La Guerra de Abril bajo la lupa de Bernardo Vega

La Guerra de Abril bajo la lupa de Bernardo Vega

POR ÁNGELA PEÑA
La primera referencia que hace Bernardo Vega en cuanto a solicitud de tropas americanas proviene de Donald Reid Cabral al encargado de negocios norteamericano William (Bill) Connett, quien le respondió que era poco lo que Washington podía hacer en ese momento y le sugirió la sustitución del Triunvirato por una Junta Militar

El más reciente libro publicado por Bernardo Vega, “El peligro comunista en la revolución de abril ¿Mito o realidad?” esclarece, definitivamente, los nombres de quienes acudieron a los norteamericanos para que vinieran a “salvar” a la República del peligro de esa doctrina. Revela conversaciones grabadas que desmienten versiones antojadizas de autores que han distorsionado ese acontecimiento. Reproduce reportes de agentes, enviados, diplomáticos, gobernantes estadounidenses que exageraron, mintieron, falsearon o fueron incorrecta o intencionalmente notificados por nacionales que ansiaban la presencia  de sus tropas. Descubre informantes del patio preocupados por una inexistente actividad “castrista” en la revuelta, lo que conduce al lector, prácticamente, a responder la pregunta que sirve de título al ejemplar y que ya le han contestado al autor extranjeros involucrados en el hecho: fue un mito.

El libro es posiblemente el relato más completo de lo acontecido en la República Dominicana desde el 24 de abril de 1965, fecha en que estalló la revuelta, hasta abril de 1967 cuando Lyndon Johnson pidió a Balaguer en la reunión de presidentes del hemisferio en Punta del Este, que hablara a sus colegas “sobre los esfuerzos de Estados Unidos para evitar que extremistas castristas lograsen el control de la República” en la contienda. Bernardo Vega, además, hace un breve historial de la izquierda dominicana, desde 1961, y recoge testimonios de norteamericanos escritos, grabados o expresados a partir de los 80. Incluye una ambientación del supuesto peligro comunista entre 1961 y 1964, como cuando los partidos de izquierda se opusieron a las elecciones que ganó Juan Bosch, en 1962. El 14 de Junio y el Movimiento Popular Dominicano, afirma, planearon sabotearlas con la lucha armada. Recuerda las palabras de Manolo Tavárez Justo en una manifestación previa, declarando: “la consigna nacional en diciembre no votar”, mientras los manifestantes vociferaban que cogerían el monte. Un año después, Tavárez Justo se alzó en las montañas reclamando la reposición de Bosch, derrocado en septiembre de 1963.

“El PSP, por su lado, se pronunció en contra de la “farsa antidemocrática”, al tiempo que también pedía la abstención. Durante el exilio, Bosch había tenido muy malas relaciones con algunos de los líderes de ese partido. Para el MPD, que había pedido la abstención, la consigna era “revolución primero y elecciones después”. Pocos días antes de las elecciones, agrega, “exhortó: “todos a la insurrección”.

Apunta Vega que el 7 de noviembre de 1964, la embajada norteamericana entregó al triunviro Donald Reid Cabral una lista de ocho comunistas “particularmente peligrosos”: José Bienvenido (Pepe) Guerra Nouel, Luis Felipe Valentín Giró Alcántara, Francisco Antonio Lendor Sanabia, Leonte Brea, Luis Rafael Gómez Pérez, Jaime Durán Hernando, Rafael Calventi Gaviño y Carlos Antonio Lizardo Vidal. Anota que “a principios de 1965 el gobierno norteamericano citaba el retorno clandestino de 45 comunistas, incluyendo varios que habían viajado a Cuba y algunos que habían recibido entrenamiento en tácticas de insurgencia. Entre estos estaban varios líderes del 1J4, pero “su retorno estimuló aún más la división dentro de ese partido”.

El 16 de marzo de 1965, el Partido Socialista Popular repartió 30 mil ejemplares de un manifiesto “parte de cuyo texto fue escrito por el poeta Pedro Mir”, cambiando su línea en relación con el boicot de 1962, significa el historiador. Ahora, indica, reconocía la existencia “de un creciente clamor popular a favor del retorno del profesor Juan Bosch”.

En este panorama “comunista” previo a la revolución figuran los nombres de Victoriano Félix, Eliseo de Peña Durán, José Israel Cuello, Narciso Isa Conde, entre otros. El escritor desmiente una afirmación de los norteamericanos de que Fafa Taveras, calificado como “un comunista del 1J4”, había entrevistado a Juan Bosch en Puerto Rico y que Ángel Miolán era el responsable de la vinculación del profesor con la gente de izquierda, antes del 24 de abril. “La realidad es que Bosch y Miolán se habían distanciado muchísimo desde su derrocamiento y el segundo había sido expulsado del PRD. Miolán era parte del grupo dentro de ese partido que a principios de 1965 propugnaba por unas elecciones en las que Bosch no participase como candidato presidencial y que incluía a Stormy Reynoso, Virgilio Gell, César Roque, Thelma Frías, Virgilio Mainardi Reyna y Pablo Rafael Casimiro Castro”, asegura Bernardo Vega. “Los hechos demostrarían que por ese rechazo del PRD a que los comunistas participaran en el complot, la izquierda quedó totalmente sorprendida por los hechos del 24 de abril y tardaría en reaccionar ante los mismos”, comenta el intelectual y añade que “el 27 de julio de 1965 Peña Gómez le dijo al embajador William Tapley Bennett que los tres partidos de izquierda no habían estado envueltos en la organización de la revolución, pero sí admitió que se habían enterado sobre el complot tres días antes del 25 de abril”.

