo de tolerar, porque son los que mandan, es que estos arribistas han perdido hace tiempo el sentido del Estado y viven distanciados de la realidad de nuestros hombres y mujeres. Lo que viven nuestros gobernantes, es una fría utopía y apelan a ella porque no saben qué decir ni prometer y mientras tanto evaden la realidad sustituida por imágenes vagas y evocaciones, lo que constituye una evasión del tiempo presente en nombre de un futuro inexistente e imaginario. Por eso mienten cuando aseguran que la economía crece y no explican nada a las masas para seguir aumentando su pobreza y explotarlas cada vez más.

¡Hasta cuándo prevalecerá su gran mentira! ¿Cuándo despertará el pueblo y los desalojará del poder por métodos civilizados?.

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