La Habana vestida de azabache y grana

La Habana vestida de azabache y grana

Eso sucedió cuando el poeta revolucionario llamado el Indio Nayarí gritó “Primero de enero las sombras se han ido. Fulgura el lucero de la redimida bandera cubana”. En puridad de verdad, se había liberado desde ese día, la bandera de la estrella solitaria, pupila avizora del almo sol de nuestra América.

Era el primero de enero de 1959, y señores, hasta ese día sería que “la embajada” en Cuba mandaría. Ello fue que desde el 1898, cuando España de la isla se marchó, hasta el 1902 ocuparon la isla, los soldados del “norte mirífico y fecundo”.

Y en el 1902 cuando aparentemente desocuparon la ínsula de Martí, le dejaron una constitución “Made in USA”, fabricada por el mayor general Leonard Wood. Constitución aderezada con la “Enmienda Platt, que les permitía volver, desembarcar y ocupar nuevamente, cuando ellos lo consideran oportuno de toda oportunidad.

Pues bien amigos nuestros, retornemos al primero de enero de 1959, se cumplieron hace poco, el primero de enero de este 2009, cincuenta años de aquel memorable día en que el Indio Nayarí a pulmón lleno gritó “Primero de enero las sombra se han ido. Fulgura el lucero de la redimida bandera cubana”.

Recordemos que el primero de enero de 1959, hacia Santo Domingo, entonces oprobiosamente llamada “Ciudad Trujillo”, volaron cinco aviones cubanos. Aterrizaron en tierra dominicana y de ellos salieron escualos, chacales y pro-simios. Perdón pedimos por los calificativos; pero se trataba de los maleantes, asesinos y ladrones del “batistato ramplón”. Y a la cabeza de los que aterrizaron y desembarcaron venía el ex sargento de Banes y mayoral de Cuquine Fulgenio Batista y Zaldívar. Entre los muchos que a la Revolución Cubana le salieron “huyendo” recordamos a José Eleuterio Pedraza, los Tabernilla padre e hijos, Pérez Chaumont, Ventura, Pilar García, Alberto del Río Chaviano el terrible comandante del cuartel Moncada asaltado el 26 de julio del 1953.

Y cosa increíble aquí llegó también un fámulo de Batista, su lustrabotas, el cual era como un cuervo de torvos graznidos.

Ya hemos reiterado que ese día era el primero de enero de 1959, fecha luminosa en que La Habana se vistió de rojo y negro. Ese día entró y fue recibida con vivas y aplausos la columna de Camilo Cienfuegos. Y seguirían llegando los triunfadores vestidos de verde olivo. Con bríos y airosas entraron las columnas del Che Guevara y de Faure Chaumont. Y el día ocho de enero llegaron las columnas de Fidel y de Raúl. Y con las gentes del Oriente bravo a La Habana entraron vestidos de verde olivo dos dominicanos: Enrique Jimenes Moya y Andrés Ramos Peguero.

Cincuenta años del triunfo y detrás del triunfo las agresiones de los terroristas mayores del mundo. Ha habido invasiones, añagazas, trampas y maldades. Y ¡caramba! Con ochenta y dos años a cuestas ahí está Fidel escribiendo sus Reflexiones.

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