La guardia lee como quiera

La guardia lee como quiera

No intento desmentir al periodista Reginaldo Atanay, dominicano de buen vivir radicado en Nueva York desde hace muchos años, en la versión que publicara hace algunos días en este periódico, relativa al origen del refrán «La guardia lee como quiera».

Me limitaré a ofrecer otra que sitúa el origen en San José de Ocoa, y también el origen del de «Que calor tiene Belica», en los primeros años de la década de los ’40.

Atanay refiere que en una de las tantas ocasiones en que guardias, marinos, policías y de la Fuerza Aérea patrullaban la ciudad, especialmente por donde abundaban los prostíbulos, y requerían de los ciudadanos que les mostraran sus cédulas de identificación personal para ver si estaban actualizadas, un agente tomó la cédula de un ciudadano y estaba leyéndola al revés, lo que parecía demostrar que no sabia leer. El dueño del documento, quizás por un impulso de temor, o de cortesía, le dijo: «Agente, usted está leyéndola al revés», y que el militar, incómodo, y orondo, repuso con autoridad:; «Cállese, coño, que la guardia lee como quiera». Tener la cédula actualizada era haberla «sellado». El sello correspondía al pago del impuesto de un año determinado. Por haber laborado en el Juzgado de Paz de San José de Ocoa, puedo decir que la multa por no tener la cédula sellada era de cinco pesos «y las costas», 75 centavos.

Pues bien, otra versión señala el origen del refrán en San José de Ocoa. Había llegado al puesto E.N. del pueblo un guardia llamado Fernando, a quien conocí. Lo recuerdo, jipato, nervioso. La cara medio arrugada, no por los años, parecía indicar su temperamento agrio, jodón. Muy pronto Fernando fue apodado La Escoba, pues cuando salía a pedir la cédula era la del carajo. Barría, Cuentan que Fernando llegó frente a la tienda de Don Héctor, acercándose a un campesino que acababa de montarse en su mulo para ir «con su música a otra parte».

No contaba con que tenía tan cerca a «La Escoba», quien inmediatamente procedió a pedirle la cédula y enseguida la tuvo. El campesino vio desde su montura que el guardia sujetaba el documento al revés, y le hizo la observación, para escuchar la respuesta inmediata: la guardia lee como quiera, al momento de devolverle la cédula.

No importa que ese guardia fuera, si lo era, palurdo, bruto o patán, tal comenta Atanay, pues para cumplir su deber no necesitaba saber leer. Le bastaba ver la cédula «sellada».

Y aquí el otro. Belica era una campesina de El Palmar, a unos dos kilómetros de la población, en dirección hacia donde después fue construido e Hospital San José. Fue famosa porque organizaba en su vivienda, la que tal vez era la mejor «fiesta de cruz o «noche de vela» de cada mayo. En el San José de Ocoa de aquel tiempo no pasaba una noche del quinto mes del año sin que se oyera por todas partes los cantos de esas fiestas religiosas populares, las cuales atraían a mucho público. Se brindaba principalmente jengibre y café, pero como dudar que aparecía su «botellita».

Los cantos tenían el formato de la salve interpretada por Sonia Silvestre en la clausura de los Juegos Panam 2003. «Levanten la virgen,/póngala en la mesa,/, que el Padre la espera, eh,/mañana en la iglesia». También «Virgen de Altagracia,/compañera mía,/no me desampares, ay,/de noche y de día».

Muchos «pueblistas», hombres y mujeres, de más edad o de menos, caminaban a pie los dos kilómetros para asistir a la fiesta de cruz de Belica. Entre una salve y otra se pasaban los brindis.

Cuántase que Belica llegó a la que entonces era la esquina de mayor movimiento comercial. La ocupaban las tiendas de Don Héctor Luisito y Persio Soto, José María y Bonche, y Crispín. Se detuvo Belica en la esquina de Crispín, y levantándose la falda y sacudiéndosela dijo: que calor tiene Belica.

Se infiere que el calor de Belica no era de la misma intensidad en todo su cuerpo.

Si tuvo Belica fama por sus fiestas de cruz, también por el refrán. No puedo confirmar la versión, más desconozco que haya otra.

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