El 26 de enero de 2020 el mundo del deporte se paralizó ante la noticia de la muerte de Kobe Bryant. La estrella de la NBA de 41 años viajaba con otras ocho personas en su helicóptero privado Sikorsky S-76 cuando se desplomó sobre la ciudad de Calabasas, ubicada en el condado de Los Ángeles, California. Tras el accidente, se produjo un incendio: el personal de emergencia respondió, pero se informó que nadie a bordo sobrevivió. Dentro de la aeronave viajaba también Gianna, una de sus hijas.
Desde entonces, más allá de la angustia por la desaparición física de la megaestrella del baloncesto estadounidense, se ha especulado con la herencia que le dejó a su esposa Vanessa y a sus tres hijos: Natalia y Bianca y Capri, nacido en junio de 2019. Se estima que la fortuna que quedará en poder de la viuda supera los USD 200 millones, aunque algunos medios indican que esa cifra es mucho menor a la real.
En lo que respecta a propiedades, el ídolo máximo de Los Lakers no poseía demasiados terrenos y la mansión que la familia posee en Newport Beach (Los Ángeles, California), tiene un valor superior a los USD 4 millones. Además, según reveló Los Angeles Time, en 2015 había vendido una casa en la misma zona por una cifra de alrededor de USD 6 millones. También, tras la tragedia Vanessa vendió por USD 2 millones la residencia en el barrio de Turtle Ridge que utilizaban principalmente para disfrutar de los fines de semana.
De lo que sí era fanático Kobe era de los automóviles y su garaje, según un informe de El Español contaba al momento de su muerte con un Ferrari 360 Modena (USD 220 mil), un Cadillac Escalade (USD 300 mil), un Range Rover (USD 60 mil), un Lamborghini Murciélago (USD 220 mil),un Bentley Continental GT (USD 2 millones), un Bentley Azure Mulliner (USD 500 mil), un Jeep Wrangler (USD 110 mil) y un Lamborghini Aventador (USD 4 millones). La cochera se achicó este lunes cuando Vanessa subastó el Chevrolet Impala de 1963 por tan solo USD 53.900, cuando el precio de base era de USD 250 mil.
Más allá de ser un deportista, el ex basquetbolista se había transformado en un empresario y por eso ostentaba inversiones por doquier. En 2016, por ejemplo, fue uno de los fundadores de un fondo de capital de riesgo Bryant Stibel que en la actualidad posee activos por más de USD 2 mil millones, según los datos de Business Insider. Ese fondo participa nada menos de empresas como Epic Games, creador del juego sensación Fortnite.
Otras de sus inversiones destacadas está vinculada a la compra en 2013 de un 10 por ciento de la bebida Body Armor de la que Coca-Cola tomó un porcentaje más alto tiempo después que le permitió a la empresa acumular un valor de USD 2.000 millones.
Semejante fortuna aún no ha terminado de sucederse, pese a que ya pasó un año de la muerte de Kobe Bryant, debido a que hay conflictos que impiden la culminación del trámite. Es que más allá de las demandas iniciadas por la propia Vanessa a la Policía de Los Ángeles y a la compañía de helicópteros Express Helicopters & Island Express Holding Corp, la familia también debe resolver algunos conflictos judiciales desatados después de la tragedia.
La principal demanda fue presentada nada menos que por Sofía Urbieta, la madre de Vanessa. La mujer de 68 años denunció que fue echada de su casa familiar tras el fallecimiento de la leyenda de Los Ángeles Lakers y entonces apuntó contra su hija y su familia, no sólo por ser despedida sino también para reclamar un ingreso adeudado por su labor como niñera de sus nietos.
“Ventilar los problemas de nuestra familia en público es hiriente, pero no tenía otra opción. Todo lo que quiero es por lo que trabajé. Vanessa, a pesar de todo lo que me ha prometido y he hecho por ella y la familia, ha intentado romper todos los lazos y renegar de todas las obligaciones y acuerdos”, declaró la señora al medio Nosotros, al cual le concedió frases como: “¿Por qué le harías esto a tu propia madre? Estoy tan decepcionada, herida y agraviada, hasta el punto, que no tuve más remedio que presentar una demanda. Tengo 70 años, mi salud se está deteriorando y mi propia hija me está haciendo esto”, detalló.
Sofía Urbieta asegura haber trabajado como niñera de sus nietos y como ama de casa de la pareja durante casi dos décadas, por lo que reclama un salario de 96 dólares la hora, lo que durante 18 años y trabajando 12 horas por día alcanza una suma de casi USD 5 millones, lo que ahora le exige a su hija.
A su vez, la división de la herencia está siendo reanalizada por los expertos, ya que en los papeles firmados por el propio Bryant los millones debían dividirse en tres, por sus tres hijos, pero ese documento está fechado en 2017, antes del nacimiento de Capri. Es por eso que Vanessa advirtió a sus abogados y reclamó que el más pequeño sea incluido en el testamento. Esto no es un inconveniente, aunque sí atrasa la repartición de bienes.
En cuanto a las otras demandas, Vanessa ha apuntado contra el Departamento del Sheriff de Los Ángeles por las fotografías del accidente donde fallecieron su difunto esposo y hija Gianna. De acuerdo al sitio en línea ABC News, la ex modelo citó negligencia, invasión de la privacidad e infligir intencionalmente angustia emocional. La demanda estableció que después del accidente, al menos ocho agentes que estaban presentes en la escena utilizaron sus celulares para tomar imágenes personales de las víctimas, tres de las cuales eran menores de edad.
También inició una batalla contra la compañía Express Helicopters & Island Express Holding Corp que estaba sujeta a estrictas reglas de vuelo visual y las condiciones climáticas del día de la tragedia no eran adecuadas para volar debido a la presencia niebla y poca visibilidad. Si bien se desconocen detalles de lo reclamado, algunos portales estadounidenses señalan que las pérdidas que sufrió la familia por la muerte del ex basquetbolistas rozan los USD 200 millones, debido a los ingresos publicitarios que seguían recibiendo por las campañas de Kobe.
Es por todo esto que la herencia de Bryant es un tema a resolver y de triunfar en las demandas su esposa conseguirá mayores ingresos para sus tres hijos, motivo por el cuál aún es complejo precisar el número exacto que recibirá la familia.