La historia de un día muy normal

La historia de un día muy normal

Por MARIEN ARISTY CAPITAN
Bíblico, sagrado o cabalístico, el número siete era una cifra digna de veneración para los pitagóricos, quienes decían que alrededor de ella giraba la vibración controlada de los siete espíritus celestiales que gobernaban al mundo, es decir, de los siete planetas conocidos hasta  entonces.

Pero el número siete, bautizado como el de la vida porque los bebés sietemesinos siempre vivían mientras que  los que nacían a los ocho solían fallecer, también  encerraba poderes especiales para los caldeos, babilonios, esenios, griegos, egipcios, chinos, hindúes, mayas, aztecas y hasta los incas. Todos ellos  entendían que el siete  es la combinación de Dios y la naturaleza humana.

Por otro lado, el siete ha sido concebido como el número de la Creación (Dios se tomó siete días para crear el mundo) y  del Poder Espiritual. ¿Ejemplos de su manifestación? El Génesis, los siete Sellos, las siete notas musicales, los siete colores del Arcoiris.

En cuanto a las religiones y escuelas espirituales,  el número siete ha sabido ocupar un lugar de privilegio en la simbología de la mayoría de ellas: desde los judíos hasta los católicos, pasando por los hindúes y los teósofos, han sentido afición por  este número místico.

No es casualidad que siete sean los sacramentos, siete los pecados capitales, siete las ramas del saber hindúes, siete las grandes virtudes, siete los cuerpos del hombre y siete los dioses del vudú.

Independientemente de las creencias, para muchos el siete es símbolo de  fortuna, suerte y  dicha. Por ello, como ayer era el día siete, del mes siete del año 2007,  cabía preguntarse: ¿se trataba de un día normal o nos daría mayor suerte?

En el caso específico de los cristianos,  era un día ideal para adorar a Dios y darle gracias por todo aquello que creó para la humanidad.

EL SABADO, la fortuna

 Para quienes trabajan en las boticas del Mercado Modelo de la Mella, donde el número siete se ve en todas las mezclas, ensalmos y trabajos, el día de ayer era de buena suerte porque se trataba de un sábado. El  que fuera siete, sin embargo, no tenía nada que ver.

Así lo explicó, José Manuel Peguero, quien señaló que los sábados son días para ir a los casinos, para los juegos del azar, el amor y el dinero. Los martes y los viernes, por demás, también son buenos para hacer trabajos de magia.

Lo mismo indicó Edison Rodríguez, de la Botica Siete Potencias, quien explicó que los sábados son mejores días para darse baños que llamen la fortuna y el amor.

Para ello, aunque el día siete no le signifique nada, recomienda los siete baños sagrados, las siete plantas, los siete inciensos y el “siete por siete contra todo”.  

Para Jorge Cepeda, de la Botánica “San Miguel” en el día de ayer se vendieron mucho los velones, el perfume y el spray siete potencias, que potencian la suerte que prodiga el número siete.

 “La gente ha acudido masivamente a comprar estas cosas porque traen consigo los siete poderes de Changó, Yemayá, Ogún… los siete dioses de la fortuna”.

Yahaira Pérez, por otra parte, sostuvo que esta mezcla  de sietes no puede más que ser  la fecha oportuna para la llegada de un anticristo que se esconderá en el país.

LOS QUE NO CREEN NADA

Tener mucha suerte es lo que quisiera Marta Maríñez, vendedora de aguacates que suele estar en la calle Cervantes esquina Lea de Castro, quien dijo que para ella ayer era un día normal en el que pasaría tanto trabajo como de costumbre porque a situación está mala.

“Esa coincidencia simplemente numérica pero no creo que signifique nada para mí, no. Hoy es un día como cualquier otro y no pasará nada especial. Yo no creo en esas cosas”, dijo Ramón Vargas, taxista.

En iguales términos, y afirmando que son cosas de gente supersticiosa, se pronunciaron Mario Bonetti, Lilliam Medina, ama de casa; Maritza Segura, vendedora de flores; y Pedro Emilio Araújo, vendedor de rollos de papel higiénico en el parque de San Miguel.

Para Juan Medrano, empleado de la Distribuidora de Cristalería  que está en la avenida Mella, todos los días son especiales y, por tanto, siempre  puede suceder algo increíble.

El creer o no en ello es, en pocas palabras, un asunto de fe y de creer que en lo posible y lo cotidiano también se encuentra la fortuna.

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