El gobierno y sus voceros pretenden convencer al país de que ha habido desarrollo, modernismo y estabilidad, sin embargo, cualquier persona de mediana formación puede darse cuenta, que mientras hablan de crecimiento económico, se han ahondado las diferencias sociales; mientras dicen que se instalan de nuevas industrias y hacen grandes construcciones, ha crecido el desempleo; mientras promueven torres y residencias, hay más gente sin vivienda; proclaman estabilidad macro-económica, pero hay más hogares desestabilizados; o sea, un desarrollo injusto e inhumano.
En varios períodos, no han sido capaces de dotar a toda la población de agua potable, instalaciones sanitarias, ni techo, pero ni siquiera de las oportunidades de un trabajo permanente y salud. No han podido acabar con el analfabetismo, elevar el nivel de la educación, ni ofrecer seguridad familiar.
La corrupción aumenta en la medida en que crecen las desigualdades sociales. El costo de la vida encarece al ritmo que la descomposición social. Los privilegios espantan al compás de los asaltos y los crímenes. La ostentación oficial y de sus grupos asociados contrasta con la miseria y escasez de la mayoría de los hogares; o sea, que la idea de un gobierno más justo y humano está pendiente, y el PRD está comprometido con esos objetivos aún no alcanzados.
Las grandes reformas de hoy se resumen en: Reorientar la inversión, acabar con la corrupción, los privilegios y el despilfarro.
Esas medidas le pueden proporcionar al gobierno que surja, los suficientes recursos para satisfacer en gran medida a quienes no disponen o cuentan con trabajo, agua potable, educación, seguridad, salud y mejorar las viviendas.
El PRD que es el partido con más tiempo y mayor vocación por la democracia social y las libertades, tiene la gran oportunidad de reencontrarse con su origen, iniciando la gran transformación de las grandes pequeñas soluciones, ahora con un candidato experimentado, que conoce los problemas y tiene vocación por la producción.
A Hipólito Mejía y al PRD se les abren las puertas anchas de la historia para hacer un buen gobierno.
No para que los grupos de poder crezcan de forma desproporcionada como ha ocurrido en los últimos años; no para que los funcionarios se enriquezcan como están dando demostraciones; no para que la corrupción arrope al país por todos los rincones; no para privilegios, exoneraciones y francachelas, si no, para que la gente sienta que tienen quien los proteja, los atienda y tome en cuenta su verdaderas necesidades, sus grandes pequeñas cosas.
El mensaje de llegó Papá que ha prendido tanto y que será difícil de erradicar, más que un slogans de campaña se constituye en un gran reto para Hipólito y el PRD, pues ante el grito desesperado de la gente, habrá que ponerle atención a sus pequeños grandes problemas, con un programa mínimo: Ejecutable, austero, popular y eminentemente moralizador. Que rescate la fe y la confianza del pueblo en la capacidad del sistema y de sus hombres.