La guerra se acerca al centro de Donetsk, Ucrania

La guerra se acerca al centro de Donetsk, Ucrania

DONETSK, Ucrania. «!Hay una guerra, váyanse, fuera de aquí¡» — grita en la mañana del lunes un combatiente a un grupo de civiles asustados escondidos detrás de unos muros, a 300 metros de la estación de trenes de Donetsk, ciudad en poder de los separatistas prorrusos en el este de Ucrania.

Se oye muy cerca el choque sordo de los impactos de artillería y las ráfagas de disparos de cohetes lanzados por los célebres «órganos de Stalin».

Una media docena de civiles y unos cuantos combatientes se mantienen pegados a los muros en un cruce de calles. Jamás la guerra se había acercado tanto al centro de esta ciudad que contaba con un millón de habitantes antes del conflicto. Volodia, de 19 años, es un combatiente separatista.

Explica que las fuerzas ucranianas atacaron hacia las 10 de la mañana, avanzando con blindados desde el aeropuerto, un poco más al norte. «Se encuentran a unos dos kilómetros de la estación», dice el joven rubio. Tatiana, de unos 40 años, señala hacia los barrios del otro lado de las vías férreas. «Vivo allá, cómo voy a hacer para ir a buscar a mi hija», se queja casi llorando. Los combatientes se mantienen inflexibles y no la dejan pasar.

– Cuidado con los francotiradores – «¿Pero cómo quieres que haga si no dejan pasar a nadie?», grita un hombre en su celular, con aire de mucha frustración e inquietud.

Los combatientes no dudan en disparar al aire para disuadir a un peatón que se muestra demasiado insistente y pretende acercarse a la línea de fuego. Pasan algunos minibuses a toda velocidad. Según las autoridades separatistas al menos 300 personas atrapadas en un barrio en plena zona de combates eran evacuadas.

Algunas fuentes locales afirmaron en horas de la tarde que había entre uno y cuatro civiles muertos. En medio de esas escenas caóticas un trolebús vacío sube tranquilamente la avenida hacia la estación. Se escucha el ruido de una media docena de disparos de mortero.

La estación está vacía. O casi. Ya que un tren se dispone a salir, pese a todo, hacia Mariupol, ciudad balnearia a unos 100 km al sur. Algunos milicianos ayudan a los pasajeros a subir sus maletas al tren. A través de la galería sobre las líneas férreas se ve un paisaje despejado en dirección del aeropuerto. Y una columna de humo negro. «Cuidado, hay francotiradores», advierten los milicianos.

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