La hora cero para Cuba, Puerto Rico y la isla de Santo Domingo

La hora cero para Cuba, Puerto Rico y la isla de Santo Domingo

Especial para HOY

Nadie, absolutamente nadie en República Dominicana ha apoyado la administración del presidente Obama como lo ha hecho el autor de esta nota. Durante años he venido escribiendo y destacando los logros del Presidente. Además, esa era mi responsabilidad como miembro del Comité Nacional Demócrata (DNC) del Partido Demócrata de los Estados Unidos. Cuando eres miembro del DNC y el partido está en el poder, los miembros de ese organismo somos como una extensión de la Casa Blanca.

Pero hoy, quiero advertir al Presidente -y es una forma de apoyo también- que debe evaluar bien la situación que se está gestando en el Caribe, que constituye la tercera frontera de los EE.UU y, por tanto, es un asunto de seguridad nacional. Esta región ha sido históricamente muy sensible y convulsa: No olvidemos que la única vez en que la humanidad estuvo cerca de extinguirse por un conflicto nuclear fue por un diferendo originado en estas latitudes.

El Presidente está restableciendo las relaciones con Cuba, lo cual aplaudo y el pueblo americano apoya mayoritariamente, pues lo de Cuba, ya era un anacronismo. Resulta evidente, que Obama asume con realismo el enfoque de una transición “a lo vietnamita”, es decir, bajo la égida de un Partido Comunista que sigue gobernando de forma autocrática. Cuba, por cuestión de supervivencia y no de ideología, trata de impulsar un proceso limitado de apertura, liberalización e integración en el orden económico y social.

De todas formas, cabe preguntarse, ¿son los cubanos como los vietnamitas? Lo cierto es que, aunque Cuba tiene una población educada y en buen estado de salud, tendrá que llevar por largo tiempo el lastre de los daños estructurales que deja una dictadura comunista de más de cinco décadas, donde el asistencialismo y el estatismo están metidos profundamente hasta en la médula de la sociedad.

Están por verse los efectos que en la región generará este cambio de nuestra política. Más concretamente, me pregunto – ¿estimulará a los países de la región a establecer o consolidar regímenes de partidos dominantes cuasi dictatoriales?

Otro escenario más complicado es el colapso económico de Puerto Rico: Técnicamente es un Estado quebrado que no tiene posibilidad de quebrar, pues las actuales leyes de quiebras federales solo aplican a los 50 Estados y no al Estado Libre Asociado. Así pues, la desesperanza es tan acentuada que la emigración hacia el territorio continental se acelera en la misma medida en que se extiende un sentimiento de alienación social, con las diferentes opciones de estatus políticos que se discuten ya por décadas. Los costos asociados a los males sociales generados por esta situación son elevadísimos y quizás, la criminalidad y la corrupción lleguen a picos cada vez más altos.

Puerto Rico es mi segunda patria y la llevo en el alma. Ahí recibí mi educación superior e hice familia. Tengo en mi mente para mi querido Borinquen una solución estrambótica. El Congreso Federal y el Tesoro de los Estados Unidos deberían de ofrecer un préstamo grande, digamos de 100 billones de dólares a un término de 100 años con intereses blandos. Sin pago de capital por un período sustancial. Puerto Rico se comprometería a no tomar deudas ni emitir bonos también por un tiempo razonable. Deberían enmendar y eliminar de su Constitución lo referente a que las obligaciones del Estado Libre Asociado son obligaciones primarias. Propongo, adicionalmente, hacer un plan nuevo de desarrollo de por lo menos un cuarto de siglo. Dicho plan tendría que ser aprobado por los principales partidos políticos mayoritarios para asegurar su implementacion sin sobresaltos. Si gastábamos 20 billones mensuales en Irak durante esa conflagración, ¿por qué no podemos emitir un préstamo de esa magnitud al pueblo de Puerto Rico?

Al fin y al cabo, sería un préstamo y no una donación. Sería como una compensación por haber sido sometido a un coloniaje por más de un siglo sin consentimiento del pueblo de Puerto Rico y, porque los puertorriqueños, participaron valientemente en todas las guerras en defensa de la democracia continental. Que nadie se pierda de una realidad: Puerto Rico ha sido y es un gran negocio para los Estados nidos; si no hubiese sido así, hace rato que la hubiesen soltado.

Sin embargo, donde se escenifica un drama que puede terminar en una gran fatalidad es en la isla de Santo Domingo. Por un largo e intrincado proceso histórico cultural, se han desarrollado dos naciones que no pueden ser más diferentes.

