Dionisio Blanco
Saludo con agrado la noble iniciativa del excelentísimo señor presidente de la República, don Luis Rodolfo Abinader Corona, que en un gesto altamente democrático le ha dado seguimiento al desarrollo y ejecución de obras que empezaron en otras gestiones como lo es, en este caso, la iglesia de San Dionisio en Higüey, capital de la provincia La Altagracia.
Esto para mantener así la llama viva que ilumina el espíritu de los feligreses que disfrutarán esta joya arquitectónica colonial del Caribe, construida entre los años 1569 y 1572, y que es considerada uno de los primeros santuarios de América.
Hipócrates, en la famosa Escuela de Atenas, que muy bien representó Rafael Sanzio en una de sus pinturas, decía: “La vida es breve y el arte largo”, para simbolizar la importancia de las obras de arte que perduran en el tiempo, como es el caso que nos toca hoy, de la iglesia San Dionisio.
Y por estas razones del arte, Rafael inmortalizó la “Escuela de Atenas” con su obra que se encuentra en la Galería del Belvedere en El Vaticano, y donde se puede ver al centro la imagen de Platón y Aristóteles; Platón señalando con el dedo hacia arriba y Aristóteles con el dedo hacia abajo.
Platón decía que todo se resuelve allá arriba, en el cielo; y Aristóteles afirmaba que todo se soluciona aquí, en la tierra.
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Mientras Hipócrates estaba sentado en su escritorio lleno de papeles.
Esta escena que pintó Rafael nos demuestra excelentemente bien cómo se debatían los temas en la Antigüedad y el nacimiento de la democracia en Occidente.
Si nos retrotraemos en el tiempo, podemos imaginar que este templo en un primer momento estaba rodeado de grandes árboles, como si fuera la Catedral en medio del bosque que hoy parece conectarse con el mundo abriendo los brazos de su singular atrio a los fieles que acuden por su lado oeste donde muestra todo el esplendor de su fachada, penetrando así en su interior, trazado a la usanza occidental de cruz latina y encontrándose en la nave como espacios íntimos que favorecen la devoción del pueblo por sus santos preferidos.
El arte
Movido por estas razones del arte que nos remiten a lo sublime, y sabemos que el arte es visible y palpable; resultado de un gran esfuerzo constante como el que ha realizado Juan Gilberto Núñez con su equipo de arquitectos, arqueólogos, historiadores, pintores, canteros y obreros para desvestir la iglesia, quitándole capa sobre capa del tiempo y traerla a su primer estado, como fue concebida originalmente.
Ya dentro del templo se podrán leer visualmente de oeste a este, en la margen izquierda dentro de la capilla bautismal, las bellas obras de arte que la adornan, como “La huida de Egipto” y “El bautizo de Jesús”.
Luego podemos ver el espacio curvado de la bóveda nervada que cubre el espacio arquitectónico comprendido entre dos muros donde se pueden apreciar los diez episodios más importantes de la vida de Jesús.
En el presbiterio se puede apreciar la ventana arqueológica cubierta con un cristal que facilita ver mejor la estructura más vieja de la iglesia, parecido al de la Catedral de Santa Bárbara, donde un ejemplo nuevo, trascendental, de vanguardia en la remodelación de monumentos históricos en nuestro país; para que de esa manera los visitantes puedan ver al desnudo el primer altar de la iglesia de San Dionisio, como fue concebida en su primer momento.
Al fondo apreciar el retablo, que es una compleja estructura de madera en la que se conjugan la arquitectura, la escultura y la pintura dispuesta delante del muro de cierre colocado detrás del altar.
Este retablo estaba ennegrecido producto de las variadas películas de laca color madera que había recibido en el tiempo y hoy luce esplendoroso.
Entendemos que la iglesia, como pueblo de Dios, es la parte física, arquitectónicamente hablando, donde existe el ambiente adecuado para las celebraciones de la comunidad religiosa y la oración de los fieles que comparten los rituales de su tradición, ocupando un lugar de importancia estratégica, simbólica y funcional ubicada en Oriente por donde sale el sol y en cuyo seno albergó la imagen de la Virgen de la Altagracia por más de cuatro siglos, antes de pasar a la Basílica de Higüey.
En fin, para mí esta iglesia de San Dionisio, producto del encuentro de dos mundos, posee un valor de trascendencia y vanguardia que radica en la preservación y conservación de las huellas del hombre en cada uno de los objetos de arte allí encontrados, y de la forma en que los expertos en la materia han logrado preservar y darle brillo para que las futuras generaciones lo disfruten.