La Guerra del Mundo Libre

La Guerra del Mundo Libre

Por Ben-Dror Yemini

Israel está posicionado en el cruce de la Yihad y el Mundo Libre, en la intersección entre la industria de la muerte y la maldad, por un lado, y la libertad, la igualdad de género y derechos humanos por el otro. El Mundo Libre no puede perder esta batalla.

Los “círculos progresistas” integrados en el mundo académico y en los medios de comunicación proporcionan justificación a aquellos que atacan a Israel y a Occidente. Ni Occidente ni Israel son inmunes a la crítica, y sin embargo, todas las transgresiones de Occidente y de Israel palidecen en comparación con la amenaza que representan el movimiento yihadista y sus ramificaciones para la existencia misma del Mundo Libre. Ha llegado el momento de que levantemos la cabeza y declaremos categóricamente: en esta instancia, no haya simetría. Los valores de moralidad son opuestos a los valores de la inmoralidad. Ha llegado el momento de la firmeza: es un imperativo que derrotemos al eje del mal dirigido por Irán, el movimiento yihadista y sus ramificaciones, desde Hamás al ISIS, desde Hezbolá a Boko Haram. Israel no puede llevar esta carga solo. Cada persona, cada organización, cada país que aún crea en los valores de la libertad e igualdad, debe participar en esta lucha. Porque si Israel tiene las manos atadas, si la falsa narrativa que proclama que Israel es el “agresor” y Hamás la “víctima” se impone, esto supondrá la caída del Mundo Libre. Esto no puede suceder.

Puede leer: Biden: Si Hamás y Putin no pagan por acciones, habrá más “caos”

En la década del 1930, el Mundo Libre fue incapaz de reconocer el hecho de que afrontaba una amenaza real. El precio fue devastador. Sesenta millones de personas fueron asesinadas y muertas, entre ellas seis millones de judíos que perecieron en la más horrorosa industria de la muerte de la historia. Vale la pena recordar que en 1933 la Unión de Estudiantes de Oxford resolvió “Que esta Cámara no luchará bajo ninguna circunstancia por su Rey por su país”. 275 estudiantes apoyaron la moción, y 153 en contra.  Winston Churchill comprendió las trágicas ramificaciones de la moción, y varias semanas después de su aprobación la calificó de “Esa abyecta, escuálida y desvergonzada confesión…es un síntoma muy inquietante y repugnante…”. Otras universidades siguieron el modelo de Oxford y adoptaron mociones similares. Esta misma semana, después de hacerse pública  la magnitud de las  atrocidades cometidas por Hamás, la Unión de Estudiantes de Harvard declaró su apoyo a sus atroces acciones. ¿Acaso la historia se está repitiendo?

No obstante, hay una diferencia entre el pasado y el presente. En la década de 1930 no estaba aún claro que Hitler estuviera planeando un genocidio y la conquista del mundo. Hoy, esto es obvio y evidente. El ISIS no está solo. Los líderes de Hamás han llamado en el pasado a “la conquista de Roma, y desde allí…las dos Américas y la Europa Oriental”, y la televisión oficial de Hamás llama a Alá a matar cristianos y judíos “hasta el último”. El líder islamista suní Jeque Yousuf Al-Qaradhawi incita a los musulmanes a completar el trabajo iniciado por Adolf Hitler, y el líder de Hezbolá Hassan Nasralla determina que “los judíos se reunirán desde todas las partes del mundo en la Palestina ocupada, no para traer el anticristo y el fin del mundo, sino que Alá el Glorificado y Altísimo, quiere salvarlos de tener que ir a los confines del mundo, pues se han reunido en un solo lugar, y allí se desarrollará la batalla final y decisiva”.

Los estudiantes de Harvard que apoyan a Hamás deberían ser conscientes de ello. En lugar de enseñarles sobre el pasado y el presente, sobre la amenaza dirigida al mundo libre, muchos de sus profesores reflejan a Israel como un monstruo villano y a Hamás como una víctima inocente. Judith Butler ha afirmado en el pasado que Hamás y Hezbolá son “movimientos sociales que son progresistas, que están a la izquierda, que son parte de la izquierda global”. Del mismo modo, el ex líder del partido Laborista británico Jeremy Corbyn se negó esta misma semana a condenar a Hamás. Noam Chomsky, uno de los principales intelectuales del mundo, viajó al Líbano para reunirse con Nasrallah. El desfile continúa. Slavoj Zizek, un destacado filósofo progresista, apoya el programa de armas nucleares iraní. El filósofo italiano Gianni Vattimo ha abogado por fusilar a los “bastardos sionistas” y recaudar dinero para Hamás. También escribió un artículo en apoyo de la exigencia iraní de la obliteración de Israel. No se trata de un desfile insustancial de intelectuales. Incluso la Asociación de Estudios de Oriente Medio (MESA) aprobó recientemente una resolución para unirse al movimiento BDS, que apoya  la destrucción del Estado judío. Apenas insustancial, esta tendencia progresó hasta transformarse en un Desfile de la Vergüenza de los intelectuales en apoyo del Islamo-nazismo.

