La habitual pataleta

La habitual pataleta

La mayoría de los observadores de las elecciones del domingo han coincidido en elogiar al país por la pulcritud y transparencia del proceso, la agilidad de la Junta Central Electoral (JCE) para ofrecer inequívocamente los resultados y el civismo del pueblo.

 El jabón en el sancocho lo ha puesto como de costumbre el PRD, incapaz de aceptar la sencillez de haber perdido las elecciones.

 Es un asunto vergonzoso que una parte del liderazgo político dominicano esté tan por debajo de la actitud del pueblo, de la masa de la que se dicen dirigentes. Los pocos incidentes del día de las votaciones tuvieron por protagonistas, casi todos, a activistas o dirigentes de partidos.

Uno no acaba de entender por qué se le hace tan difícil al PRD reconocer que ha perdido, sobre todo cuando en el año 2004 Hipólito Mejía fue de los pocos dirigentes perredeístas que ha sabido reconocer prontamente su derrota, como lo hicieron Balaguer y Danilo Medina en el año 2000.   Pero la tradición del PRD es armar una rabieta que si este país estuviera más civilizado nadie se la toleraría, porque ponerse a alegar que les han robado las elecciones sin aportar la más mínima prueba ni argumento es un crimen de lesa democracia, pues enturbia el ambiente y desprestigia al país. 

Lo más conveniente para todos, incluido el propio PRD, es pasar la página lo más rápidamente posible, para que la nación pueda enfrentar los tiempos difíciles que nos esperan.   El presidente electo, Danilo Medina, requerirá del mayor apoyo y buena voluntad de todo el país para poder realizar su promesa de mantener lo que está bien, corregir lo que está mal y hacer lo que aún no se ha hecho.

Perder tiempo y esfuerzo ante una realidad que no puede revertirse es una auténtica locura, es – como frecuentemente hace el PRD – repetir una misma conducta esperando cada vez resultados distintos. Patalear nunca ha servido para más nada que desahogarse de la manera más tonta.

Ojalá don Hipólito haga uso de su gran inteligencia y sagacidad política para evitar que las cabezas más calientes de su partido pretendan empeorar su derrota electoral con una mezquina e inmadura negación de los hechos: Danilo ganó.

El que casi la mitad de los electores haya preferido a Mejía merece tomarse en cuenta por el nuevo gobierno.

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