Los ciudadanos comunes y neófitos de las élites del poder interiorizamos la anómala idea de que, aquellas personas que han sido exitosos en sus vidas también lo pueden ser dirigiendo un país. Sin embargo, a pesar de que alguien posea una gran capacidad gerencial y que pueda presentar éxitos domésticos; eso no significa que esa persona no tenga “ausencia geopolítica del Estado”. Máxime, cuando se trata de dirigir una súper potencia como EE.UU. Sin duda alguna ese es el caso de Donald Trump quien con su excéntrico estilo se ha convertido en sinónimo de economía fuerte, pero obviando como preservar esa fortaleza.
Ignorando las Doctrinas.
Cuando Trump evalúa el éxito de su gestión amparado únicamente en el crecimiento económico, externa la prueba inequívoca de que ignora los postulados de John Cotton y John O’Sullivan sobre el destino manifiesto. Y, por consiguiente, está ajeno a las razones de porqué EE.UU. se extendió al oeste. Además, al parecer tiene la idea de que la doctrina Monroe y el corolario de Roosevelt nacieron por amor a los latinoamericanos, o que la base de Guantánamo sigue abierta para interrogar terroristas. Tener hoy una cosmovisión proteccionista de la geopolítica es no entender todavía por qué EE.UU. boicoteó el Congreso Anfictiónico de 1826.
De igual forma, interiorizar que una potencia como EE.UU. será inexpugnable persécula seculorum por reducir el déficit en la balanza comercial con uno de sus socios, es convertir en bufones a Halford Mackinder y el Almirante Mahan y no entender por qué la mayoría de las bases militares de EE.UU. rodean el Heartland; ni tampoco su flota naval más grande y poderosa del mundo. Por tal razón, está convencido de que la lucha contra el fundamentalismo islámico o la persecución contra los inmigrantes son propios de sus promesas de campañas; eso significa, que nunca ha leído El Choque de las Civilizaciones ni El Enemigo en Casa de Samuel Huntington.
Confundiendo la Geopolítica con las RRII.
Dicen los experimentados diplomáticos estadounidenses Robert Blackwill y Richard Haass, que Donald Trump en política exterior “se llevaría un casi bien a pesar de que cambia de idea con la misma rapidez que decide otra”. Los mismos, ponen como ejemplo las actuaciones de su gestión en el caso Venezuela, el deshielo en las conversaciones con Corea del Norte y, agrego yo; ha sido exitoso en la aplicación selectiva de sanciones económicas a sus rivales y ha logrado que los líderes de EE.UU. dejen de ver a China como un competidor para ser visto como un verdadero rival. Empero, fruto de ser solo diplomacia y no geopolítica todo sigue igual que antes.
Desde esa perspectiva, siempre he sostenido la tesis de que aquellos que detentan el poder e ignoran la geopolítica; la otra cosa más absurda que pueden hacer es confundirla con las relaciones internacionales. Toda vez que, esta última es igual a comercio internacional, diplomacia y respeto del orden normativo. Pero, la geopolítica es estrategia, táctica, estratagema y recursos al servicio del poder político. En ese sentido, quienes ignoran esas pronunciadas diferencias jamás entenderán las disquisiciones conceptuales que existen entre bautizar como canales marinos los estrechos de Malaca y Ormuz y, en denominarlos como pivotes geoestratégicos.
Proyectando a sus Enemigos.
La misma ignorancia que he descrito es la que tiene a Trump en este momento convertido en el único presidente en la historia de EE.UU.; amenazado con un impeachment por desconocer el valor geoestratégico de Ucrania y no por política interna. También, enfocado en su proteccionismo económico ha propiciado la expansión de China en África, ha estrechado los lazos entre Rusia y China, rompió el acuerdo nuclear con irán sin ninguna otra jugada estratégica en las manos, se peleó con sus aliados del G7. Y, cual si fuera poco, habla de seguridad nacional al mismo tiempo que desprecia la inversión de EE.UU. en la OTAN.
Asimismo, en ese afán desmedido de borrar la política del “reequilibrio” pivotar hacia Asia de Obama sacó las tropas del norte de Siria, y ha logrado que se sigan sumando Estados a la ruta de la seda. Con su salida del TPP logró que se formalizara (La RCEP) una gran alianza estratégica entre 15 países de Asia encabezados por China que significará el 47% de toda la población mundial y el 32.2% de todo el PIB global. prescindir de todo eso tirando a Zbigniew Brzezinski y Nicholas Spykman por un retrete, es lo mismo que no entender por qué Ronald Reagan fue electo con 489 colegios y reelecto con 525 cuando era solo un actor.