Una de las afirmaciones más ridículas que se están haciendo, a saber, “no se puede encarcelar a dos millones de personas sin pagar un precio terrible”, es simplemente una hipérbole falsa. En primer lugar, a Hamás no le falta dinero. La organización no invirtió sus fondos en el bienestar civil, en la educación o en la atención médica. En lugar de ello, la organización optó por dedicar miles de millones a la creación de una infraestructura terrorista, el establecimiento de una industria de municiones y una red estratégica de túneles subterráneos. En la previa del ataque, más de veinte mil gazatíes salían diariamente de la Franja de Gaza para trabajar en Israel. Cientos de camiones llegaban todos los días para el suministro de alimentos y otras provisiones. Los servicios públicos-agua, gasolina y electricidad-se suministraron regularmente. En segundo lugar, el bloqueo era parcial y su objetivo era impedir el contrabando de armas iraníes a la Franja de Gaza. Nadie quería el bloqueo.

Cuando Hamás ganó las elecciones de 2006 y tomó el control de la Franja de Gaza, el “Cuarteto” (Estados Unidos, Rusia, la UE y la ONU) propuso que el gobierno de Hamás se comprometiera con la no-violencia, reconociera el derecho de Israel a existir y aceptara los actuales acuerdos de paz de Oriente Medio a cambio de una ayuda vital para los palestinos. La Canciller alemana Angela Merkel afirmó que “era inconcebible” que la Unión Europea apoyara al régimen de Hamas a menos que condenara el terrorismo y reconociera el derecho de Israel a existir. Bastó sólo un día, para que el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, rechazara de plano la oferta.

Un año después, en 2007, Hamás tomó violentamente el control de  la Franja de Gaza, asesinando a cientos de personas, a menudo, arrojando a los opositores desde los tejados. El adoctrinamiento en el exterminio de los judíos comienza en la edad preescolar. Una vez más, la comunidad internacional volvió a proponer apoyo a cambio de cambios en la política. Y nuevamente, Haniyeh rechazó la propuesta. Los continuos lanzamientos de cohetes desde Gaza a Israel en 2014, derivaron en la Operación Margen Protector. Los ministros de la Unión Europea propusieron ayuda a cambio del “desarme de todas las organizaciones terroristas”. Además, presentaron una propuesta detallada para una misión especial de la ONU para Gaza. El Consejo Europeo también presentó un plan oficial, conforme a la cual la ayuda estaba supeditada al desarme. Pero en 2017, el nuevo líder de Hamás, Yahya Sinwar dejó en claro que “Hamás nunca reconocería a Israel”. Al año siguiente, en febrero de 2018, con el telón de fondo del recrudecimiento de las tensiones en las fronteras, la UE propuso una vez  más, ayuda a cambio del desarme.  ¿Prosperidad o terror? ¿Bienestar o industrias de la muerte? Una vez más, Hamás eligió el terror.

Moshir Al-Masri, un alto funcionario de Hamás, aclaró en el pasado cómo Hamás considera el término “alto el fuego”: “El diccionario de la resistencia define el término “calma” como la preparación para la próxima campaña. Nuestra resistencia continuará acumulando su arsenal y desarrollando y fabricando nuevos componentes sorprendentes para los nuevos sistemas”. Y esto es precisamente lo que Hamás hizo. ¿Por qué sucedió esto? Porque Hamás es una ramificación de la Hermandad Musulmana, cuyos principios de industria de la muerte fueron definidos por su fundador, Hassan al-Banna, en 1938. No bienestar. No prosperidad. No rehabilitación. No educación. Muerte. Pero la ideología de Hamás, su rechazo a las propuestas de la comunidad internacional, su insistencia en la continuación del bloqueo a pesar del sufrimiento de los habitantes de Gaza, no influye en los medios de comunicación del Mundo Libre.

Este autoengaño equivale a la autodestrucción.

El mismo día en el que los asesinos de Hamás masacraron a cientos de jóvenes israelíes que celebraban en el Festival Nova, una académica palestina-británica, la Dra. Yara Hawari, escribió: “La descolonización no es una metáfora”. Ella no podría vivir un solo día bajo el reinado de terror del Hamás. Admira el gobierno de Hamás por una sola razón. Los académicos sólo hablan de “descolonización”. Hamás proporciona la interpretación práctica del término porque trata de la matanza de judíos. La teoría que define al sionismo como colonialismo es una de las principales fabricaciones de esa línea de pensamiento. ¿Acaso mis abuelos que huyeron del Yemen hace más de un siglo, eran colonos? ¿O los judíos que huían de los pogromos en Rusia? ¿O los indigentes sobrevivientes del Holocausto que llegaron después de la Segunda Guerra Mundial? El problema es que esta mentira continua prevaleciendo y proporciona un viento de cola a Irán, a la Yihad y a los terroristas. No abarca a todos los medios de comunicación occidentales ni a todo el mundo académico, pero la propaganda de la mentira está destruyendo el Mundo Libre desde dentro.

En 2014, un intelectual estadounidense, Sam Harris publicó un artículo que concluye: “La verdad es que todos estamos viviendo en Israel. Sólo que algunos de nosotros aún no nos hemos dados cuenta”. Me pregunto qué tiene que pasar para que el mundo académico, los medios de comunicación y el Mundo Libre se den cuenta de esta simple verdad. Al final, el mundo lo entenderá. Sólo una pregunta permanece abierta: ¿Serán necesarias diez millones de muertes, o el eje del mal puede ser detenido ahora, a un precio mucho menor?

Ben-Dror Yemini es el autor del libro “Industria de mentiras”

Publicaciones Relacionadas