En la Revolución

El movimiento revolucionario de 1965 no solamente demandaba el retorno de Bosch. También el de Joaquín Balaguer, según se repite en esta obra en la que es obvio el protagonismo de civiles y militares deseosos de pescar en mar revuelto. Vega habla de centenares de personas que vivaban al líder reformista y observa: “Debe reconocerse que no todos los militares que se declararon en rebeldía contra el Triunvirato favorecían respetar la Constitución y retornar a Bosch al poder. Algunos, como Giovanny Gutiérrez Ramírez, favorecían el retorno al poder de Balaguer y otros preferían una Junta Militar que celebrase elecciones”.

Cita a los militares que se declararon constitucionalistas, a los que no se unieron a la contienda, los locutores que llamaban al pueblo a sumarse a la rebelión y a un grupo de hombres del micrófono detenidos junto a Peña Gómez por sus simpatías revolucionarias: Luis Armando y Mario Báez Asunción, Julio Andrés Encarnación Rey, Luis A. Acosta Tejeda, Jorge Yeara Nasser (“Memén”), Rafael Martínez, José Antonio Núñez Fernández, entre otros.  “Ocho tanques y cuatro carros de asalto protegían a un Palacio Nacional donde a las 8:15 PM. había llegado Antonio Imbert uniformado y con fuerte escolta”.

Refiere el intelectual que “en privado, el secretario general del PRD, Antonio Martínez Francisco, expresó a la embajada su preocupación por la “actividad comunista” aunque atribuyó el golpe a jóvenes militares. Henry Molina, del PRSC, informó a la embajada que había sido tomado totalmente por sorpresa”. Entre los leales al Triunvirato, Bernardo Vega reporta a Juan de los Santos Céspedes, Antonio Imbert Barrera, Rafael Adriano Valdez Hilario y obviamente Elías Wessin y Wessin cuyos tanques fueron enfrentados por tropas constitucionalistas el domingo 25.

La primera referencia que hace Bernardo Vega en cuanto a solicitud de tropas americanas proviene de Donald Reid Cabral al encargado de negocios norteamericano William (Bill) Connett, quien le respondió que era poco lo que Washington podía hacer en ese momento y le sugirió la sustitución del Triunvirato por una Junta Militar.

La caída del Triunvirato, el bombardeo al Palacio, los engaños al profesor Bosch, los desafectos al gobierno de Molina Ureña, la confusión con el buque “Venus” del exilio anticastrista, el incendio a los locales de Vanguardia Revolucionaria Dominicana, Unión Cívica Nacional, Partido Liberal Evolucionista y los talleres de “Prensa Libre” que dirigía Rafael Bonilla Aybar, los saqueos a las empresas Reid & Pellerano, Pepsi-Cola, Factoría Astoria, Gas Caribe, Muebles Navarro, Calzados Lama, La Fadoc y las armas encontradas en la residencia de “Bonillita” así como el atentado de que éste fue víctima y sobrevivió, son parte de esta historia relatada con minuciosidad en más de 350 páginas, con ilustraciones de esos históricos momentos, anexos y un valioso índice onomástico.

El nombre de Frank Moya Pons figura reiteradamente ofreciendo testimonios ignorados del hecho, pues éste estuvo en el Palacio Nacional. Aclara muchas especies difundidas y ofrece noticias frescas. La preparación de molotovs no escapa a las narraciones. Entre los primeros que se decidieron a hacerlos están “Luis Scheker Ortiz, del PRD, y Daniel Ozuna Fernández, del 1J4”.

Para establecer la auténtica realidad de lo acontecido en 1965 se pueden comparar las obras de otros autores con este libro de Bernardo Vega. Muchas aseveraciones del ayer, hoy fueron modificadas, objetadas, ampliadas, impugnadas, con entrevistas hechas por el autor o por los reportes, informes, grabaciones telefónicas que localizó en USA. Por eso, casi no se pasa un párrafo sin encontrar un desmentido.

El temor al comunismo acrecentó el miedo de un considerable número de notables dominicanos y el terror de los norteamericanos, lo que propició la ocupación yanqui y ocasionó tantas muertes y heridas. Ellsworth Bunker, que llegó a Santo Domingo en los primeros días de junio y se marchó al año siguiente, escribió en 1983: “Creo que el Presidente Johnson reaccionó a los mensajes que le llegaron de nuestro embajador Tappley Bennett, quien francamente creo sobreestimó la fuerza de la naturaleza comunista de la oposición. No creo que nada fuese comunista… Cuando finalmente pusimos al FBI y a la CIA a analizar el elemento comunista en la revuelta, éste era muy pequeño… Era un asunto de liberales y conservadores, no un asunto de comunistas y demócratas”.

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