Mientras esperaba al mecánico, se presentó sorpresivamente un brillador de vehículos muy simpático y atrevido. Miró bien el vehículo, lo tactó con las manos, y dijo de inmediato con voz firme y seguridad de experto en la materia:
__Yo se lo brillo bien, señora. Se lo pongo nuevecito. Le va a gustar, se lo garantizo.
__¡Es un buen vehículo! __. Aunque no sea de ahora.
__¡Muy lindo!_. Esa pintura negra que es original.
__¡Yo respeto mucho y amo mi trabajo!, dijo Ramón.
Con esa carga emocional y habilidad sin igual que le caracteriza se introdujo Ramón, (nombre ficticio), un personaje de la vida real dominicana que lleva más de 20 años ofreciendo sus servicios de brillado de vehículos en el famoso sector Los Mina, hoy perteneciente al municipio Santo Domingo Este, provincia Santo Domingo.
Eran más o menos la 11.45a.m. de un sábado, caminando rápido (propio de su personalidad) y con vista de águila, Ramón se acerca al vehículo parqueado en una de las calles de “Los Mina”, __su lugar de trabajo ambulante__luego de observar rápidamente el deterioro de la carrocería; justo su especialidad, le puso la mano, conversó risueñamente con la dueña de las bondades de su trabajo; comenzando de inmediato a brillar. _¡Sin compromisos!_, dijo. Fue el gancho para que le dieran el trabajo, cosa que logró en menos de 5 minutos.
__¡Yo se lo hago en mil 200 pesos! __. Un trabajo bien hecho, garantizado. ¡Es un regalo, nadie se lo va hacer por ese precio!
Este trabador ambulante con no más de 5.4 pies de estatura, delgado, ojos azuloso, jabado, de aproximadamente 60 años de edad, con canas, gran conversador, de buen humor, risueño, respetuoso, habilidoso, de rápido caminar (bien movido) y quien realiza su trabajo con amor, estilo y gracia es reconocido en el área, y a quien le llamamos Ramón en el presente trabajo.
Ramón anda por las calles con un maletín viejo colocado en el hombro izquierdo, color crema. __ ¡Eso sí!__. Bien aforrado y protegido ofreciendo sus servicios de brillado de vehículos. Dicho maletín cuenta con las divisiones necesarias para organizar los utensilios y materiales que necesita para hacer su trabajo donde quiera que vaya.
__! Tengo mis cosas bien organizadas__. Yo no juego con mi trabajo. Apuntó
Este personaje, formado en la universidad de la vida y poseedor de una indiscutible inteligencia natural, de buena a primera, dijo, _Tiene que poner algo más. __. ¿Cuántos?__. Preguntó la dueña.
__300 pesos más__, afirmó con voz firme. __¡El brillado de la carrocería ha salido más trabajoso de lo que creía!_ dijo Ramón, quien estaba muy concentrado brillando el vehículo.
__¡Me gusta mi trabajo! __. Expresó Ramón, muy sonriente, haciendo gala de su experiencia en la materia.
__¡Con este trabajo he criado y he educado a mis hijos. Yo no vivo en Los Mina, pero mantengo mi familia de aquí, vengo de lejos todos los días!
__¡Mire cómo va quedando! __. ¡Está lindo! ¡Le daré más brillo!
Luego de casi tres horas de trabajo, entregó el vehículo satisfecho de haber dado un buen servicio.
__ ¿Le gusta?__. Preguntó Ramón muy sonriente. ¡Está muy muy diferente!
__Mire mi tarjeta y ese poquito de brillo. Dígale a su hijo que le eche un poquito por el mofle, ¡para que quede nítido!
__Adiós, señora. A su orden.
__ ¡No gaste más dinero pintándolo, está bien así! Apuntó.
Con esa caballerosidad se despidió Ramón. Dejándonos la gran enseñanza de que no importa la profesión u oficio a que nos dediquemos, para realizar bien el trabajo, y para amar y respetar lo que hacemos. Sigamos su ejemplo de vida.