La herencia maldita

La herencia maldita

Lo peor que le puede ocurrir a un político que encabeza un flamante gobierno de apenas dos meses de ejercicio, es que tenga que enfrentar con coraje y responsabilidad, y a la vez con  prudencia, el desastre económico  dejado por su antecesor y compañero de la misma parcela política.

Y lo que ocurre, ante esa situación, es que debe echarle mano a  sus compañeros que fueron los autores y patrocinadores  de ese desastre y que ahora deben cambiar de modus operandi para frenar el desplome de la economía  y del país, como ocurre en varios países europeos.

 Ya no es para achacarle los déficits  al famoso desastre de los banqueros del 2003, que apenas superó los $53 mil millones de pesos,  sino a un plan bien concebido,  ya fuera por ignorancia o mala fe, para pasarle a las nuevas autoridades la mayoría de ellos quienes produjeron un déficit de más de 170 mil millones de pesos para asegurar la continuidad del PLD en el poder.

Lo repudiable, y excusa para justificar ese déficit, es el argumento de la necesidad del mismo para continuar con la era morada y no caer en manos de un partido y su grupo hegemónico, el cual  hubiese alborotado de mala manera al país, y a estas horas nadie estaría seguro del destino del país. Y es que ese déficit fue ocasionado por un gasto excesivo que permitió apreciables desviaciones  hacia destinos distintos por una deficiente conducción económica, donde hay políticos de envidiable y sospechosa prosperidad.

De ahí que la reacción del país con  la presentación del propuesto paquetazo fiscal del pasado jueves 4 sembró en el ánimo de los dominicanos un profundo descontento y rabia, al ver que los errores y abusos cometidos por los funcionarios  deberán ser pagados por los que notuvieron  velas  en ese entierro y que lo  de “a mal tiempo buena cara” no encaja  frente a una vacilación  oficial para domesticar el gasto público.

Lo que la población percibe es que la empleomanía ha crecido, sin sacar a los excedentes, aumentándola y protegiendo a los elevados salarios. Y el rechazo de la opinión pública  aumentaba cuando se creía que el cuerpo más afectado de exceso de empleados,  que es el servicio exterior, permanecería como un reducto de protección  política inalcanzable.

La imagen del país ha quedado desacreditada  por la permisividad conque se han manejado las cuentas de las embajadas y consulados con exceso de personas, que ni siquiera los países anfitriones los reconocen comorepresentantes oficiales del país.

 Pero la impunidad de las primeras seis semanas,  con la que no se  tocaban ciertas áreas de la nómina estatal, fue que el paquetazo fiscal tuvo tan amplio rechazo y debilitó peligrosamente las buenas intenciones del presidente Medina. Sin dudas él se encuentra atrapado entre la lealtad a sus compañeros de  partido y a los aliados que lo ayudaron a llevarlo a la Presidencia. Ahora hay otras intenciones con el anuncio de principios  de semana de  los recortes  en el servicio exterior y en los gastos de nómina. 

Estos paquetazos fiscales son concebidos por tecnócratas bien aposentados  en sus lujosas oficinas y alejados  del contacto con los sectores nacionales que se verían afectados por una carga tributaria  mal concebida, puesto que son planes en los que nunca se toma en cuenta el aspecto humano y de la conducta. Se trata de técnicos con sus fortunas en dólares, a buen recaudo fuera del país  y lejos de conmociones sociales similares a las de abril de 1984.

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