En la historia de la humanidad no existe un conflicto bélico tan desigual, como el de la Guerra de la Triple Alianza, entre Argentina, Brasil y Uruguay, contra el Paraguay. Este combate hace recordar el enfrentamiento bíblico entre David y Goliat, salvo que esta vez el triunfador no fue el menos favorecido.
En la historia universal, encontramos una batalla muy similar en cuanto a la desigualdad de fuerzas combatientes, entre la denominada batalla de las Termópilas, en cuyo paso Leónidas I, Rey de Esparta con un exiguo ejército de aliados compuesto por unos 7,000 valerosos combatientes, derrotó inicialmente a Jerjes I, Emperador de Persia, cuya tropas estaban compuestas por más de 250,000 partidarios.
La Argentina con 2.700,000 km2; Brasil con 8,250,000 km2 y Uruguay con 177,000 km2 totalizando 11,496,500 Km2 entre estos países con una población conjunta para la época de 102 millones de habitantes, enfrentaron al Paraguay con 449,000 km2 y apenas una población de 500,000 ciudadanos. El conflicto se originó por una controversia entre el Uruguay y el Paraguay.
El Presidente paraguayo Mariscal Francisco Solano López, tomó la iniciativa de atacar al Uruguay, pero como no hacía frontera con su país, lo hizo atravesando el territorio de la Argentina. Existiendo entre Argentina, Brasil y Uruguay un pacto denominado de la Triple Alianza, Argentina atacó al Paraguay, que a su vez, ante la inminente invasión de parte del Brasil, penetró en su territorio alcanzando triunfos esporádicos.
Esta Guerra ocurrió entre los años 1860 al 1865 en donde el Paraguay, que contaba con un ejército entrenado por alemanes y con florecientes industrias europeas, especialmente la primera industria de hierro de América Latina, con la cual fabricaba armamentos, barcos y el primer tren del Continente sur. Las tropas paraguayas estaban formadas en su mayoría por aborígenes Guaraníes, comandadas personalmente por el Presidente Solano López.
Estas se batieron bravamente hasta que el ejército paraguayo frente a una desigualdad numérica de fuerzas combatientes, su presidente Solano López en un intento suicida, penetró en territorio de Brasil con un ejército compuesto por viejos e infantes, siendo abatido en el 1865, lo cual puso fin a tan desigual conflicto bélico.
Las escaramuzas duraron cerca de cinco años con el balance negativo para el Paraguay, que de tener una población original de 500,000 habitantes, apenas quedaron vivos unos 204,000, mayormente mujeres, niños y ancianos. La población masculina se redujo a 25,000 hombres; es decir el 13% de su población inicial. Esto obligó a este país a adoptar la poligamia como medida de recuperación de su población masculina.
Esta guerra le costó a Paraguay el control de la navegación en los ríos Paraná y Paraguay, principal vía acuática hacia el Atlántico, los cuales eran afluentes del Río de la Plata, que separa la Argentina del Uruguay. Además perdió unas 55,000 millas cuadradas de su territorio, las cuales se repartieron entre Brasil y la Argentina.
La rareza de este conflicto armado fue que un buen número de tropas argentinas fueron llevadas esposadas al frente de batalla, ya que no querían combatir a los paraguayos, a los cuales consideraban sus aliados, contándose un gran número de soldados argentinos que se pasaron a batallar contra su país.
¿Cómo adquirió Paraguay esa enorme fortaleza? Desde el 1814 hasta el 1840, el país fue gobernado con mano férrea por el dictador José Gaspar Rodríguez Francia, al cual apodaban “El Supremo”, que se esforzó en erradicar el analfabetismo, el alquiler de las tierras del Estado a los campesinos, esto evitó el existir de los odiosos latifundios. Además, el país era el único de los sudamericanos que no tenía deuda pública.
Creemos firmemente que en la historia de la humanidad no ha habido una guerra con participantes tan desiguales, por lo cual debemos reconocer, no solo la valentía del pueblo paraguayo, sino su espíritu nacionalista y su decisión de no ser un Estado satélite de sus poderosos vecinos.