Haití, emblemático y problemático, ha devenido en un estado fallido, según lo consigna el índice que anualmente publica Foreign Policy, elaborado por el Centro Carnegie para la Paz Internacional. Después de una historia de luchas de liberación, de una gran revolución en contra de la esclavitud, sometida al castigo del aislamiento continental, reforzado por la autoexclusión con espíritu de getto que hicieron sus dirigentes, y flagelados por destructivas luchas raciales o interétnicas, Haití se ha convertido en un gran quebranto para la comunidad internacional. Pero esta situación se tornará cada vez peor para todos, incluidos nosotros en Estados Unidos, si se insiste en la “solución fácil” a expensas de su vecino insular.

República Dominicana es, por mucho, el Estado más funcional, estable y próspero de toda la región. Sin embargo, está a punto de entrar en una situación de gran inestabilidad a partir del desencadenamiento de conflictos de gran intensidad. Las políticas complacientes que han seguido las clases dirigentes de ese país, en gran modo, fruto de su dependencia y vulnerabilidad frente a los Estados Unidos, la Unión Europea y las agencias internacionales, han creado la falsa percepción de que puede inducirse un esquema de binacionalidad que releve a la comunidad internacional de sus obligaciones con Haití.

Por ejemplo, por ahí anda un grupo económico binacional en formación, que dicen y alegan que es una iniciativa para el desarrollo sostenible de la zona fronteriza entre ambos países. Dicen que van a invertir billones de dólares en los próximos 15 años. Pero, ¿que pasaría, si suena el primer cañonazo precisamente en esa zona? Todos estos planes se caerían como un juego de naipes. Bajo esa posibilidad, será entonces difícil convencer a los organismos internacionales de considerar financiamientos para ningún tipo de proyectos en esa zona. Tiene que existir estabilidad política en ambos lados de la frontera antes de hacer inversiones.

En Haití no hay, ni existe estabilidad política. Es un país intervenido militarmente por fuerzas de Las Naciones Unidas. Además, no acaban de hacer elecciones y por consiguiente, es un Gobierno sin ningún tipo de legitimidad. Así pues, los planes de ese grupo económico binacional, aunque se trate de una magnífica idea, son sumamente difíciles de implementar con las condiciones antes enumeradas. Ojalá yo estar equivocado.

Inducir, presionar, condicionar a partir de sus debilidades, la integración de un Estado relativamente funcional con un Estado fallido, solo puede provocar dos estados fallidos y una crisis descomunal en el centro del continente.

Así las cosas, la verdad es que República Dominicana está siendo desacreditada e insultada como país en diferentes foros internacionales. Haití ha aprovechado su presencia en CARICOM, UNASUR y OEA para articular y presentar a sus vecinos como violadores de derechos humanos de los ilegales haitianos -que suman más de un millón y medio- en República Dominicana. La declaración del Secretario general de la OEA de “un solo territorio y un solo país” cuando se refiere a la isla, indica claramente cómo es que van a venir las cosas en ese organismo internacional. Existe un perfecto trío bien coordinado para acorralar a Dominicana, lo componen: Michel Martelly, presidente ilegítimo de Haití; Ralph Gonsalves, primer ministro de Las Granadinas, y ahora se unió Luis Almargo, secretario de la OEA. Todos respaldados por los chavistas Correa de Ecuador, Maduro de Venezuela y el ex- presidente de Uruguay José Mujica.

República Dominicana está solita en este pleito. Las potencias mundiales aprovechan la coyuntura para salirse por la puerta de atrás sin pagar sus cuentas, por ser responsables históricos en crear el getto que es Haití. Lo trágico de todo esto es que están ganando el pleito, hasta en Washington!!!. ¿Y quién, en su sano juicio se posicionará en medio de unas elecciones presidenciales en Estados Unidos en contra de los “pobrecitos“ haitianos? República Dominicana está aislada.

El problema de todos los conspiradores en contra de República Dominicana es que no conocen bien la historia de esa nación.

No hay pueblo del mundo que haya luchado más por su independencia y libertad. Sacaron a los haitianos en 1821 y 1844, a los españoles en 1865, a los Estados Unidos dos veces en el siglo pasado. Desconocer eso, es una ignorancia grande. Para lograr la unificación como un Estado binacional, la ONU necesitaría más tropas que las que usaron en la guerra de Corea. Con la desgracia, que al final tendrían que retirarse. ¿O no pasó eso en el 1965?

 

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