La huella de un poeta

La huella de un poeta

No es un secreto para nadie que vivimos momentos especialmente duros, tal vez los más escabrosos de cuantos ha padecido esta pobre e infortunada tierra a través de toda su historia, en donde la irresponsabilidad sin límites, la tozudez rayana en estulticia y las actuaciones de un gobierno manejado por entes ineptos ha hecho retroceder a la institución democrática muchos decenios hacia atrás, convirtiendo en polvo todo lo alcanzado con mucha sangre, sudor y lágrimas.

Tampoco es un secreto para nadie que debido a la descomposición del cuerpo social, cual cáncer que hace metástasis, causado por dicho deterioro institucional, camine asido fuertemente a la descomunal hemorragia de antivalores y personajes de ingrato proceder que los promueven.

Esa promoción gigantesca, casi pornográfica de antivalores en nuestra sociedad, es lo que hace cada vez más traumática e irreparable la pérdida de personas que con su vida y obra ejemplares han enaltecido con dignidad las más altas aspiraciones de esta patria, y si la persona que desaparece es un poeta insigne, como diría Mieses Burgos: «deja un hecho en el aire que no lo llena nadie». Nos referimos al poeta Abelardo Vicioso, cariñosamente don Papo.

Y es que ciertamente la desaparición de esta dimensión material de don Abelardo Vicioso ha dejado un inmenso hueco en la sociedad dominicana, tan ávida de faros luminosos que la encaucen por el camino de la sensatez, del trabajo, de la solidaridad, la investigación y la cultura, pero sobre todo, del amor a la patria, sólo colmado por su accionar humano y la amplia bibliografía que legó, compuesta de ensayos, artículos periodísticos, novelas, cuentos y principalmente poesía, en donde descolgó como uno de los principales exponentes de ese género, siendo uno de los integrantes de la generación del 48, junto a Lupo Hernández Rueda, Rafael Valera Benítez y Máximo Avilés Blonda.

Pero además su figura se yergue aún más al conocer su lucha contra la tiranía trujillista, su postura heroica contra las fuerzas interventoras de los yanquis en abril del 65, su inquebrantable postura patriótica e ideológica, además de su intensa labor docente en la universidad del estado, actividad que no solamente lo llevó a formar a varias generaciones de profesionales e intelectuales, sino que le granjeó un gran cariño en todos los que tuvieron el gran privilegio de conocerlo y recibir sus doctas pero cálidas palabras.

En don Abelardo se aúna lo que debe ser la vida y obra de una persona íntegra, que vive de acuerdo a sus profundas convicciones morales y patrióticas, actitud ésta que lo llevó a escribir uno de sus poemas fundamentales: «Canto a Santo Domingo vertical», en donde el poeta apela a la dignidad de nuestro pueblo, prefiriendo antes sucumbir que prosternarse a los pies del invasor extranjero.

Por estas y muchas más cualidades que adornaron en vida a la personalidad de don Abelardo Vicioso, nosotros, desde estas humildes cuartillas que no pretenden ser exhaustivas, queremos unirnos al dolor que embarga a sus hijos, Carlos y Cintya, su señora madre y demás familiares, a la vez de hacerle un sincero reconocimiento a uno de nuestros más genuinos valores de la vida literaria, pública y docente, quien nos deja un ejemplo digno a emular en medio de la vorágine del desconcierto y la enajenación imperantes de los malos dominicanos que llevan al despeñadero a esta amada patria de todos.

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