La historia se repite, y los errores también

La historia se repite, y los errores también

A principio de la década del 60, luego de la muerte del tirano, se comenzaron a ofrecer charlas y conferencias sobre asuntos políticos, y mi vecino, el Ing. Osvaldo Gómez, conocido por todos como Chobi, quien había estado preso por su participación en actividades antitrujillistas, me invitó a una actividad en la que participaría el conocido intelectual Andrés Pérez Cabral (Corpito). Durante el desarrollo de la misma, se expresó que: “la historia se repite”, y de inmediato Chobi se puso de pié y expresó: “y los errores también”.

Chobi Gómez, quien falleció hace unos años, era mayor que yo, pero fuimos grandes amigos. Estuvo durante largo tiempo vinculado con las empresas del también desaparecido Guin Moya Canáan, y cada vez que nos encontrábamos, si uno decía: la historia se repite, el otro contestaba: y los errores también. Y luego comentábamos cosas del pasado, pero sobre todo, los errores que se han cometido y se cometen en todos los aspectos, incluyendo de forma destacada, los políticos.

A Chobi no le conocí filiación partidaria, aunque debo decir que en esa época de principio de los 60, no solo hablaba sobre marxismo, sino que nos suministraba uno que otro libro en las reuniones donde Pedro Lavera y los hermanos Fermín de la calle El Número, próximo al malecón.

Pero tal como señaló en aquella ocasión, los acontecimientos continúan sucediendo de forma parecida, y los errores continúan siendo parte fundamental del accionar político. Pareciera como si nos pesaran los zapatos o los talones, que no nos permiten levantar los pies para evitar tropezones.

Sobre todo durante los procesos electorales, cuando se ponen de manifiesto de manera más abierta las conductas y las acciones de nuestros dirigentes o líderes, es donde podemos comprobar con más claridad que casi todo es una repetición, sin dejar de lado lo que decía Chobi, los errores.

Porque no hay cosa que sepa más que un líder o dirigente. Aconsejarlos, para muchos, es la mejor forma de perder el tiempo. Se ponen o les colocan lentes que los hacen creer que lo ven y entienden todo. Se agencian mecanismos de información que igualmente los hace creer que saben todo cuanto se mueve, incluyendo detalles insustanciales.

Con frecuencia los empujan hacia una especie de mundo irreal, en el que solo se ven y oyen las cosas que les agrada o les conviene, pero que en muchas ocasiones los confunden, porque en ese mundo de ilusiones, los líderes o dirigentes, en realidad no saben para quién trabajan los que los empujan. Y ahí radica parte de las causas que los hace cometer tantos errores.

No solo desperdician la oportunidad de aprovechar las experiencias de las repeticiones históricas, sino que los ponen a tropezar con las mismas piedras o caer en los mismos hoyos. Como si perdieran la visión y les quitaran los bastones blancos para que caminen sin orientación.

La historia se repite, y los errores también. Lástima que con tanta frecuencia. Pero ahí estarán los muros de las lamentaciones.

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