La hora de los hornos

<P>La hora de los hornos</P>

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
La junta de Ramón Alberto (El Chino) Ferreras Manuel, Ramiro Alfredo Manzano Bonilla y Alberto Malagón, produjo páginas de profundidad analítica, otras de chispeante humor negro y la mayoría en busca de la verdad.

El Chino fue periodista profesional, Manzano un influyente ingeniero, respetado profesor universitario, excelente y muy buscado calculista de estructuras, a quien la política le robó su oculta vocación de servir en el vasto campo de la acción pública.

El profesor y doctor Alberto Malagón, periodista profesional, abogado, escritor, ajedrecista, profesor universitario de materias de comunicación, era de una agudeza fuera de serie

El Chino escribió decenas de libros, algunos muy interesantes.

De Manzano no sé que haya escrito ninguno y si lo hizo pienso en algún texto de ciencias exactas explicando intrincados problemas de álgebra o trigonometría; Malagón sí escribió varios libros relacionados con el arte de escribir y otros temas no menos importantes.

El Chino, Manzano y el profesor Alberto Malagón fueron los responsables del periódico ¡Claridad! en 1962, publicación que todas las semanas hacía temblar con denuncias responsables a quienes habían actuado contra el pueblo dominicano durante el tiempo de Trujillo, así como señalamientos directos y descarnados de las acciones inmorales, ilegales, de quienes imitaban las malas ejecutorias del pasado, entonces reciente.

Manzano, El Chino y Malagón fueron íconos que crearon una contracultura para oponerse al periodismo comercial. Eran una máquina de producir, buscar, hallar y reproducir verdades de las que oculta la prensa que defiende intereses partidarios, empresariales, comerciales, profesionales.

Ellos siempre hicieron periodismo político, partidista, claro, dirigido hacia un objetivo y contra los planes, acciones y decisiones públicas y privadas de sus enemigos políticos.

Ese trío de formidables comunicadores se desvaneció en una sociedad indolente a la cual sólo le preocupa superar al vecino en la marca del automóvil o en la calidad y precio del reloj de pulsera o en el lugar donde pasará las vacaciones de verano con su familia.

En el mes de junio de este año, cualquier investigador medianamente inteligente podrá ver, con una claridad a prueba de dudas, que la prensa nacional perdió el equilibrio y se nota en la balanza peligrosamente inclinada hacia un interés que no es el de todos.

Escuchar la radio, ver y escuchar la televisión y leer la prensa, dan una visión real de cómo nos ponen las anteojeras para que miremos en una dirección.

Es preciso que nos sacudamos de ese lastre que quieren cargar sobre nuestras espaldas.

Cada uno de nosotros tiene la facultad de no dejarse engañar por el espejismo del manejo partidista de los medios de comunicación y por el dinero que se usa para la corrupción en escala nunca vista y para la compra de conciencias.

Que nadie se engañe. Hay una conspiración contra la voluntad popular orquestada con mucho dinero, mucho veneno y mucha propaganda y publicación cosmetizada de la realidad.

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