La historia de dos pagos al FMI

La historia de dos pagos al FMI

POR RICHARD LAPPER
Argentina y Brasil se están beneficiando ambos de los altos precios de las materias primas, la demanda de Asia y amplia liquidez en los mercados globales. Con muchos fondos disponibles, se pueden permitir devolver los préstamos al Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, sus decisiones -a las que llegaron ambos gobiernos la semana pasada- provocaron dos respuestas muy diferentes de los mercados. Los inversionistas saludaron el pago de Brasil de US$15,5 millardos al FMI como una evidencia más de la salud financiera del país, con precios en las acciones y los bonos que se movieron al alza ante la noticia.

En contraste, la decisión de Argentina, dos días después, para liquidar su deuda de US$9,8 millardos al fondo provocó una fuerte caída en los bonos y las acciones, y en el peso, que descendió a una baja de dos años.

La primera impresión, confunde. En ambos países, la decisión tiene beneficios económicos cuestionables, puesto que el crédito del FMI es relativamente barato comparado con el dinero que se recauda en los mercados internacionales. La política fue un factor presente en Buenos Aires y en Brasilia. Ambos presidente, Luis Ignacio Lula da Silva y Néstor Kirchner tienen un ojo orientado al calendario electoral.

Al liberar a sus países de la dependencia del impopular Fondo, ambos líderes esperan ganar votos. El señor Lula da Silva, cuyas calificaciones han estado bajo presión en sondeos recientes, buscarán la reelección en octubre próximo. El señor Kirchner le seguirá seis meses más tarde.

Sin embargo, hay una explicación: Los inversionistas están adoptando criterios diferentes sobre el manejo económico brasileño y argentino.

La ortodoxia financiera de Brasil ha tenido un costo en términos de crecimiento.Se espera que el PIB crezca en no más de 2.5% este año. No obstante, la inflación anda en menos de un 6% anual y los fundamentos monetarios y fiscales se ven mucho más sólidos por los inversionistas. Brasil tiene una situación con sus reservas muy fuerte, por lo que pagar la deuda tiene cierto sentido en cuanto al manejo de las obligaciones.

Argentina, por otro lado, está creciendo con mucha mayor rapidez, y se espera que la expansión del PIB supere el 8.5% este año. Sin embargo, su situación financiera se ve frágil. Los inversionistas -y el FMI- están particularmente preocupados por el alza en los precios con una inflación cerca del 10% este año, que se considera un resultado directo de su débil política con el peso. Además, la economía está cerca de su capacidad plena.

La negativa a un aumento en los precios de los servicios públicos (congelados desde comienzos de 2002) ha incrementado la posibilidad de escasez de energía a mediano plazo. Si hubieran continuado las negociaciones reabiertas con el Fondo, tendríamos algunas perspectivas de que estos problemas se hubieran abordado. En verdad, Roberto Lavagna, el ex ministro de Economía, había estado presionando porque esto ocurriera. Pero fue destituido el mes pasado, y tal como están las cosas, los inversionistas ven a Argentina como un lugar de mayores riesgos que Brasil para hacer negocios.

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