La herencia recibida

La herencia recibida

JOSE R. YUNEN
Sembrando a mansalva la angustia y la consternación, ha entrado de improvisto la majestad de la muerte en numerosos hogares de la familia dominicana. Esta tremenda sensación de miedo e impotencia que genera la violencia, los secuestros y el desorden de instituciones como la policía y la justicia nos impide muchas veces razonar coherentemente.

Cuando se toma distancia, ante el asesinato, la violación y el secuestro extorsivo, no hay mano dura ni mano blanda que valgan. Se impone el castigo más severo que prevee la ley como respuesta civilizada en una sociedad democrática. El gobierno, el estado y las autoridades son las que deben responder al reclamo de auxilio del que sufre esta terrible experiencia, pidiéndole perdón por no haber sido capaces de erradicar y limpiar los engranajes putrefactos de esas mafias enquistadas.

En los debates, editoriales, artículos se dice mucho de: «La Herencia Recibida». Sin embargo, cuando los gobernantes asumen el poder saben muy bien cual  es el estado que lamentablemente se encuentran las cosas. Aquellos que mandan le exigen la constitución arbitrar los medios para asegurar la tranquilidad del pueblo y luego de un tiempo prudencial, que las autoridades no son tan nuevas no tratar de patear la pelota de un lado a otro.

El dolor debería unirnos y no separarnos, la gente que sobrevivió debe alertar sobre las causas complejas que engendraron esta situación y hacer su propio museo de horror para que esto no vuelva a repetirse. Estas luchas toman toda la vida y muchas veces uno llega a no ver la solución, pero abandonarlas es pecado de esa tontería.

Suframos y luchemos hoy y ahora, no minimicemos el pasado porque no nos tocó y los gobiernos por favor avancen sobre el crimen con la constitución en la mano. Avivemos la antorcha de la fe en el corazón de las tinieblas.

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