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Todo el mundo quiere y va a la política y si no existen mecanismos de control, entonces, la tentación es muy grande y tiene diversos precios. Por eso necesitamos un cambio en la dirección política, desde luego, que sea acompañado de medidas que establezcan un control en el funcionamiento de las instituciones a través de la presencia del Estado de Derecho. Es importante, que lo repitamos también en este artículo, la política debe permitir vivir dignamente, pero no más. Hasta ahí, porque el que se enrola en la carrera política tiene que tener bien claro, que no va a enriquecerse ni va a vivir mejor, sino a trabajar con entrega por el país si así lo hace, deja una herencia política envidiable, de lo contrario, manchará su profesión y la de sus descendientes. Recuerden los malos políticos, que la sociedad se venga de todos, que es fría y sus herederos, tendrán que comerse ese plato frío aun cuando no le guste.
Frente a la desprestigiada herencia política dominicana, tiene que surgir nuevas caras en las elecciones del 2012. El pueblo, ansioso de nuevos rostros que inspiren confianza y reflejen honestidad, quiere ahora personas con capacidad de ilusionar, que traigan mensajes dignos y aceptables; quieren estilos nuevos, rasgos suaves y delicados y sobre todo con intención, decisión y coraje de cambiar la sociedad dominicana, personas que nos hagan creer en algo distinto. El pueblo quiere acabar con la contaminación de la sociedad. Es necesaria la renovación del ganado político. Esta República Dominicana del siglo XXI, necesita pautas para crear una identidad y dar el paso trascendental hacia una herencia política sana, estable y sin prejuicios, con una auténtica agenda nacional para el desarrollo, la seguridad y la tranquilidad.