La gratitud y la política

La gratitud y la política

VIRGILIO ALVAREZ BONILLA
La gratitud como cualidad y la política como actividad, son dos aspectos de nuestras vidas que regularmente andan por senderos diferentes. Se suele decir con frecuencia que la actividad política es inconsecuente, frustratoria y traicionera, que en la misma la palabra gratitud no cabe y que son circunstanciales las demostraciones de gratitud que en ella se manifiestan. La política sin embargo es una actividad que como cualquier otra está sujeta a los vaivenes de la vida, sobre todo en los países que como él nuestro la inmadurez en éste y otros aspectos es manifiesta. Son los que practican la política los que regularmente la dañan, ya que por sí misma y como tal, la política es una actividad atrayente y noble.

En la convulsa historia política de nuestro país, existen innumerables casos donde la lealtad política se ha puesto de manifiesto y ha perdurado a través de los tiempos sobreviviendo a líderes y partidos. El caso de los pocos leales que quedaron fieles a la figura de Horacio Vásquez, luego del golpe de Estado del 23 de febrero, podría mencionarse como uno de éstos, al propio Trujillo le han sobrevivido leales que después de 45 años de su muerte siguen fieles a su memoria. En épocas más recientes tenemos los leales a Balaguer, Peña Gómez y Juan Bosch, sólo por mencionar los casos de estos tres grandes líderes que ocuparon la atención política del país hasta sus muertes. Existe una gran diferencia sin embargo entre lo que es la lealtad política y la gratitud. La primera compromete de forma parcial, la segunda es para siempre.

La ocurrencia de traumáticos acontecimientos dentro del Partido Reformista en los últimos tiempos ha puesto a pruebas lealtades y gratitudes. En ese orden de ideas se han confundido expresa o desinteresadamente las actitudes de diferentes grupos que también por razones diferentes se separaron de la matriz del partido. El grupo al cual pertenecen de indiscutible raíces balagueristas, concentrado dentro de los que se conoce como «Consejo Presidencial», se separó del núcleo partidista de franquicia dentro de una especial coyuntura que impidió que apoyáramos el candidato presidencial impuesto por el grupo dominante, en desconocimiento de los reclamos del sector que promovía la candidatura del licenciado Jacinto Peynado. Sin embargo a ese grupo se les desconocieron sus derechos juzgandósele a priori, sin oportunidad de defensa y sin el cumplimiento de los más mínimos requisitos legales. ¡Claro!, Hablar de todo esto resulta cosa del pasado, como también lo son los múltiples casos de disidencia anteriores a éste, que pasaron gracias a la benevolencia y sabiduría de Balaguer, la dolorosa diferencia es que muchos de estos antiguos inculpados se han convertido hoy en jueces de los otros. El tratamiento obviamente no ha sido igual, porque quizás el mayor pecado que tienen los reformistas es haber olvidado las enseñanzas del líder y la forma de cómo él enfrentaba y buscaba solución a los problemas.

Las gratitudes prevalecen, éstas trascienden en ocasiones limitadas a los valladares de la política para convertirse en razones de afecto sincero y de testimonios de amistad verdadera. Tal es el caso del amigo Víctor Gulías. Persona de nuestro personal afecto, con quien compartimos labores y faenas de trabajo en Puerto Rico y en nuestro país, y del cual tanto mi familia como yo puede dar testimonio de su vertical comportamiento. En reciente trabajo periodístico, Víctor nos dedica una inmerecida apología, la cual agradecemos, sobre todo porque sabemos que viniendo de él, refleja los sentimientos de una cualidad tan difícil de practicar en nuestros tiempos: la gratitud.

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