La hora del pueblo dominicano, desde la ética política

La hora del pueblo dominicano, desde la ética política

Sólo los pueblos son dueños de su destino y pueden decidir su futuro al expresar su voluntad soberana en las urnas. Los políticos, en virtud de su vocación pública, deben contribuir al desarrollo y al progreso mediante programas y promesas que se deberían concretar en la transformación estructural de la sociedad, en el cambio y en el bienestar de los ciudadanos cuya representación les ha sido encomendada y cuyos bienes y recursos administran en nombre del Estado.

Llegado el momento crucial de emitir una opinión independiente, de expresarse a través del voto, de decidir y de elegir libremente; llegada la hora suprema de la democracia, la hora del pueblo, quiero animar a todos los dominicanos a participar, no ya como un deber cívico ineludible sino como una obligación ética que no podemos eludir desde nuestra responsabilidad individual y colectiva. Nada nos impide votar; votemos pues y hagamos más grande nuestra nación, más transparente, más soberana, libre y justa.

Se trata de designar a la persona a la que vamos a encargar la construcción de un sueño y a la que vamos a confiar nuestro bienestar. ¿Qué diferencia a Papá no sólo de su oponente a lo interno sino de cualquier otro aspirante a tan alta dignidad? Es tan sencillo como simple: Hipólito Mejía une a su sobrada experiencia, a su demostrada capacidad, a su prestigio internacional, un espíritu de cambio que se identifica con el anhelo del pueblo y que le empuja en una única dirección, la de la regeneración moral, política y social de una Admistración corrompida por el abuso del poder, la codicia sin límite y el crimen organizado.

Hipólito Mejía,  como líder popular y democrático promotor de un nuevo orden social y motor de un  cambio para su país, sabe que es posible vivir mejor con menos. Y esto es lo que hace creíble sus propuestas, la certeza de que es preciso en estos momentos de crisis que la sociedad en su conjunto se conjure para hacer frente a los grandes retos y desafíos que la economía global nos plantea, con el convencimiento de que es necesario preservar los recursos naturales y luchar contra el calentamiento global para que ese otro mundo en el que creemos y por el que estamos dispuestos a trabajar, sea un mundo equilibrado y sostenible, ecológico y renovable, en armonía con una naturaleza a la que estamos convencidos de conceder derechos sólo equiparables a los derechos fundamentales del hombre.

Para ello deberemos dar lo mejor de nosotros mismos, atrevernos a pensar, a formular ideas, a innovar e imaginar escenarios de futuro. Ese gran cambio social que el pueblo demanda pasa por una educación que procure profesionales mejor preparados y más competitivos, capaces de rentabilizar las nuevas tecnologías y de aprovechar la sociedad de la información y el conocimiento; requiere asimismo una sanidad que alcance a todos por igual, un trabajo y una vivienda digna; apuesta por una justicia que haga realmente iguales a todos los dominicanos y dominicanas y no consienta privilegios; impulse la igualdad de género y la paridad, la protección de la infancia y de los más débiles y desfavorecidos; propugna, en definitiva, todas aquellas actuaciones y medidas que refuercen nuestra ideología de la conciencia social colectiva y nuestra identidad como pueblo que convive libre y en paz.

Todos aquellos que por una u otra razón habían dejado de creer en la democracia y en la política, han podido comprobar en estos días cómo la opinión del pueblo y su voluntad puede imponerse a los intereses espurios de sus gobernantes y a los poderes fácticos que se sostienen en dictaduras y autoritarismos. Nosotros creemos en la libertad y por encima de cualquier otra consideración creemos en nosotros mismos. Como pueblo somos una fuerza democrática imparable. Con nuestra razón podremos vencer siempre al miedo y con nuestro voto podemos construir un país mejor porque sabemos que otro mundo es posible.

Desde ahora podemos soñar en conseguir una República Dominicana mejor… Pero  … para  Todos y Todas.

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