La historia está escrita

La historia está escrita

La historia de este país, contada desde el primer cuarto  del siglo veinte en adelante, está lo suficientemente documentada, con los hechos y los testimonios que de los mismos han dado las diferentes fuentes. No hay manera de que ahora, un decenio después de iniciado el siglo veintiuno, pueda asimilarse como válida cualquier versión que pretenda distorsionar la realidad de  hechos horrendos que marcaron de manera indeleble a nuestra sociedad.

La era de crímenes y oprobio, de latrocinio e intolerancia, de ejercicio omnímodo del poder y falso nacionalismo que encarnó durante 31 años el tirano Rafael Trujillo, está reseñada no solamente en las distintas versiones de la historia dominicana y los testimonios que permitieron compilarla, sino también en páginas de historia de pueblos hermanos, que de alguna manera tuvieron que lidiar con las hostilidades del régimen del sátrapa.

Será difícil presentar ahora argumentos que pretendan alguna indulgencia para las culpas del tirano, y menos sobre sucesos que marcaron de tal modo a la sociedad dominicana, que determinaron el comienzo del fin de la era trujillista. Ni el más libérrimo ejercicio del derecho a  la expresión  sería suficiente para conmover la solidez de una historia que todavía tiene la gloria de conservar en vida muchos fieles testigos.

Hay que invertir más en el saber

El diagnóstico ha sido hecho desde hace tiempo. Ha sido revisado, ampliado y actualizado varias veces. Todo el mundo está claro en que el sistema de enseñanza del país necesita mejorar la preparación de los profesores, los índices de aprovechamiento de docencia y aumentar las horas de clase, entre otras cosas. También está claro que hay que cubrir el déficit de aulas y mejorar los criterios para que la infraestructura escolar sea “amigable” para con la relación enseñanza/aprendizaje.  Dudamos que haya un diagnóstico más completo.

El ministro de Educación, Melanio Paredes, educador por convicción y ejercicio, ha dado, como otros, la clave para hacer lo que hay que hacer por la enseñanza. La necesidad de invertir más en este sector es una verdad que no admite controversia. Que el saber es la herramienta que facilita el progreso tampoco la admite, pero, inexplicablemente no invertimos lo suficiente y necesario para multiplicar el conocimiento.

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