La historia

La historia

La historia tiene muchas aristas de difícil comprobación, pero también tiene cantidad de horrores (perdón) errores que de tanta repetición contribuyen a distorsionar la verdad y entronizar la mentira como hechos a estudiar.

Hemos leído que la mano debajo del chaleco de Napoleón Bonaparte se debía a que  padecía del estómago y probablemente sufría  cáncer.

Vemos que el insigne Padre Fundador de los Estados Unidos, Thomas Jefferson, se refociló  tantas  veces con una esclava negra de buen ver, que la preñó en distintas oportunidades. Ello, en el país donde la discriminación racial ha sido más severa, salvo el régimen de segregación  de la República de Sudáfrica.

Dicen que una hermosa dama que convivía con  Simón Bolívar, facilitó su huida mostrando la desnudez de su bien torneado cuerpo, lo que entretuvo y distrajo a los perseguidores del Libertador.

Son incontables los ejemplos de datos iluminadores, detalles trascendentes no tomados en cuenta u olvidados.

Se mantiene la discusión sobre si Pedro Santana actuó o no correctamente, al no perseguir al ejército haitiano después de la batalla de Azua, el 19 de marzo de 1844, donde las armas dominicanas triunfaron sin ninguna duda.

¿Qué habría pasado si…

La historia no se escribe bajo la divisa que reza: si mi abuelo no hubiera muerto estuviera vivo, se escribe mediante la investigación, el análisis de documentos, el estudio de la sociedad del tiempo a historiar, las consejas, los relatos orales y cualquier fuente que pueda contribuir a esclarecer, iluminar un hecho, un acontecimiento.

Siempre es necesario conocer el pasado para que se pueda establecer un rumbo cierto en un mundo donde nada se consigue porque Dios es grande y el aire es gratis.

En nuestro país hay una desagradable tendencia a ocultar hechos históricos que no favorecen a partidos o la memoria de líderes que, aunque los quieran presentar vestidos con seráficas túnicas fueron humanos y como tal también se equivocaron, fallaron, apuntaron hacia donde no era conveniente.

El estudio de la historia es apasionante porque si aprendemos de ella podremos avizorar el futuro y actuar convenientemente.

Preocupa el hecho de que la era de Trujillo se mantenga fuera del conocimiento y discusión en las escuelas. Pienso que esa exclusión, ese desconocimiento forma parte de una política de avestruz, ya que aunque se quiera ocultar ese período histórico existió, es una verdad.

No entiendo que en un documento del Archivo General de la Nación se consigne que el Coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez estaba en Santo Domingo en los días finales de Abril de 1965.

¡Corríjanlo!

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