La iglesia en la vorágine de los tormentos sociales

La iglesia en la vorágine de los tormentos sociales

El acostumbrado mensaje, que los obispos dominicanos emiten con motivo de la fecha de la Independencia, llegó esta vez cargado de serias preocupaciones por el rumbo que está tomando la Nación ante una previsible desintegración como sociedad, al estar sometidas a las fuerzas del mal que arropa a todos los sectores.

La Conferencia del Episcopado Dominicano proclamó su adhesión a su pueblo, y por primera vez, se fortalecieron en los problemas que nos agobian, en lugar de recurrir, como en ocasiones anteriores de mensajes similares, con citas de otros mensajes, encíclicas papales, notas bíblicas de otros años, ya que la problemática nacional merece acciones y denuncias como las vertidas en el mensaje del pasado 27 de febrero.

Los 18 obispos de la Conferencia no se fueron por las ramas y sus preocupaciones fueron directas a los agobiantes problemas de la corrupción, del auge de la violencia, del narcotráfico, la falta de electricidad, la débil estructura educativa nacional y la sensible decadencia de la unidad de la familia. Su estado es parte importante por la situación que atraviesa el pueblo dominicano.La continua reiteración del basamento del cristianismo, que es el amor entre los semejantes demostrado por la caridad, vuelve a ser el tema central de este mensaje apostólico, ya que si no nos despojamos de tantos egoísmos, será difícil que esta selva humana llegue a civilizarse y convertirla en un lugar adecuado para la vida.

Los mitrados colocaron sus oídos en el corazón del pueblo, y con mayor previsión que sus demás conciudadanos, han señalado puntualmente los graves problemas que atascan la vida en armonía destinada a elevar su calidad a la población, que se debate en medio de las precariedades más insólitas, por las incongruencias sociales de entes sociales viviendo en la opulencia y otros sumergidos en una vergonzante miseria terrible y agobiante.Lo lamentable de estos mensajes del obispado, que cada año son ofrecidos al país como una orientación para la vida cristiana, que sus efectos son pasajeros, son comentados por los que les gusta opinar de todo como son los políticos; transcurridos dos o tres días de su publicación ya nadie se acuerda de ellos, hasta que llega la próxima oportunidad para otros mensajes, a veces más enérgicos y contundentes que tratan siempre de sacudir las conciencias adormecidas o sumergidas en el boato que le proporcionan un dinero que por lo general proviene de negocios ilícitos o son malversados del erario.

Este mensaje tuvo la novedad de haber sido elaborado después del terrible terremoto del 12 de enero que destrozó una buena parte de Haití, y en consecuencia, sus daños sacudieron las conciencias de muchos países del planeta, y que los dominicanos han hecho suya por los efectos que pudieran tener sobre nuestro futuro cuando la situación del vecino país se torne insostenible y se acelere una migración que ya arropa muchos lugares dominicanos, convirtiéndolos en enclaves haitianos con todos sus vicios y costumbres, agravando la pobreza nacional. Los obispos, muy juiciosamente, destacan una realidad que no puede ser responsabilidad de quienes nos gobiernan, sino que es una tarea de todos para evitar un colapso nacional.

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