“Yo causé mi propia destrucción. Aquí, la única que tuvo la culpa fui yo porque -pese a todo- tuve una niñez muy feliz y fui muy bien educada”, dice visiblemente apenada Rosa de la Cruz tras hacer un recuento de su vida y de las decisiones que tomó.
“Yo tenía un salón de belleza, un carro y vendía pacas. Esos negocios yo los puse para quitarme de las drogas pero lo tenía tan metido dentro de la sangre que se lo dejé a mi familia y yo seguí por fuera vendiendo”, dijo en una entrevista para Capricornio TV.
Aunque nació en una familia humilde en el sector de Villa Juana, asegura que recibió una educación de primera. Siempre la tuvo presente, a pesar de haberse involucrado en el mundo de la droga a temprana edad. Hoy en día se cuestiona por qué continuó ese camino a pesar de las advertencias que recibió.
Te puede interesar: Defiende trabajos construcción verja cárcel de Najayo
El comienzo
Su inicio en el mundo de los estupefacientes se debe a diversos factores. En primer lugar, su esposo ganaba poco dinero. En segundo lugar, su hijo pequeño se enfermó con colerin negro, también conocido como el tifus negro, y bronquitis. Por tal razón hubo que internarlo en un hospital. Sin embargo, debido a la precaria situación en la que vivían ella y su pareja, cuando llegó el momento del alta médica, no contaban con los recursos necesarios para pagar la cuenta.
De la Cruz explicó que la forma que buscó para resolver su situación no fue la más correcta. Narra que en ese momento su hermana, Luchi, la visita y le regala 50 centavos. Con ese dinero decide jugar un palé, y por obra del destino, resultó ganadora. Su premio fue de 500 pesos.
“Yo fui a la farmacia y compré rohipnol y captagon para venderlas, para sacar a mi hijo y para seguir comiendo en la casa. Ambas eran pastillas que usaban los tigueres para drogarse y yo las compré para vendérselas”.
Amplía: Dan 14 años de cárcel a ejecutivo de una empresa que elaboraba medicinas por brote de meningiti
Al darse cuenta de lo fácil que entraba el dinero, escogió continuar con el negocio. Su primera mercancía fue la marihuana y luego pasó a vender cocaína.
Sus inicios en la cárcel
Así pasaron alrededor de 5 años. Su negocio prosperaba, al igual que su calidad de vida hasta que un día despierta con una amenazante pistola frente a su cara sometiéndola a la rendición.
Eran las 6 de la mañana cuando la Dirección de Narcotráfico (Dirección Nacional de Control de Drogas) tumbó la puerta del lugar para abrirse paso hacia la sospechosa. Pocos fueron los minutos que le tomaron al organismo estatal para instalarse en el hogar de De la Cruz, y revisar cada centímetro de ella en búsqueda de aquella sustancia prohibida.
«Me encañonaron en la cama. Luego me levantaron. Buscaron. Consiguieron una balanza (la cual tenía restos de droga), y 20 mil pesos. Droga no encontraron porque se me había terminado».
Querrás leer: Najayo, cárcel predilecta para acusados de corrupción
Ella sentía preocupación debido a que su familia se encontraba a poca distancia de ella por lo que era imposible que ignoraran el suceso. Aunque poco era lo que ellos podían hacer.
Describe que, luego de apresarla, la trasladaron al Palacio de Justicia donde la interrogaron. La hallaron culpable de los cargos. Fue enviada a la prisión preventiva por dos años.
Reincidencia
Al cumplir su sentencia sale libre. Poco tiempo después vuelve a estar tras las barras por 1 año y 6 meses. Retorna a la prisión preventiva, pero por circunstancias externas la envían a la cárcel de Najayo.
Yo me considero una mujer ignorante y pariguaya. Yo sí fui una ignorante y sí fui una pariguaya por hacer lo que no tenía que hacer. Por no saber escuchar, a mis vecinos, a mi familia y a las mismas autoridades… que me decían que no lo hiciera y yo volvía a lo mismo.
Rosa de la Cruz
Te interesará: Confiscan celulares, wifi, verifone y armas blancas en la cárcel de Azua
Como mujer inteligente y resiliente que es, se las ingenia para obtener dinero de forma honesta. Explica que durante su estadía puso un negocio de gelatina, un colmado, e incluso, llegó a prestar dinero. Señala que en los días de visita ella preparaba unos bollitos de yuca con carne que eran todo un éxito.
A pesar de haber experimentado en dos ocasiones la vida en la cárcel, cuando sale en libertad acepta ser mula para llevar una droga a Higuey.
Por tercera ocasión es sometida a la justicia. La envían a la cárcel de La Romana donde duró 4 años y 6 meses.
Gracias a su forma de ser llegó a ser encargada de celdas. Cargo de desempeñó de manera magistral según cuenta. Asegura haber instaurado el orden y la armonía en aquel lugar tan lúgubre. Forjó entre las reclusas una hermandad que perdura hasta el día de hoy.
Sigue leyendo: Cárcel Najayo lucía desolada tras ingreso imputados de Coral
Cambio de perspectiva
De la Cruz, quien hasta el momento había hablado de manera serena, se quita los lentes de manera brusca y de inmediato unas lágrimas asoman sus ojos hasta romper en llanto al decir estas palabras:
«Cuando yo salí en libertad, que me dieron el indulto, yo no sabía si salir o quedarme adentro porque hicimos una relación de familia. Entonces, me creía que si yo me iba, ellas no iban a estar bien como cuando estaban conmigo.
Aclara que ella no quería volver más a la cárcel pero la convivencia con sus compañeras le hizo dudar por unos instantes.
Lee más: 30 días de cárcel y pago de 500 dólares por toser en la cara a otra mujer
Mensaje a la juventud
“Yo le diría que la vida no es como uno la quiere ver. Hay muchas cosas que hacen daño. La droga acabó con mi vida. Las cárceles acabaron con mi reputación. Una parte de mi vida se fue con todo eso”, comenta Cruz.
Argumenta que “el que te brinda drogas, alcohol o el que te pone una hooka por el frente no es tu amigo, porque eso destruye la vida, y si no, mírame a mí”.
“Tíguere no es el que está en la calle con una hooka en la mano y con una funda de droga vendiéndola o consumiéndola. Tíguere es el que estudia, el que se hace de una profesión o de un oficio para buscarse la vida”, enfatiza.
Añade que ya dejó atrás la venta de narcóticos y se dedica en cuerpo y alma a su familia. De igual forma, ahora se gana la vida con un puesto de cosido y mondongo que su madre le sugirió que hiciera.
Las personas me han aceptado, me han perdonado. Uno tiene que buscar el perdón porque es mucho el daño que se hace.
Rosa de la Cruz