Por: Francisco Domínguez Brito
Hoy nos encontramos en un debate nacional sobre la necesidad o no de establecer arancel tasa cero a una serie de productos agropecuarios, bajo la premisa de que dicha medida bajaría los precios de los alimentos.
Dicha medida nos pone a la defensiva, no resolvería el problema de los precios de los alimentos y pondría en riesgo el sistema productivo nacional. En consecuencia, pondríamos en riesgo la autosuficiencia alimentaria del país, que de por sí se encuentra hoy afectada.
Lo ideal sería asumir como país una visión proactiva, o mejor dicho a la ofensiva en busca de conquistar mercados internacionales y convertirnos en un mayor exportador de productos agropecuarios.
Debemos tomar una serie de medidas en ese sentido, lo cual no solo generaría riquezas y nuevos empleos, sino una mayor estabilidad de precios en el mercado local y mayor acceso a los alimentos para las familias más pobres.
Es momento de que en vez de crear las condiciones para fortalecer la cultura de importación de productos agropecuarios, lo hagamos para crear la cultura de la exportación.
En un esfuerzo aunado como nación deberíamos concentrarnos en este momento en alcanzar niveles de productividad que nos hagan más competitivos a nivel internacional, sobre todo en aquellos productos que hemos demostrado tener suficientes capacidades y potencialidades. Si tomamos por ejemplo el aguacate, cada día avanzamos más en la colocación en el mercado internacional compitiendo con cualquier país del área y garantizando suministro al mercado local en calidad y precios.
Es momento de destinar la mayor cantidad de fondos posibles al Banco Agrícola para apoyar con crédito blando la producción nacional y que a su vez esté acompañado con la asesoría financiera, contable y administrativa al productor para garantizar el éxito en la inversión.
Las entidades públicas relacionadas con la exportación como ProDominicana, el Consejo Nacional de Zonas Francas y ProIndustria deben abocarse a un estudio de mercado a nivel internacional a los fines de orientar a nuestros productores sobre qué países demandan productos y cuales, promoviendo con ellos un mercado seguro, garantizado y fiable.
La asesoría y el acompañamiento de profesionales y técnicos de la agropecuaria es vital para lograr la productividad necesaria. Urge el reingreso de los profesionales cancelados, mejorar su calidad de vida sometidos a nuevas jornadas de capacitación y puestos al día de sus conocimientos y motivan el ingreso de jóvenes a estas carreras fundamentales para el desarrollo nacional. Es vital el envío de nuestros profesionales agropecuarios al exterior para capacitarse y traer técnicos especializados y se inserten en los programas de capacitación nacional.
La tecnificación del campo no puede, ni debe esperar más, por ejemplo, seguimos en muchas lomas del sur sembrando habichuelas como lo hacían nuestros bisabuelos, quemando y sacando latas de granos para la subsistencia. La tecnificación debe ser integral y transversal. Una política de Estado que a su vez ayudaría bastante a estabilizar al menos en una proporción la dominicanización de la mano de obra en este sector, que es básicamente de origen haitiano.
El desarrollo de invernaderos y el apoyo a la producción de vegetales es un buen ejemplo de hacia donde debemos avanzar. Podemos ser líderes del Caribe y Centroamérica de exportación en este sector, garantizando riquezas al productor nacional y mejores precios y calidad en el mercado local.
No menos importante es el régimen de titulación de la tierra. Es vital una reforma a la Ley de Registro Inmobiliario, que facilite y apoye la obtención de los títulos de propiedad de nuestros productores. Esto no solo permitiría de manera más fácil el acceso al crédito, sino también garantizaría una estabilidad jurídica, económica y emocional al productor.
Debemos diseñar un Plan Nacional de Preparación de Tierras al productor y dotar al Ministerio de Agricultura de los equipos necesarios para el apoyo de estos programas. Que el hombre y la mujer del campo de manera fácil y con poca burocracia obtengan el apoyo para sus tierras.
El abandono del campo ha provocado, lamentablemente, descenso de producción local y el aumento de las importaciones, esto tiene que cambiar.
Es indudable que los últimos dos años las importaciones han aumentado y se ha producido un descenso de la producción local. Concentrarnos en estos momento en una política exportadora o en todo caso de mejora a nuestra productividad es esencial para el desarrollo del sector. Por todo ello, el Estado debe establecer políticas claras y estables con un tiempo determinado de subsidio a los fertilizantes y de proporción de semillas a productores en condiciones aceptables y razonables.
Con el tema de la leche, debemos tener un cuidado especial, la eliminación de los aranceles a la leche en polvo puede ser grave para un sector que ya presenta serias dificultades, sería mejor incentivar su producción local, por ejemplo, retomemos la discusión del etiquetado a los productos lácteos, donde el consumidor sepa si toma leche en polvo o no y pueda elegir garantizando sus derechos.
La exportación de queso al mercado dominicano en los Estados Unidos, es todavía muy limitada donde por problemas fitosanitarios muy pocos pueden exportar. Apoyemos la mejoría genética de nuestros animales, que el desayuno escolar sea solo con leche de producción nacional y luchemos contra el cuatrerismo en adición a las medidas anteriores. Estoy seguro podemos lograr calidad y precios estables en la producción lechera nacional.
El éxito de convertirnos en líderes exportadores de la región también descansa en el manejo racional y sostenible de nuestras aguas. En estos momentos el 85-88% de las aguas que consumimos se dedican a agricultura. Es fundamental cuidar bosques y ríos, pero también los métodos de irrigación, como forma de lograr los objetivos sostenibles.
Si algo debemos reconocer es que las materias primas para el sector siempre deberán estar exentos del pago de todo arancel o impuestos. Igual debemos motivar que las compras nacionales de las distintas entidades públicas sean de productos nacionales, frescos y saludables.
Se debe implementar un Plan Nacional de Infraestructuras y mejora de caminos o carreteras rurales como fórmula de mejorar el transporte de los productos. Vías en mal estado es una especie de impuestos y gastos adicionales para el productor local. Igualmente permitiría que productores puedan vender más fácilmente a los consumidores evitando intermediarios, siempre y cuando podamos construir la condiciones para ellos.
Finalmente, nuestro gran problema radica en la visión, en lo que pretendemos y soñamos como nación, por un lado la cultura importadora de alimentos es un crimen, la autosuficiencia alimentaria es importante pero es conformarnos, deberíamos concentrarnos en ser los líderes de la región en la exportación de alimentos, lo cual no sólo garantizaría la autosuficiencia alimentaria sino la generación de empleos para las dominicanas y dominicanos.