Muchas cosas valiosas de nuestra cultura se están perdiendo. A veces no simplemente porque se haga difícil de volverlas a encontrar, sino porque se van transformando hasta perder su esencia verdadera su sabor y terminación, cuando se trata del patrimonio culinario.
Eso le pasa a la hojaldra conocida también como hojaldre-, un dulce criollo que es prácticamente desconocido para la gente de menos de 25 y que no haya visitado el campo. O tal vez más, porque no en todos los campos ni en todos los tiempos se encuentra el particular dulce.
Es un pequeño bocado, parecido a la macita, pero más crocante, y que al ser mordido deja una sensación muy especial: por un lado, un delicioso toque de especie aromática, y por el otro, la impresión de que se se come algo muy seco y de consistencia terrosa, por lo que habrá que buscar algo que tomar antes de haberse comido diez.
No en vano dice un refrán que el que tiene más saliva, come más hojaldra; porque la hojaldra, aunque no deja de ser agradable al paladar, tiene la particularidad de ser muy seca.
La original. Según explica Carlos Estrella, de la tienda Cosas de mi País, hay dos tipos de hojaldra. Una que se prepara con almidón de yuca y es propia de la zona de Jánico, San José de las Matas y Monción.
La otra variante se prepara con guáyiga, un tubérculo parecido a la yuca que se da sólo en algunas regiones del país. En ambos casos, se extrae el almidón de los tubérculos y se mezcla con otros ingredientes antes de llevarlo al horno en forma de bocaditos que terminarán siendos sabrosas hojaldras.
Pero a las hojaldras el tiempo no les ha hecho bien. La gente mayor que conoce bien la receta original ya ha dejado la costumbre, y muchos de los que aún mantienen viva la tradición han reemplazado el natural almidón por la maicena y harina de pan, viniendo a ser la hojaldra una simple versión que en nada supera el sabor de la original.
En Jarabacoa, La Vega y zonas aledañas, se están haciendo las hojaldras de maicena y de harina de pan. El problema de estos productos es que van a desaparecer porque la gente que los fabricaban ya son mayores de edad y están cansados. La nueva generación que va a comer eso va a comer un producto muy desmejorado, asegura Estrella.
Una tradición. Las hojaldras son inevitables en un viaje al Santo Cerro, donde es más fácil encontrarlas en puestos de venta.
Según Estrella, tanto la hojaldra como los roquetes se hicieron muy famosos hacia los años 60, siendo ofertadas a los visitantes que llegaban al Santo Cerro de La Vega para cumplir una penitencia. Entonces, al llegar la hojaldra era uno de los pocos alimentos que encontraban en el lugar.
La gente iba al Santo Cerro a hacer penitencias. Hacían promesas y salían a pie de los pueblos, en caravanas, a hacer penitencias y cuando llegaban lo único que encontraban hecho era eso. Todavía lo siguen haciendo pero no con la calidad que se hacía antes. El de ahora es netamente comercial. Antes, por ejemplo, la gente compraba una tarta de roquete y podías comértelo con chocolate, el de ahora no es más que un símbolo, comenta Estrella al resaltar la baja calidad con que se ofertan estos productos actualmente.
En la ciudad las hojaldras pueden adquirirse en tiendas de dulces criollos como La Casa de los Dulces, en la Zona Colonial, y la red de tiendas Cosas de mi País, en distintas plazas.
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Almidones
La hojaldra originalmente se preparaba con almidón de yuca y de guáyiga Esta última, que también se usa como ornamental, es una planta que se da en nuestra isla en zonas rocosas y arenosas, como la región Este.
Preparación
Semana Santa y el Día de las Mercedes son las épocas en que más comúnmente se venden las hojaldras en el Santo Cerro de La Vega. Estas y los roquetes son de los inevitables en los viajes a esta zona del Cibao.