La Historia de Fred Smith

La Historia de Fred Smith

Fred Smith, un abogado multimillonario, fue un niño No querido.

Siendo todavía un bebé, sus primeros reclamos de amor hacía su madre se toparon con un total rechazo y así continúo durante toda su vida. Estudió Derecho en la universidad y se alejó de todo lo que tenía que ver con su madre.

Consiguió el éxito material y el reconocimiento. Se aferró al “maravilloso plan de conquistar al mundo” contando con que al no necesitar a nadie en su vida, podría olvidar que lo único que realmente ha anhelado en su vida : el amor de su madre. Su éxito era su venganza, y se esmeró.

Tenía una actitud agresiva, arrogante, déspota, casi criminal. Se comportaba como un dictador. Esto lo llevo a ser temido, a ganar litigios legales que eran inimaginables pensar que podrían ser ganados. En términos personales, su vida era un desastre.

Fred Smith odiaba la vida porque sus primeras demandas vitales habían sido rechazadas por su propia madre. Negaba simplemente lo que primero le había sido negado. No podía ser feliz, no podía ayudarse a sí mismo.

Creyó que todo lo que hacía borraría la memoria del dolor. Pero el dolor, como un instigador oculto, ni siquiera le permitía descansar.

Emocionada voy narrando mi historia y de repente me entra un mensaje a mi whatsapp, que me cambia el rumbo. Le había pedido un consejo a un amigo muy sabio.

Le pregunté: “Qué harías tú si fueras yo, con relación a la decisión que mi hijo, de 18 años, ha tomado recientemente?”

La respuesta de mi amigo fué esta : “ En ocasiones la sabiduría está en No hacer nada ante lo inevitable, no es mucho lo que puedes hacer, tú quieres resolverle la vida, Pero él ha planteado algo más retador”

Cuando leí esto, fué como si me hubiesen abierto una puerta que me llevaba a nuevo lugar. Recurrí a la memoria, hasta sus primeros meses, añitos de vida y me dí cuenta que realmente mi hijo siempre subía la apuesta, para ver hasta yo donde llegaría, una especie de: “déjame ver hasta donde llega el amor de esta señora que dice ser mi mamá”. Recuerdo desde temprana edad lo pusimos en Natación, no sólo aprendió rápido, también podía desplazarse con mucha agilidad y rápidez, como si hubiese nacido en el agua. Para mí, que supiera nadar era la tranquilidad típica de “el niño puede ir al cumpleaños de su amiguito en la piscina” pero mi hijo Miguel tenía otros planes. Un día de playa, Miguel me dice “entraré al agua mami”, sin ponerme mucha atención, se escucha mi voz “no te alejes, miguel angel” yo supuse que como había oleaje, él jugaría con las olas en la orilla. El cabellero de apenas 6 años nadó hasta llegar mar adentro, justamente después de la boya, un flotante que prácticamente nadie cruza, y desde allí salta como un delfín y me grita “mami mírame”, yo realmente no puedo escribir aquí a dónde se me fué el corazón, casi me muero. Después de gritarle que regresara como una loca histérica, él gozando, riéndose, volvió a la orilla, a mí me tomó más tiempo volver a la normalidad.

Creo que haber coincidido con la historia de Fred Smith en este momento de mi vida no es una coincidencia, y recibir el mensaje de mi amigo, tampoco lo es, son las señales necesarias que la vida nos da.

Decidí compartir con mi hijo la historia de Fred Smith y le pregunté : qué harías tú, si yo no te hubiese amado?

Me respondió: Te habría preguntado. Porqué no me amas? Qué sentido tiene tener un hijo que no quieres tener?

Mi hijo tenía razón. Me invadió la curiosidad, tenía que haber más de esta historia.

Busqué y encontré las respuestas.

Fred sí preguntó. Pero su madre se negó a responder constantemente. Sin embargo justo antes de su muerte pidió verlo para darle esa respuesta:

“Fuí violada a los 16 años y obligada a tenerte porque mis padres eran devotos religiosos y el aborto en los años 30 no era una opción para mí y darte en adopción sería una vergüenza porque todo el mundo se habría enterado que había sido violada. Acordaron un matrimonio arreglado con el hijo de un amigo de papá por una deuda que este tenía con él desde la guerra. Me casaron para no tener que lidiar con la vergüenza social. Cuando naciste no sabía como amarte. Todo era obligatorio. Y la única manera que encontré, en mis adentros, de demostrarte algo que yo entendía que debía ser el amor, era justamente dándote siempre la libertad de elegir, incluso si eso significaba que me odiarás, te dí lo que nunca tuve libertad de elegir. Justo ahora antes de morir, tomé la decisión de responder a tus preguntas, contarte como ocurrieron los hechos. Es la primera vez que actúo libremente, porque mi esposo, a quien conoces como tu padre, nunca me permitió que te hablara de eso. Tuve que esperar su muerte para poder hacerlo.

Hemos entendido el amor como un formato de comportamientos rígidos y específicos, todos «suponemos» como debe manifestarse el Amor, pero cuando la vida nos saca de ese formato establecido: nadie sabe que hacer!!

Y casi siempre confundidos, la tendencia natural es huir del dolor por cualquier vía disponible.

Y ciertamente como dice mi sabio amigo: “En ocasiones la sabiduría está en No hacer nada ante lo inevitable”

La vida va ocurrir. Los hijos van a crecer. Todos, de algún modo, seremos juzgados. Aceptar que nuestros padres harán cosas con las que no estamos de acuerdo, que nuestros hijos harán cosas con las que no estamos de acuerdo, que vivimos en un mundo donde hay cosas que ni siquiera bajo un buen entendimiento las podríamos llegar a comprender mucho menos a estar de acuerdo con ellas, vivir con la expansión de una conciencia de aceptación y respeto, es amarse, cambiando viejos formatos sobre como debe ser el amor. Namaste!