La hipocresía reformista

La hipocresía reformista

Los simpatizantes del otrora poderoso Partido Reformista Social Cristiano, convertido en una caricatura de entidad  política de fuste, se topan con la peor disyuntiva de su carrera de arribismo político, adherido al poder, cuando no saben si continuar su maridaje con los peledeístas o se divorcian  e inclinan sus quereres hacia los arrolladores perredeístas, que para muchos huelen a poder.

 El lamentable ejemplo de transfuguismo político  lo han ofrecido y manifiestan los reformistas en los once años de este siglo, lo cual se arreció  después de la desaparición del doctor Balaguer, que lograba mantener una cierta decencia y apariencia de moralidad. Luego de su muerte, se desató y surgió una competencia feroz para arrimarse a como diera lugar al poder de turno, no importando si tenían que arrastrarse y lamerle los  zapatos presidenciales a los presidentes  Leonel Fernández  e Hipólito Mejía.

 En el amanecer del próximo evento electoral, los reformistas se debaten ante la disyuntiva de renunciar de sus atrayentes y gratificantes puestos gubernamentales  para continuar adheridos al PLD si estos triunfan en mayo del 2012. También coquetean  con el PRD  que ya le han estado enviando señales inequívocas de conquista, conociendo como se conoce el trabajo familiar y personal del candidato presidencial de los blancos.

 La aspiración de labios, pero no de corazón, de transitar de nuevo su propio sendero electoral para recuperar la masa silente,   lo que antes era un aval electoral de envergadura que siempre apoyaba los afanes presidencialistas de permanencia en el poder del doctor Balaguer,  choca ante la realidad  del desprecio que se manifiesta en las bajas puntuaciones obtenidas en las encuestas políticas publicadas en los últimos meses.

 En el seno del PRSC existen inquietudes de jóvenes dirigentes, que crecieron y se desarrollaron políticamente cobijados a la sombra del gallo colorado cuando éste era una garantía de poder. Ellos  han comenzado a despuntar como líderes, permaneciendo apegados a esos orígenes, soportando el arribismo de los dirigentes más viejos, que buscan entregarse al mejor postor, como lo han protagonizado desde 1996.

 Los valores jóvenes reformistas, si perseveran y no se desilusionan de sus esfuerzos o podrían ser embaucados por alguno de los partidos mayoritarios, podría devolverle las esperanzas a una inmensa masa silente, que veía en el conservadurismo balaguerista la garantía a la estabilidad y al orden, cosa que se tambaleaba cuando el populismo del PRD llegaba al poder, pero que el PLD disfrazó sus ideas y proyectos izquierdizantes bajo una admirable y sólida estabilidad macro económica, que sin dudas  ha permitido tantos desmanes al presupuesto cometidos en los últimos años.

 ¿Podría surgir  el PRSC de sus cenizas y convertirse en una opción de poder confiable? Sí. Pero tal cosa sería posible solo con la nueva generación de dirigentes,  no maleados por los contubernios con el poder  y sus famosos amarres y dispendios en la administración de departamentos oficiales  que no han recibido ninguna sanción, tan solo un despido, o una botella o  un calla boca con algún contrato grado a grado.

 Indudablemente que los reformistas, con una clase  dirigencial enquistada  en el disfrute del poder, van a guiar al partido hacia una alianza con uno de los dos partidos mayoritarios, a cuenta de que pueden pretender chantajearlos, alegando que su poder fatuo los llevará a decidir quién va a ser nuestro próximo presidente.    

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