La historia estancada

La historia estancada

Son miles y miles los dominicanos que desean “una mejor nación”. Dominicanos de todas las edades, de los niveles económicos y educativos más diversos, coinciden en que ya es hora de cambiar nuestros “estilos de vida”. Esos “estilos” son, simultáneamente: políticos, sociales, laborales, económicos, de conducta familiar. Están hartos de la impunidad con que actúan los delincuentes, de la falta de rigor de los tribunales para aplicar las leyes. También del exceso de brutalidad con que la policía actúa en muchísimos casos. También existe un generalizado rechazo al “transfuguismo” de los dirigentes de los partidos políticos. Esta inconformidad abarca la totalidad de las clases sociales.
Clases y grupos manifiestan su inconformidad en privado; piensan que es inútil y peligroso expresarla públicamente. Y por eso vivimos en trance de “estancamiento histórico”, de parálisis colectiva. Hombres de empresa, profesionales de todos los campos, profesores universitarios, periodistas y escritores, están persuadidos de que no pueden hacer nada para cambiar esta situación; se sienten impotentes, en medio de una maraña de intereses encontrados, de hábitos violentos y negocios turbios. En ese contexto florece el oportunismo, la irresponsabilidad, la falta de propósitos dirigidos a mejorar la vida común. Sin embargo, cada cierto tiempo emergen erupciones de protesta que son rápidamente asordinadas.
La impunidad de los delincuentes, la corrupción administrativa, la inseguridad ciudadana, no son los únicos motivos de quejas adoloridas, sin desagüe emocional, ni político. La gran cuestión que ahora sacude toda Europa es el problema de la afluencia excesiva de emigrantes. El rechazo que vemos en todos los países de la Unión Europea, es tanto económico y cultural, como político y administrativo. Decir que la xenofobia es indicio inequívoco de racismo, no es adecuado ni justo.
En la República Dominicana, la inmigración de haitianos indocumentados pone en peligro la sobrevivencia del sistema de seguridad social. Es un simple problema de matemáticas financieras. En cuanto al sistema general de salubridad de la RD, ya se han publicado datos acerca del número de parturientas haitianas que acude a nuestros hospitales. Es indudable el impacto de las epidemias “registradas en Haití” sobre la población dominicana. No habrá modo de acallar la rebeldía de los dominicanos frente a esa invasión incontrolada de emigrantes.

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